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Latinoamérica: Cuando el principal síntoma del coronavirus es el hambre

TECHO

Techo Argentina

Esteban Pittaro - publicado el 01/05/20

La tragedia mundial que supuso el Coronavirus, como vienen advirtiendo varios analistas, puede llevarse muchas más vidas y no tan solo las ocurridas por la afectación directa del virus al cuerpo humano

La cuarentena preventiva, en aras de evitar circunstancias imposibles de controlar en sectores no cubiertos por el sistema de salud, paralizó la economía mundial, y puso en jaque la posibilidad de sustento de decenas de miles de familias cuyo ingreso y alimentación depende directamente de lo producido cada día.

De la mano de TECHO, nos asomamos a la realidad de más de 20 mil familias en toda América Latina que sufren el Coronavirus aún cuando todavía no golpeó a sus puertas.

TECHO es una Organización presente en 19 países de América Latina, que busca superar la situación de pobreza que viven millones de personas en asentamientos populares, a través de la acción conjunta de sus habitantes y jóvenes voluntarios.

Al momento de desatada la pandemia, TECHO estaba trabajando en más de 500 asentamientos con necesidades urgentes de mejora de condiciones de vida. Y no se fue.

La comunidad no estaba preparada para esto

Diego Arana, su Director de Comunicación, nos cuenta que independientemente de la región, se observa en los más de 500 asentamientos en los que trabajan problemas para acceder al agua, alimentos y productos de limpieza.

Primero, por el desabastecimiento de las tiendas de los barrios, “pero con el correr de los días, los ingresos comenzaron a escasear en el hogar, impidiendo que las familias puedan adquirir artículos de primera necesidad”.

“A la fecha, llevamos contabilizadas 22.484 familias que reportan algún tipo de desabastecimiento, de las cuales 21.087 indican como principal dificultad, la falta de alimentos, como segunda prioridad, productos de limpieza (4.884) y tercera, agua (3.051)”, explica.

La suspensión de las actividades económicas desarrolladas principalmente en el comercio informal por las medidas de aislamiento social sacudió el sustento familiar: “La comunidad no estaba preparada para esto”, nos dice vía TECHO Leydi, vecina de un asentamiento popular en República Dominicana, donde expresa que en su comunidad no se está cumpliendo la cuarentena, porque deben salir a trabajar para buscar el sustento.

La falta de vivienda y el aislamiento preventivo

“Los asentamientos populares, se caracterizan por la ausencia de viviendas dignas y falta de servicios básicos, además de acceso precario a sistemas de salud preventivos y de emergencia”, explica Arana.

Y lo sufre en primera persona Teresita Báez, líder del asentamiento Independencia 2 en Paraguay: “La falta de vivienda dificulta el aislamiento preventivo”. En escenarios de hacinamiento garantizar el espacio propio y seguro ya era un desafío, pero en exigencias como las impuestas por el actual escenario el desafío es aún mayor.

En el Higo, Asentamiento Popular en Honduras, por ejemplo, una familia conformada por 12 personas convive en un espacio menor a 25 metros cuadrados. La situación se repite en varias partes del continente y es la que más preocupa a organizaciones y gobiernos… ¿Qué ocurriría si alguno de ellos se infecta?

La contención de la Pandemia

Con todas las dificultades familiares, es imperativo el apoyar las medidas de prevención para contener la pandemia. Por eso, TECHO focaliza sus esfuerzos en esta etapa, explica Arana, en la contención.

“Actualmente, nos encontramos en la etapa de contención de la pandemia, acompañando a las familias de los asentamientos mediante el suministro de alimentos y elementos de primera necesidad. Con una transición progresiva a la mitigación, esperamos desarrollar iniciativas que activen la economía local y generar condiciones internas que les permitan satisfacer las necesidades básicas de alimentación”.

“Sabemos que a esta crisis sanitaria, devendrá una crisis alimenticia. El programa mundial de alimentos, prevé que alrededor de 265 millones de personas sufran de inseguridad alimentaria a finales del año en curso”, explica.

Las ollas comunitarias

Una de las respuestas más frecuentes a la acuciante necesidad en toda la región tiene que ver con la organización de “ollas comunitarias”. Un ejemplo es el que relata Andrés Pedrozo de Paraguay, quien ilustra que en los primeros días se realizaron con la colaboración de vecinos, pero en las últimas semanas, se han hecho con el apoyo de otras organizaciones.

“Esta gestión es el resultado del trabaja articulado y apuesta por el desarrollo de la organización comunitaria. Continuaremos fortaleciendo el rol de los liderazgos comunitarios y promoveremos acciones para fortalecer sus capacidades de afrontamiento, para que sean ellos y ellas quienes orienten el camino hacia la recuperación”, explica Arana.

En gran parte de la región se está viendo, con TECHO y otras organizaciones, un trabajo conjunto entre entes públicos, privados, organizaciones del Tercer Sector, y las propias comunidades, para de manera creativa sortear la vulnerabilidad extrema de poblaciones en una situación inaudita que complejiza su asistencia.

Cuando bajan las donaciones…

Organizaciones como TECHO, entre varias otras, basan su trabajo en los fondos recibidos por grandes organizaciones de distintas industrias. Por ejemplo, las aerolíneas. Pero con los vuelos cancelados, los centros comerciales cerrados, las posibilidades de fondos para el apoyo pueden reducirse…

“A nivel programático, la disminución de los recursos va a reducir la capacidad de incidencia en territorio y desde ya, está interrumpiendo los proyectos que se encontraban en ejecución”, hace saber.

Un ejemplo de ellos es el retraso de construcción de viviendas en El Salvador que expresa Guadalupe Navarro, o las viviendas y la escuela programada que lamenta Azucena Cerrato, del asentamiento La Venada en Honduras: “La construcción de la escuela no se ha podido realizar por el confinamiento. Muchas personas en la comunidad necesitan con urgencia una vivienda ya que las actuales están en mala condición”.

También en Brasil se han paralizado obras de carreteras, como hace saber Valquiria Soares da Silva de Capadócia: “El impacto principal fue en el proyecto de la calle con TECHO, porque con la llegada del Coronavirus, se suspendieron las actividades. El proyecto es esencial para mejorar el acceso en la comunidad y tal vez podría facilitar la llegada de ayuda para alimentos, artículos de higiene e incluso transporte a hospitales si fuera necesario”.

La esperanza

El evidente perjuicio de la pandemia, tanto a nivel sanitario como a nivel económico, puede desesperar a lo largo de toda América Latina. Pero hay motivos para la esperanza.

Ni TECHO, ni las otras ONGs presentes en los miles de asentamientos más humildes de la región, ni las iglesias, y en muchos casos las autoridades y funcionarios del Estado, han olvidado que los más vulnerables no sólo no tienen las provisiones, sino que en ocasiones no tienen ni dónde almacenarlas hasta que pase la tormenta.

Son los más vulnerables entre los vulnerables, pero no están solos. En esta situación de vulnerabilidad de todos, no dejemos solos a los que los acompañan.

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