Guía para sacerdotes y deudos sobre cómo actuar en caso de muerte por COVID-19
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Si algo ha caracterizado a la cultura mexicana es la honra extraordinaria que se le da a los muertos. Fusión del pasado prehispánico y el catolicismo, hoy, como en tantas otras realidades de la vida, México ha tenido que enfrentar esta honra a los muertos con una serie de restricciones por el coronavirus y su enorme capacidad de contagio.
Por ello, la Dimensión de Salud de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que encabeza el arzobispo de Tulancingo, Domingo Díaz Martínez, ha decidido publicar una serie de recomendaciones de urgencia y, al mismo tiempo, de caridad, en caso de muerte por COVID-19.
Estas recomendaciones, acordes con los lineamientos del sector salud, se deben seguir –en estos momentos tan difíciles, con un nivel de contagio y de muerte que se eleva cada día en México y América Latina—tanto por los sacerdotes como las personas que, lamentablemente, pierdan a sus seres queridos.
1. En caso de que el fallecimiento sea conocido directamente a causa del COVID-19, la familia y las personas involucradas en el cuidado del paciente deberán notificar a las autoridades y guardar la cuarentena solicitada por la autoridad civil
2.. Para los tramites funerarios y el traslado del cadáver, téngase en cuenta las indicaciones dadas por el personal medico
3. Una vez obtenido el certificado medico de defunción, la familia deberá́ ponerse en contacto vía telefónica con la funeraria, para realizar los servicios respectivos. Ellos observarán los protocolos indicados
4. En el contexto del conjunto de medidas de distanciamiento social, tomadas a nivel nacional, para evitar la expansión del virus, no se recomiendan (ni) los velorios, (ni) el embalsamamiento, pero sí se prescribe la cremación
5. Evítese el acercamiento al cuerpo sin vida, pero si la familia desea ver el cuerpo, permítase el acceso solo a los familiares más cercanos, observando todas las precauciones indicadas: (cubrebocas, gel, guantes, lentes …). Se prohíbe tocar el cuerpo
6. Recomendamos acompañar a los familiares de los fallecidos con nuestras oraciones y con nuestra cercanía, usando los medios de comunicación posibles
7. Les pedimos vivir la caridad, para con quienes prestan el servicio sanitario; exhorten a los fieles a evitar agredirlos o insultarlos; ellos arriesgan su vida y la de su familia por atender a los infectados por este virus. Lo mismo para los familiares de los infectados declarados sanos, pidan se eviten acciones discriminatorias contra ellos
8. La labor del sacerdote es una actividad esencial para la atención de los fallecidos y sus familiares. En este tiempo de pandemia, es necesario celebrar la Eucaristía por los difuntos y pidiendo también por los deudos, pero a distancia, virtualmente, sin presencia física de fieles, de manera que los familiares encuentren en ello consuelo y fortaleza. (facilitar un numero telefónico o una plataforma virtual a los feligreses)
9. Si se realizaran las exequias, de manera excepcional, háganlo siguiendo las normas estrictas de precaución y utilizando el equipo de protección personal: higiene de manos, guantes, mascarilla quirúrgica, respirador n-95, delantal impermeable de manga larga y protección facial.
10. Esto, no solo para no infectarse, sino para no convertirse en portadores y transmisores del virus. Además, de regreso a casa, dejar sus zapatos afuera y posteriormente desinfectarlos; depositar su ropa en una bolsa de plástico y lavar inmediatamente; darse un baño con agua caliente y sanitizarse por su salud y la de sus hermanos de casa. Los (sacerdotes) mayores de 60 años, están exentos de realizar este tipo de servicios
11. Procúrese en las Diócesis, solicitar a los hospitales aptos y de confianza, capacitación profesional para los sacerdotes, voluntarios o designados especialmente por su obispo, para atender los casos de contagio positivo durante esta contingencia, o para dar la bendición a los cuerpos de las personas fallecidas a causa de este mal
12. No dejemos de ofrecer nuestras oraciones y bendiciones por los médicos y enfermeras, por todos los hombres y mujeres que laboran en hospitales, clínicas y centros de salud, y también por los que asisten a los enfermos en las casas