Francisco habla del misterio de la Encarnación en su homilía en el día de la Anunciación
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Francisco rezó este miércoles, 25 de marzo de 2020, por todas las religiosas que cuidan de los enfermos “arriesgando sus vidas y dando sus vidas” especialmente en este período de la pandemia de coronavirus.
El Papa recordó también a las hermanas vicentinas que dirigen un dispensario para los pobres en el Vaticano, al inicio de la misa matutina en su residencia privada, Casa Santa Marta, vía streaming live para acompañar a las personas en cuarentena.
Francisco ha suspendido los actos con los fieles debido a la pandemia de Covid-19, que en Italia ya ha causado alrededor de 54.000 infectados y 6.820 muertos, especialmente en el norte del país.
Por esta razón, este miércoles, además de celebrar la audiencia general desde el Palacio Apostólico sin la presencia de fieles, realizará una oración al mediodía para rezar el Padrenuestro, retransmitida por la tv, la radio e internet.
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Por el momento en el Estado de la Ciudad del Vaticano se han detectado cuatros casos positivos de coronavirus, que fueron aislados por 14 días y están en recuperación en hospitales italianos o en sus casas.
También han sido clausurados distintos espacios del Vaticano como la Basílica y la plaza de San Pedro, y se han suspendido las visitas ad Limina de los obispos.
La Santa Sede ha establecido que las actividades de dicasterios y entes no se suspendan del todo para garantizar los servicios esenciales a la Iglesia universal y a la misión del Papa, pero con una reducción del personal en las oficinas y la práctica del teletrabajo.
En su homilía, en el día de la Asunción del Señor, habló del Misterio de la Encarnación al releer el Evangelio según San Lucas (1,26-38) propuesto por esta solemnidad:
El evangelista Lucas sólo pudo saber esto por el relato de la Virgen. Escuchando a Lucas, hemos oído a Nuestra Señora contar este misterio. Estamos ante al misterio. Quizás lo mejor que podemos hacer ahora es releer este pasaje, pensando que fue Virgen quien nos lo contó.
“El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
Y he aquí que Isabel, tu pariente, en su vejez también concibió un hijo, y este es el sexto mes para ella, que fue llamado estéril: nada es imposible para Dios. Entonces María dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se alejó de ella”.
“Este es el misterio”, dijo el Papa.
Francisco terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitando a hacer la comunión espiritual. A continuación, la oración recitada por el Papa para ello:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Quédate conmigo y no permitas que me separe de ti.