¿Cómo enfrentar el aislamiento, la cuarentena o el confinamiento por coronavirus cuando la pareja está pasando por su peor momento?
El coronavirus está también afectando a los matrimonio. Una cuarentena, el aislamiento voluntario o el confinamiento decretado por los Gobiernos para evitar la propagación del COVID 19 cambia radicalmente el ritmo de vida las familias. Influye, por supuesto, también en el estado anímico de las personas.
Si a la dura experiencia de un radical aislamiento le sumamos problemáticas difíciles que ya venían afectando a las relaciones personales, la situación se agrava. Hablamos de parejas que, antes de la emergencia sanitaria causada por el coronavirus, sufrían problemas como:
- Una crisis financiera.
- Proceso de separación.
- Infidelidad.
- Depresión.
- Susceptibilidad.
La prioridad ahora
Por ello, ambos deben pensar que la prioridad en esta grave crisis es la vida y la salud, por lo que se hace necesaria una tregua en sus conflictos, para establecer acuerdos eficaces y afrontar el problema de una situación vital inédita para todos.
Como consultora matrimonial, he sido testigo de historias que dan fe de que el matrimonio contiene en sí la capacidad para rehacerse y salir delante de las más grandes dificultades, cuando la libertad humana se emplea a fondo en su capacidad de amor y compromiso.
Significa que bien se puede aprovechar este aislamiento, cuando obligados a reducir nuestra actividad externa, nos encontramos ante la real posibilidad de crecer para adentro en el recogimiento y soledad para así revalorarse el uno al otro.
Cambios positivos
Seguramente, pasada la crisis, sus problemas no desaparecerán, pero la experiencia de lograr unirse ante una situación vital extraordinaria puede lograr en ellos el cambiar positivamente la forma de asumirlos.
Incluso, con una renovada intencionalidad, se pueden buscar y encontrar soluciones para fortalecer el matrimonio.
Quizá hay que tomar decisiones costosas, difíciles, pero alcanzables y duraderas parar llegar a una meta desde una situación actual.
Sin embargo, deben ser realistas, pues en el aislamiento existe el gran riesgo de que, además de los sentimientos de desgaste que se venían arrastrando en la relación, pueden comenzar a aparecer ante ellos el espectro de la melancolía, la tristeza, la pesadumbre o la aflicción, que llenan el vacío que provoca la inacción.
En oposición a estos sentimientos negativos, muchas cosas se pueden hacer en el espacio que permite el hogar, para realizar de algún modo los valores afectivos, estéticos, morales, espirituales, físicos, materiales, etcétera.
Un “plan emocional estratégico” para conciliar los conflictos
- Lo prioritario es encontrar fórmulas antiestrés, que permitan sobrellevar lo mejor posible la relación en un encierro involuntario. Significa que se debe estar dispuesto a conceder los espacios necesarios a cualquier forma de expresión de sentimientos, por difícil que resulte, para evitar llegar a la confrontación emocional, y no hacer más críticas las circunstancias de convivencia.
- No son momentos para atacar directamente defectos y diferencias, sino de dar apoyo emocional, comprensión, sentir empatía.
- No cuestionar una actitud depresiva que pueda dar lugar a la angustia o desesperación del afectado. Más bien tratar de que no adopte actitudes evitativas o de aislamiento en sí mismo.
- Evitar los temas que muy seguramente provocan enfrentamiento y discusión. Cuando ya hayan dominado una nueva forma de llevarse mejor, programar un espacio de tiempo corto para hablar de la situación difícil que les separa, con el acuerdo previo de que, si detectan que se desbordan emocionalmente, dejarán el tema.
- Recordarse mutuamente el bien que ambos se han hecho desde el inicio de su relación. Así hacen un esfuerzo por no rumiar lo negativo, para poder reconocer todo lo bueno que se tiene en lo material, espiritual, afectivo.
- En ciertas posturas que de ordinario incomodan al otro, se debe considerar el conceder, sin que implique el ceder en lo esencial una vez pasada la emergencia y se retome el curso normal del deber ser de las cosas.
- Si el cónyuge enferma, se debe cuidar tanto su salud como su estabilidad emocional.
- El que tenga la disposición y capacidad para organizar los aspectos de la vida en común, que lo haga, permitiendo que el más vulnerable descanse.
- Y lo más importante, salir de sí mismos, pensando en los demás, en los más vulnerables, tomando conciencia de que vivimos momentos que hacen muy necesario apoyarse mutuamente, transmitir caridad e intentar que otros seres queridos, amigos y/o vecinos, no se sientan solos.
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