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El Papa animó a personas aisladas por coronavirus a no sentirse solas 

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 15/03/20
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El Papa agradeció a los sacerdotes cercanos al pueblo en la emergencia: “que entendieron bien que en tiempos de pandemia, no se debe hacer el Don Abbondio”En  este cuarto domingo de Cuaresma, 15 de marzo de 2020, el papa Francisco presidió el rezo del Ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano debido a la pandemia del coronavirus en Italia y reiteró su cercanía a los enfermos, a los sacerdotes y a las familias que viven la cuarentena aislados. 

En esta situación de epidemia, en la que nos encontramos viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia”, expresó el Papa.

Después del Ángelus, Francisco lanzó un mensaje para que las personas no se sientan solas o sin la comunión con Dios, pues no pueden participar a las misas en Cuaresma y, posiblemente sientan frustración por el cambio de estilo de vida debido a las restricciones de salir a la calle para evitar contagios de Covid-19. 

“Unidos a Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabeza. Es una unión que se alimenta de la oración, y también de la comunión espiritual en la Eucaristía, una práctica muy recomendada cuando no es posible recibir el Sacramento. Digo esto para todos, especialmente para la gente que vive sola”. 



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El Papa renovó su cercanía “a todos los enfermos y a los que los cuidan. Así como los numerosos trabajadores y voluntarios que ayudan a las personas que no pueden salir de su casa, y los que satisfacen las necesidades de los más pobres y los sin techo”, dijo. 

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En un gesto simbólico tras el Ángelus, el Papa se asomó desde la ventana de su estudio y bendijo a la Plaza desierta e hizo el signo de la cruz dirigido hacia la Ciudad en cuarentena, mientras, el Vaticano ha confirmado que la Semana Santa y la Pascua serán celebradas a puertas cerradas, sin fieles. 

Gracias a los sacerdotes con celo apostólico 

Francisco pidió a los sacerdotes y obispos de estar cerca al pueblo con la oración en estos momentos difíciles. Así recordó la foto del arzobispo de Milán, “solo en el techo, rezando a la Virgen” de esta semana en lo alto del Duomo, fotografiado con las manos unidas, suplicantes de frente a la imagen mariana de cobre, símbolo de la ciudad, colocada en 1774. 

El Papa agradeció a todos los sacerdotes por estar cerca al pueblo “para que no se sienta abandonado’, de distintas maneras “muy creativas”, subrayó, especialmente recordó a aquellos de la región del norte, Lombardia, la zona foco del mayor contagio y donde más pacientes y muertes hay hasta el momento. 

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¿Quién es Don Abbondio?

“Sacerdotes que piensan mil formas de estar con el pueblo…Sacerdotes con el celo apostolico que entendieron bien que en tiempos de pandemia, no se debe hacer el Don Abbondio. Gracias a ustedes sacerdotes”, dijo el Papa. 

¿Quién es Don Abbondio? ‘Don Abbondio’, es un personaje de la famosa obra de Manzonni, I Promessi Sposi, que vive en el pueblo de Lucia y que por miedo a ser amenazado no ha presidido más la misa. Un sacerdote que no es valiente y se ha hecho sacerdote únicamente para vivir tranquilo y adquirir  una posición social de prestigio y así cede a la amenaza de Don Rodrigo y dei Bravi, delincuentes. 

Jesús con una mujer samaritana

En su alocución al introducir la oración mariana, el Papa recordó el pasaje evangélico de este domingo, que presenta el encuentro de Jesús con una mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42). 

Jesús “está en camino con sus discípulos y se detienen en un pozo en Samaria. Los samaritanos eran considerados herejes por los judíos, y muy despreciados. Jesús está cansado, sediento. Una mujer viene a buscar agua y él le pide: “Dame de beber” (v. 7). 


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Dame de beber

Así, rompiendo todas las barreras, comienza un diálogo en el que revela a esa mujer el misterio del agua viva, es decir, el Espíritu Santo, el don de Dios. De hecho, ante la reacción de sorpresa de la mujer, Jesús responde: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva.” (v. 10). 

El Papa aseguró que en el centro de este diálogo está el agua. “Por un lado, el agua como elemento esencial, que apaga la sed del cuerpo y sostiene la vida. Por otro lado, el agua como símbolo de la gracia divina, que da la vida eterna”. 

Ardiendo de sed

“En la tradición bíblica- prosiguió- , Dios es la fuente de agua viva: alejarse de Él y de su Ley conduce a la peor sequía. Esta es la experiencia del pueblo de Israel en el desierto. En el largo camino hacia la libertad, ellos, ardiendo de sed, protestan contra Moisés y Dios porque no hay agua”. 

Luego, afirmó, “por voluntad de Dios, Moisés hace brotar agua de una roca, como signo de la providencia de Dios que acompaña a su pueblo y le da vida (cf. Ex 17, 1-7). 

“Y el apóstol Pablo – agregó-  interpreta esa roca como un símbolo de Cristo, más aún, como una misteriosa figura de su presencia en medio del pueblo de Dios en su camino (cf. 1 Cor 10:4). Porque Cristo es el Templo del que, según la visión de los profetas, brota el Espíritu Santo, purificando y dando vida”. 

Sed de salvación

“Los que tienen sed de salvación pueden sacar libremente de Jesús, y el Espíritu se convertirá en él o ella en una fuente de vida plena y eterna. La promesa de agua viva que Jesús hizo a la mujer samaritana se hizo realidad en su Pascua: “sangre y agua” salieron de su costado traspasado (Jn 19:34). Cristo, Cordero inmolado y resucitado, es la fuente de la que mana el Espíritu Santo, que perdona los pecados y regenera a la nueva vida”. 

El Papa insistió que este don “es también la fuente del testimonio. Al igual que la mujer samaritana, quien se encuentra personalmente con Jesús en vivo siente la necesidad de hablar de él a los demás, para que todos vengan a confesar que Jesús “es verdaderamente el Salvador del mundo” (Jn 4:42), como dijeron más tarde los paisanos de esa mujer”. 

Salvación no está en las “cosas”

“También nosotros, generados a una nueva vida a través del Bautismo, estamos llamados a dar testimonio de la vida y de la esperanza que hay en nosotros. Si nuestra búsqueda y sed encuentran en Cristo la plena satisfacción, manifestaremos que la salvación no está en las “cosas” de este mundo, sino en Aquel que nos ha amado y nos ama siempre: Jesús nuestro Salvador”.  

Al final de la oración, el Obispo de Roma imploró: “Que María Santísima nos ayude a cultivar el deseo de Cristo, fuente de agua viva, el único que puede satisfacer la sed de vida y de amor que llevamos en nuestros corazones”. 

Saludo final 

“Queridos hermanos y hermanas, en estos días la Plaza de San Pedro está cerrada, por lo que mi saludo se dirige directamente a vosotros que estáis conectados a través de los medios de comunicación”, expresó el Papa.

Después del ángelus, Francisco dijo a quienes le siguieron a la distancia: “Agradezco a todos los que rezaron por mí en el séptimo aniversario de mi elección como sucesor de Pedro. ¡Gracias, y sigue haciéndolo! Buen domingo, que tengas un buen almuerzo y adiós”, concluyó. 

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