Aplicando el espíritu de penitencia tal como recomienda la Iglesia, la experiencia del coronavirus tendrá un sentido renovador en nuestras vidas. El coronavirus es un suceso inesperado en nuestras vidas. Nadie imaginaba las consecuencias que iba a tener en el desarrollo normal de nuestras actividades, pero es tan real como que en algunos países y áreas ya se viven medidas tan drásticas como el aislamiento, la cuarentena, la limitación de viajes y reuniones o la saturación de hospitales.
Estamos en plena Cuaresma y esto nos puede ayudar a vivir el coronavirus con un sentido cristiano. ¿Por qué no encajar el coronavirus con la Cuaresma entendida como conversión y acercamiento a Dios?
La Cuaresma nos propone un tiempo para vivir el espíritu de penitencia y ahí está el coronavirus poniéndonoslo en bandeja.
Libertad de decidir qué hago ante el coronavirus
El coronavirus es algo que nos viene dado, pero cada uno puede hacer de esta etapa lo que quiera: unos días de queja estéril y mal humor, o un período de crecimiento personal y de acercamiento a Dios.
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La Iglesia propone tres aspectos para vivir el espíritu de penitencia propio de la Cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna.
Oración
El coronavirus nos puede ayudar a levantar la mirada al cielo, a recordar que somos vulnerables. Con facilidad olvidamos que estamos en las manos de Dios. Ahora que olemos la posibilidad de caer enfermos o que tememos por la salud de nuestros seres más queridos, sabemos que Dios está siempre con nosotros y cultivamos la esperanza.
La Providencia es eso: el cuidado amoroso que Dios tiene de los seres creados. Aunque nosotros nos hayamos olvidado de él, él sigue rigiendo nuestros destinos. Y espera de nosotros una respuesta amorosa.
¿Hemos incluido a Dios en nuestras conversaciones sobre el coronavirus? ¿O nos hemos olvidado de Él y estos días asistimos estupefactos a la sucesión de las noticias? Es momento de reaccionar, ser proactivos y dibujar el mapa entero de nuestra existencia: en nuestra selfie diaria tiene que aparecer Dios.
Si estás en aislamiento o en cuarentena, o se ha reducido considerablemente tu vida social, ¿por qué no organizar un encuentro personal con Dios en la oración? Queda con Él para hablar de tu vida, de tu situación, de tus preocupaciones. Puedes hacerlo en tu habitación o en cualquier lugar de la casa donde puedas tener un momento de recogimiento. Toma el Evangelio. Reza las oraciones que conoces, lee un libro de espiritualidad.
Si llevamos un tiempo apartados de Él (incluso siendo católicos), la Cuaresma es momento de conversión, de purificar y de renovar.
Si tenemos dificultad para recibir los sacramentos, vamos a “crecer para adentro” repitiendo la comunión espiritual (en la que decimos a Jesús que deseamos recibirlo) y vamos a hacer actos de contrición.
El coronavirus puede ser, además, una ocasión propicia para rezar en familia, quizá como nunca podemos hacer: el rosario, el Ángelus a la 12 del mediodía… Eso nos mantiene en presencia de Dios.
Ayuno
El coronavirus comporta un cambio de planes. No podemos viajar, se limitan los desplazamientos, se cierran las escuelas y los comercios… Seguro que cada uno de nosotros sabe en qué cosas esto supondrá un sacrificio, una forma de ayuno. Y la nota propia del cristiano es la alegría, incluso en medio del dolor, de la incomodidad y la preocupación.
Vivir estos inconvenientes con sentido cristiano es ver en ellos la posibilidad de ser como Cristo: vivimos este sacrificio unidos a Jesús, que murió en la Cruz por amor.
Este sentido cristiano del sacrificio nos hace comprender que tiene sentido, por ejemplo, no salir de casa si es por evitar el contagio masivo. Es un modo de vivir la solidaridad y de salir del egoísmo: hay que pensar en los demás y en su bien.
Seguramente habrá que reorganizar el plan de vida personal y ajustarlo a lo que más convenga a la familia y a los vecinos. Habrá que obedecer a las autoridades sanitarias y políticas. Obedecer, sí, ¡con lo que nos cuesta a los de mentalidad latina!
Prepárate a vivir el sacrificio en casa. Será en cosas pequeñas pero esenciales para la convivencia: detalles de servicio, adelantarse a los que necesiten los demás, roces de carácter, choques por el nerviosismo de estar en casa y no poder salir, gestión de los niños, problemas laborales, no levantar la voz, paciencia, comprensión…
Limosna
El espíritu de penitencia se manifiesta en darnos y dar de lo nuestro.
Para un cristiano, la preocupación social es una manifestación de sentirnos parte de la familia de Dios: no olvidamos a nadie. Por eso sacrificarnos pensando en la salud de las personas que corren más riesgo es un deber que cumpliremos gustosamente.
Los días de esta Cuaresma del coronavirus puedes proponer un ahorro familiar y darlo a los pobres, a la Iglesia.
Cáritas necesitará más que nunca salir en ayuda de personas que van a quedarse sin trabajo a causa del coronavirus (desde trabajadores eventuales de colegios hasta conductores de transporte escolar pasando por dependientes de comercio).
Podéis calcular cuánto ahorras (cuánto quieres ahorrar) y hacer bote: el transporte, la gasolina, las actividades extraescolares…
Los niños y adolescentes pueden ser muy conscientes de que participan en la limosna con sus pequeños ahorrillos.
Recuerda que también por internet puedes dar limosna.
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