En la Audiencia general del miércoles, el pontífice ha continuado su reflexión sobre las bienaventuranzasEl papa Francisco invitó amar en abundancia pidiendo a Dios la gracia: “De amar con la sonrisa, de amar con la cercanía, con el servicio y también con el llanto”. Lo dijo durante la audiencia general del miércoles 12 de diciembre de 2020 en el aula Pablo VI del Vaticano.
“Si tenemos siempre presente que Dios “no nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras faltas” (Sal 103, 10), vivimos en la misericordia y en la compasión, y el amor aparece en nosotros”, agregó.
«Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados», ha sido el tema de la reflexión de hoy, en el marco del ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas.
Francisco instruyó hoy a los fieles sobre “el dolor interior que nos abre a una auténtica relación con el Señor y con el Prójimo”. Se trata de una “actitud fundamental en la espiritualidad cristiana”.
Llanto de luto
Respecto al dolor que acerca al amor de Dios y el prójimo, el Pontífice señaló el primero: la aflicción causada por la muerte o por el sufrimiento de alguien que amamos.
Es decir, aludió al significado del luto, “que es siempre amargo y doloroso, que paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo”.
Algunos detalles en Imágenes de la Audiencia
Llanto por el mal ocasionado
El segundo, un llanto por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo.
Así, indica “el llanto por el mal ocasionado, por el bien que no se hizo y por la deslealtad a la relación con Dios; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del Señor hacia nosotros, por el bien que no quisimos hacer, por no haber querido a los demás”.
“El dolor por haber ofendido y herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don Dios y obra del Espíritu Santo, siempre nos perdona y corrige con ternura”, añadió.
Pedir perdón a Dios
La belleza del arrepentimiento, la belleza del llanto, de la constricción, remarcó. Sucesivamente, Francisco insistió sobre una gracia para pedir a Dios: “Señor que yo pueda entender el pecado que he hecho o que puedo hacer. Este un dono muy grande. De entender esto, entonces el llanto del sufrimiento llega”.
La vida cristiana – afirmó – tiene en la misericordia su máxima expresión. Sabio y valiente es aquel que ha acogido el dolor relacionado con el amor porque recibirá la consolación, del Espíritu Santo que es la ternura de Dios que perdona y corrige.
“Dios siempre perdona, no se olviden de esto. Dios siempre perdona hasta los pecados más graves, siempre. El problema está en nosotros que nos cansamos de pedir perdón. Este es el problema: cuando uno se cierra y no pide perdón”.
En otro momento, el Pontífice que exploró el dolor como dimensión de la compasión y el amor, pidió oraciones por China y sus ciudadanos en el contexto de la difusión del corona virus que ha causado hasta ahora más de mil víctimas y por el pueblo de Siria y la guerra que cobra vidas civiles, especialmente de niños.
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Por último, Francisco saludó a los peregrinos: “Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro corazón amar. Que Dios los bendiga”.