Obsesionarte por lo que no tienes te ciegaEl día que acabé la carrera fue uno de los días más tristes de mi vida. Había logrado el título que tanto había soñado. Durante años antes de entrar en la Universidad y durante otros cuantos estudiando y trabajando para alcanzarlo. Y por fin lo tenía. Todo aprobado. Pero no sabía qué hacer. Había conseguido el ansiado objetivo, pero no sabía cómo disfrutarlo. No lo celebré -entonces las Universidades no tenían normalizados los actos de graduación-. Todavía hoy me pregunto, ¿cómo es posible?
Muchos psicólogos lo explican como la insatisfacción de alcanzar un objetivo: si lo tienes, ya no vale. Necesitamos el siguiente reto, porque lo que hemos conseguido ya no nos aporta. Como si al alcanzarlo dejara de tener valor. Error.
“Si lloras por no ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Rabindranath Tagore
Seguro que escribiste esta cita cuando eras adolescente. Pero se nos olvida. Nos cegamos con lo que no tenemos, y no vemos lo que sí. Ahora quiero un coche mejor, un trabajo en el que me paguen más, viajar más cada año, una casa más grande, un marido más ordenado, más guapo, un hijo que saque mejores notas, verme más joven…
La obsesión por lo que no tenemos puede no permitirnos ver lo que ya sí tenemos. No sólo no verlo, sino minusvalorarlo. Lo que nos convierte en infelices tengamos lo que tengamos. En envidiosos del que tiene más.
Y la publicidad y el fast world en el que vivimos nos lleva hasta ello. Pero no es sólo en lo material. Porque esta insatisfacción que nos lleva a querer más, a consumir más, también se proyecta sobre nuestras relaciones sociales. Y queremos una novia más guapa, una vida social más activa, más seguidores en Instagram…
Celebra
La insatisfacción perenne, la que pone el foco en lo que no tengo, es tan cegadora que solo crea frustración. ¿Te has parado a pensar en lo que sí tienes? Tu vida, tu familia, tu trabajo, sea como sea, tiene mucho de positivo.
Claro que hay que tener una ambición natural para mejorar en todos los ámbitos de la vida, pero también tenemos que mejorar nuestro conformismo. Un vocablo visto a veces con negatividad, ¿a que sí?
Pero ser feliz con lo que se tiene es positivo. Es un regalo. Por eso, celebrar es tan importante: la graduación, porque conseguiste ese título -ese que yo no celebré-; un cumpleaños, porque estás vivo. El de tus padres, el de tus hijos, el de tus amigos. Un aniversario de pareja, un aniversario en el trabajo…
La publicidad quiere vender
La sociedad nos lleva a fijarnos mucho en lo que no tenemos. Claro, es la base de la venta. Si nos centráramos en que tenemos un coche fabuloso, no aspiraríamos a comprar un nuevo. Ni más ropa. Si mi piel me pareciera hidratada y fabulosa, no buscaría nuevas cremas, nuevos tratamientos…Es la base del consumismo: aún no tienes todo lo que quieres.
En psicología se conoce como el ‘sesgo negativo’ y nos lleva a obsesionarnos con lo que no tenemos. No tengo el móvil que me gusta. Y le darás vueltas, y rondará tu cabeza… y buscarás cómo comprarlo porque el que tienes te genera insatisfacción. Analízalo cada vez que quieras comprar algo. Esos nuevos vaqueros. Esa nueva bici…
Quéjate menos (y valora más)
Sí, piensa en tus conversaciones diarias: muchas veces nos centramos más en quejarnos. De algún modo, parece que en la sociedad hablar de lo bueno es ser ostentoso, como presumir de más.
Habla de lo genial que es tu padre, en vez de quejarte de él. Por cierto, es algo que sí hacemos con los hijos, ¿verdad? Que si saca buenas notas, es muy bueno… ¿A que te da paz?
Aplícalo al resto de familiares, a tu pareja, a tus compañeros de trabajo. En vez de criticarles, recuerda algo bueno. No te centres en la queja, en algo que un día hizo mal.
Si te cuesta, intenta ponerte en los zapatos del otro: a veces no entendemos determinados comportamientos por falta de comunicación o porque no nos paramos a pensar.
Y lo mismo con lo material, piensa en lo bueno de tu trabajo, de tu casa, de tus vaqueros preferidos…
No seas tan perfeccionista
¡Ay, la perfección! Si existiera ya no tendríamos objetivos, ¿verdad? Esa perfección que busca la publicidad. Que exhiben los influencers en redes sociales, esos a los que tanto buscan la marcas.
El perfeccionismo llegado al extremo es la insatisfacción absoluta. El hijo perfectísimo. La casa perfectísima. El trabajo más divino. Vale, puedes ser perfeccionista con ánimo de mejorar pero con unas perspectivas realistas.
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