El trabajo de los profesionales en atención temprana ayuda a niños con problemas de aprendizaje a crecer en autonomía y autoestima porque celebran cada hito alcanzado como una gran victoria
Terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, psicólogos, logopedas… Todos ellos son profesionales a los que un padre no piensa que vaya a tener que acudir con su hijo durante los primeros años de su infancia.
De hecho, la mayoría no saben qué es, ni en qué consiste la atención temprana, también llamada estimulación precoz.
Personalmente, como madre de dos niños con Síndrome de Down, reconozco que hasta que no me topé con esta realidad, no sabía de la existencia de estos programas y ahora, me faltan palabras para realzar la importancia del trabajo de estos profesionales en el desarrollo de un niño con algún tipo de discapacidad o retraso madurativo.
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¿Qué es la Atención Temprana?
La Atención Temprana es el conjunto de terapias dirigidas a niños con algún tipo de trastorno en su desarrollo, y también para aquellos que tienen algún riesgo de sufrirlo.
Estas terapias pueden ser cruciales para mejorar su evolución, y debido a la plasticidad neuronal en edades tempranas, comenzar lo antes posible es de vital importancia para obtener mejores resultados.
Estos especialistas buscan mejorar el desarrollo físico, psicomotor, el del lenguaje, e incluso las habilidades sociales de estos niños con los trabajan a veces desde su primer mes de vida hasta los seis años de edad. Por eso, resulta emocionante notar la evolución tanto en el desarrollo del niño como en el vínculo que se crea con la terapeuta.
Es difícil de imaginar cuando un padre lleva a su hijo por primera vez a una sesión de estimulación precoz, cómo ese profesional, en cuyas manos no solo deja a su hijo sino también sus esperanzas de encontrar en ellas ayuda y mejoría, acaba celebrando cada hito alcanzado por el niño como si fuera un miembro más de la familia (de la que, de alguna manera, acaba formando parte).
Son profesionales que, sin duda, trabajan por vocación. En su día a día buscan mejorar la vida de niños afectados por diferentes enfermedades, discapacidades, trastornos en el aprendizaje o retrasos. Niños que llegan acompañados por padres muchas veces preocupados a los que también atienden y tranquilizan con su gran labor.
Pilar Vilarocha, psicóloga y directora de uno de los centros de Atención Temprana de la Fundación Down de Zaragoza, señala “la importancia del papel del psicólogo con respecto a la familia en el proceso de comprensión y aceptación de la situación de su hijo, además de acompañarles en el proceso educativo del niño para los que les ofrece pautas que favorezcan su desarrollo”.
Su actitud con respecto a las familias sirve de gran ayuda, sobre todo cuando los padres aún están abrumados ante el diagnóstico de su hijo, que en la mayoría de ocasiones, produce un shock considerable. “No todos los padres reaccionan de la misma forma, y en algunos casos necesitan un acompañamiento emocional importante”, señala esta psicóloga.
Pero el trabajo de los psicólogos no solo recae en los padres. Con los niños tratan de potenciar su desarrollo personal, afectivo y social. Además, su trabajo continúa en el entorno social, tratando de sensibilizar y dar a conocer las diferentes discapacidades y trastornos del desarrollo. Es necesario quitar miedos y estigmas sobre la discapacidad y para ello, la información que estos profesionales pueden aportar a la sociedad es importante.
Crecer con esperanza
Ángela Martín Ávila, logopeda en el mismo centro, destaca lo emocionante que le resulta ver los avances que dan los niños con los que trabaja. “Por pequeños que sean, para nosotros como profesionales, para las familias y para ellos mismos es crecimiento, es esperanza, es un “¡sí puedo!”.”
Ángela reconoce que se le han caído las lágrimas al oír a una niña con Síndrome de Down decir una frase completa de corrido. No es para menos, su trabajo influye directamente en el desarrollo del lenguaje de niños con trastornos en éste área.
Concretamente, en el síndrome de Down, el habla suele tardar en aflorar y acompañarles desde antes de que aparezcan las primeras palabras, trabajando su musculatura oro-facial o su respiración es importante para que el lenguaje surja de manera más fluida.
También en casa
Verónica Martín es maestra especializada en audición y lenguaje. De su trabajo destaca su propio aprendizaje: “Los niños nos dan lecciones de constancia, esfuerzo, alegría y superación”. Señala también que, para que el tiempo de trabajo con ellos dé sus frutos, es necesaria la coordinación e implicación con las familias y centros educativos, algo que no siempre es fácil de conseguir.
Para una buena estimulación del niño es clave que los padres conozcan lo que están trabajando con sus hijos e implementarlo en el ámbito doméstico a través del juego o de las tareas diarias.
Tal vez, las terapias más visibles y evidentes son las de fisioterapia y psicomotricidad que buscan estimular el desarrollo físico y motor de los niños para sacar todo su potencial.
Virginia Oliver decidió ser terapeuta ocupacional tras conocer más de cerca esta profesión fruto de una experiencia personal. “Con nuestro trabajo buscamos alcanzar el mayor grado de autonomía posible en la vida diaria del niño”, indica al tiempo que afirma que “poder vivir de cerca la espontaneidad de los niños, aquello cuando se les permite ser ellos mismos, es fascinante. Es una suerte.”
Lo cierto es que es maravilloso comprobar cómo consiguen resultados a través del juego, que, al fin y al cabo, es la principal actividad que realizamos durante la infancia.
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En el caso de Pilar Casales, el interés por la fisioterapia se despertó a los 15 años, al pasar todos los días por un hospital especializado en rehabilitación neurológica: “Poco a poco mi sensibilidad e interés hacia la discapacidad fue en aumento. Fue durante la carrera, cursando fisioterapia pediátrica, donde se me despertó la curiosidad por la discapacidad en la población infantil.”
Define la atención temprana como “mucho más que el tratamiento o prevención de alteraciones en el desarrollo. Es respetar tiempos, es comprender y respetar diferentes formas de expresión, es ver el motor de muchos procesos del desarrollo, es, en definitiva, acompañar en los diferentes caminos que la gran mayoría de las familias no eligieron.”
Tanto ella, como Virginia, coinciden en que lo más difícil es esto último, ya que deben medir cada palabra y gesto para no crear falsas expectativas, sin hacer perder las esperanzas de los padres, o del propio niño.
La Atención Temprana acompaña a los niños que la necesitan y a sus familias durante los primeros años de vida. Años clave para inculcarles valores como el trabajo y el afán de superación, pero también para transmitirles confianza en sí mismos. Valores que les resultarán de gran ayuda a la hora de desarrollar su autonomía. El papel de estos terapeutas es por tanto imprescindible para alcanzarla. Gracias a todos y cada uno de vosotros.