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El Mesías (o no), llega a Netflix

MESSIAH
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Ramón Monedero - publicado el 15/01/20
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La última serie de Netflix juega a imaginar qué pasaría si un hombre dijera en Tierra Santa que es el Mesías. ¿Qué ocurrirá?

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La propuesta no puede resultar más interesante pero al final no es gran cosa, resulta demasiado desequilibrada y además no se posiciona, supongo que para contentar a todos a pesar de que algunos se empeñen en decir de ella que es polémica

Nadie le puede negar a Mesías, disponible en Netflix, que tenga un punto de partida interesantísimo. ¿Se imaginan que el Mesías apareciera en el mundo actual? De entrada, a buen seguro, sería un personaje sospechoso por definición.

En cuanto reúne a un puñado de seguidores lo primero que hace es plantarlos en la frontera de Israel provocando el consiguiente revuelo en estado hebreo.

La CIA no tarda en ponerle el ojo encima y de pronto la popularidad de este tal Al-Masih (Mehdi Dehbi) crece como la espuma. Al parecer hace milagros y están colgados en Internet, todo el mundo puede verlos.

Así es como arranca Mesías. La pena es que semejante propuesta, repleta de intrigas religiosas, éticas y políticas no esté bien compactada. Es decir, rara es la serie que no tiene altibajos pero es que lo de Mesías es un poco desmedido.

Hay mucho relleno y a la serie les cuesta avanzar una barbaridad. Son diez episodios, algunos de ellos verdaderamente agónicos y a veces incluso da la sensación de que las cosas no avanzan.

Dicho esto, de Mesías se pueden rescatar algunas cosas, aunque haya que hacer ciertos esfuerzos. Detrás de esta serie está Michael Petroni, un escritor australiano que también ha escrito los guiones de películas como Las crónicas de Narnia. La travesía del viajero del Alba, El rito o La ladrona de libros, todas historias con cierta connotaciones éticas y morales y sobre todo, católicas.

Mesías aspira a ser una aproximación moderna y más o menos realista a un hipotético advenimiento. La cuestión que flota durante toda la serie es, ¿es realmente el Mesías? La impresión que a mí me dio esta serie es que sus responsables no se quieren posicionar.

Es decir, se ofrecen tantas razones para suponer que realmente se trata de un enviado divino como para sospechar que es un farsante.

La cosa no queda del todo clara. Hace milagros sí pero nunca son expuestos en la serie con toda claridad. Siempre resultan un tanto ambiguos. Sabemos lo que ha pasado más por lo que cuentan sus personajes que por lo que hemos visto. Ahí hay un matiz y también la fe de cada uno, está claro.

Durante toda la serie los argumentos a favor y en contra del personaje se entrelazan, supongo para que no haya problema con vistas a una segunda temporada. Así los ateos y/o agnósticos que hayan podido quedar atrapados por su hipotética tensión más propia de un thriller político, no tendrán nada que reprocharle a la serie.

Al mismo tiempo, los creyentes podrán verla contentos porque hay signos y evidencias mesiánicas, un tornado que lo arrasa todo y únicamente deja en pie una iglesia, andar sobre las aguas, resucitar a los muertos…

Como digo la propuesta es interesante pero insisto, no se posiciona. Algunos han tratado de levantar cierta polémica sobre ella, sobre todo desde el Islam, aunque en el fondo todo sea muy simplista en este sentido.

Es cierto que la serie toca temas polémicos, pero no creo que sean religiosos, más bien sociales (las fake news), políticos (el intervencionismo de Estados Unidos fuera de sus fronteras) y desde luego, la situación en Oriente Medio y el eterno problema entre Israel y Palestina.

¿Pero religioso? Ofenderse por una trama que además es, por momentos, aburrida, no tiene mucho sentido. Además, yo, honestamente, solo he visto buenas intenciones en su mensaje, bondad, espiritualidad, confianza, familia, esperanza…

Puede que a veces los diálogos resulten un poco pomposos y vacíos de significado, pero hay cierta coherencia en su conjunto si uno se pone a desgranar lo que dicen los personajes.

Aún así, insisto, lo peor de todo es que no se mantenga el interés durante los diez episodios que dura la serie porque al fin y al cabo, es de entretenimiento, y no de religión, de lo que estamos hablando. Esto es importante. Tan pronto se dispara la atención como nos sorprendemos a nosotros mismos bostezando. Esto sí que es carne de polémica.

Hablando en serio. No es gran cosa la verdad y además tampoco propone nada nuevo. Además, como ficción, lo cierto es que importa poco que el tal Al-Masih sea o no el Mesías. Todos los que creemos sabemos realmente de qué va esto.

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