Antes de elegir a tu compañero de vida es importante primero estar bien contigo mismo
Todos queremos elegir bien cuando se trata de alguien tan importante. Elegimos lo mejor que podemos, de acuerdo a las circunstancias que nos han tocado vivir y la proyección que le hemos dado a nuestra vida, pero un punto central para hacerlo bien es estando en un estado de paz, bienestar y plenitud personal. Estar lo mejor que podemos estar.
Sentirse satisfecho con uno mismo y no necesitar de otro es clave para poder estructurar relaciones más sanas y con mejor pronóstico. No se trata de medias naranjas, sino de ser lo más completo posible y elegir sin ansiedad, tranquilo, satisfecho y sin miedo a la soledad.
¿Soy capaz de estar solo?
Salir a buscar desesperadamente para llenar un vacío nos pone en una situación vulnerable. Primero es mejor aprender a estar solo y no caer en una relación de apego o dependencia donde el motor que nos mueve es el miedo a la soledad en vez de ser el amor haciendo que nuestra felicidad dependa enteramente del otro.
Estar solo no es algo triste. Al final, es aprender a estar acompañados porque la realidad es que pasaremos toda la vida con nosotros mismos. Ser capaz de estar bien solo es un ejercicio interior que nos aporta muchos beneficios entendiendo mejor lo que somos o no somos y lo que queremos de verdad para entregarnos a otro con todo nuestro ser.
¿Puedo relacionarme conmigo mismo?
Estar con uno mismo nos da la oportunidad de ser conscientes del momento presente y vivirlo con mayor plenitud. Solo una persona plena, satisfecha y feliz con la vida que lleva, puede construir la felicidad con alguien más a su lado.
Se trata de saber llevarse bien y comunicarse desde los afectos, el lenguaje del cuerpo y el espíritu; saber retarse, mimarse, escucharse y orientar los esfuerzos para tomar acciones que respondan a nuestros sueños profundos con el propósito de trabajar para ser nuestra mejor versión, sincera y con todo su potencial.
¿Me siento en paz o hay algo que no tengo resuelto?
Elegir a alguien como una fuente de autoayuda pone a las personas en una dinámica tóxica utilizando casi inconscientemente el amor del otro como una distracción de aquello que a uno le molesta y, de algún modo, lo hace responsable de sus carencias. Se reducen las posibilidades de amar bien.
Para tomar buenas decisiones es importante hacerlas en estado de paz. Varias razones nos pueden alejar de ella: personas, situaciones o eventos que tal vez llevamos arrastrando desde hace tiempo.
Si hay algo que tenemos que hacer para acercarnos a la paz, es momento de hacerlo pronto: enfocarnos en dar un paso, sanar heridas y recuperarla.
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