La Befana, una antigua tradición en Italia para el día de la Epifanía
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En toda Italia, el día de la Epifanía los niños cuelgan sus calzas esperando que llegue la Befana, quien les traerá dulces si fueron buenos, o carbón en el caso de que no se comportaron bien.
¿Pero quién es la Befana? Esta es su historia:
Muy cerca de Belén vivía una joven que se llamaba Befana, era muy hermosa pero con un pésimo carácter. Le gustaba criticar siempre a los demás, y por supuesto nunca consiguió esposo porque no había pretendiente que le cayera bien, todos tenían para ella miles de defectos.
Era muy egoísta y prácticamente obsesionada de la limpieza, por eso siempre tenía la escoba en mano. Poco a poco pasaron los años y ella se quedó cada vez más sola volviéndose cada vez más mala y amargada. En el pueblo la comenzaron a llamar “la bruja”.
Cuando ya no tenía más que limpiar con su escoba, se ponía a tejer calzas para calmar sus nervios y su soledad. Era demasiado orgullosa para admitir que necesitaba algo de amor y demasiado egoísta para darle algo de su amor a alguien.
Pasaron los años y nuestra Befana, a fuerza de ser mala, también se volvió fea y cada vez más odiada por todos. Cuanto más se sentía odiada por todos, más mala y fea se volvía.
Había apenas cumplido 70 años cuando una caravana con mucha gente y varios camellos llegó a su pueblo. Curiosa como era, se acercó para ver qué sucedía y vio a tres importantes reyes muy bien vestidos.
Era la noche del 5 de enero, y en medio de la noche sintió golpear su puerta. Befana muy nerviosa fue a ver quién era, ya que desde hacía muchísimos años ninguno golpeaba a su puerta.
Cuando abrió vio a uno de los tres reyes, que gentilmente le pedía hospedaje en su casa para recobrar fuerzas y seguir su camino hasta Belén.
El hombre era tan educado y amable con ella, que olvidó su temperamento por un momento e incluso se ofreció a hacer algo para comer. El rey le explicó por qué habían viajado. Iban a buscar al niño que salvaría al mundo del egoísmo y la muerte.
Al día siguiente el rey la invitó a acompañarlos en el viaje, ella no aceptó. Entonces le comentó que llevaban de regalo incienso, oro y mirra, y le preguntó si ella quería también ofrecer algo de regalo al Salvador.
No pudo negarse y tomó uno de sus calcetines, solo uno, y le agregó una nota que decía: “Para Jesús”. El rey mago, agradeciendo se marchó.
Pasaron 30 años y Befana, siempre oía llegar noticias de un cierto Jesús de Nazaret que nació en Belén, y que prodigaba tantos milagros. Ella entendió que era aquel Jesús al que un día regaló uno de sus calcetines.
Luego llegó la noticia de que Jesús había sido asesinado y que había resucitado después de tres días. Befana tenía entonces 103 años.
Oraba y lloraba todas las noches, pidiéndole perdón a Jesús, por sus grandes actos de egoísmo que tuvo en toda su vida.
Y una noche, Jesús resucitado se le apareció en sueños y le dijo: “¡Ánimo Befana! Te perdono y te daré vida y salud nuevamente por muchos años. El regalo que no viniste a traerme cuando era niño ahora lo llevarás a todos los niños de mi parte. Volarás desde todos los extremos de la tierra en tu escoba de paja y llevarás un calcetín lleno de dulces y regalos a cada niño que hizo el pesebre para Navidad. Pero solo al niño que fue bueno y no egoísta; de lo contrario, pondrás carbón en su calcetín esperando que al año siguiente el niño sea más generoso”.
Y así Befana obedeció a Jesús, y todas las noches del 5 de enero, pasa a llenar los calcetines de los niños con dulces, o carbón según sea el caso.