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Venezuela: primer país del mundo en quedarse sin glaciares

Glaciar Venezuela

Miguel Regalado - Shutterstock

Macky Arenas - publicado el 05/01/20

Resiste el último centinela de Los Andes

Hace 85 años llegó la primera ascensión exitosa al pico Bolívar, el punto geográfico más alto del país. Era una expedición compuesta por Enrique Bourgoin, Heriberto Marquez y el guía Domingo Peña. Ellos lograron su objetivo.

Fue todo un éxito pues se trata de una formación montañosa impresionante y majestuosa, con nieves eternas y unos paisajes espectaculares. Pero eso de “nieves eternas” está hoy en cuestionamiento.

La causa es el deshielo. A finales de los  años cincuenta hubo intentos de construir el teleférico (funicular) más alto del mundo pero la nevada fue tan fuerte que el proyecto se pospuso hasta que por fin se logró realizar el proyecto (1961) que llega hasta el Pico Espejo.

Hasta nuestro país llegó gente de Noruega, Alemania, Estonia y otros lugares, durante los años 1956 y 1961, a esquiar allí. La pista de esquí sobre el Pico Espejo estaba entre las cinco más elevadas del mundo.

“Fue genial –dice la periodista de investigación Helena Carpio, con quien conversamos para obtener estos certeros datos- pues los que llegaron tuvieron que subir en mula hasta las pistas, ubicadas a más de tres mil metros desde la ciudad de Mérida. En aquella época no habían carros que subieran por cableado eléctrico, como los hay en la actualidad”.

En apenas 50 años, todo cambió

Comienzan a realizarse temporadas de esquí en aquél pico durante la década de los sesenta. Mucha nieve y condiciones adecuadas. Pero luego, lamentablemente, poco a poco fue reduciendo la cantidad de nieve. No había suficiente y diez años después el cambio climático lo hizo imposible.

Lo sorprendente, le acotamos, es la velocidad con que este fenómeno se ha venido produciendo. “Cierto -dice ella- y se acelera. Hay datos de que Pierre Bourgoin (el cual fue un botánico muy famoso, profesor de la Universidad de Los Andes y la primera persona con un microscopio en la ciudad de Mérida) quien era montañista, subió a la cumbre del Pico Toro y comprobó la existencia de grietas de más de 16 centímetros de profundidad, en línea recta de 16 metros! Cincuenta años después, ya no quedaba glaciar en la zona”.

También da cuenta de un estudio muy respetado, publicado el año pasado el cual expone como en los últimos 30 años, la cordillera de Los Andes ha perdido entre el 30% y el 50% de su área glaciar. La aceleración del derretimiento, de que habla la periodista –y que desvela al papa Francisco-, es real y constatable.

Pronóstico aterrador

Hay muchos factores que intervienen en el proceso y que pueden variar, por lo cual es complejo ofrecer una estimación de cuándo perderemos nuestro último glaciar.

Pero los expertos concuerdan en que podrían ya no existir en una década. Es decir, mañana, a juzgar lo rápido que pasa el tiempo. Es aterrador comprobar cómo el deshielo puede conseguir que nos convirtamos en el primer país del mundo en perder todos sus glaciares.

Los cierto es que resiste el último de estos hielos eternos: el glaciar La Corona. Años atrás, este solía cubrir una gran extensión de los picos Humboldt y Bonpland, pero hoy solo una capa de 200 mil metros cuadrados se posa sobre el primero de ellos. Está ubicado sobre el pico Humboldt y conserva apenas 0,2 kilómetros cuadrados de nieve. Tiene los días contados. Una tragedia.

Muchas personas podrán pensar en que no les incumbe este problema, que eso está muy lejos de las grandes ciudades, que sus efectos los sufrirá el clima pero que, al fin y al cabo, seguiremos viviendo tranquilos. Es la típica actitud frente a la depredación y/o la degradación del ambiente que no repara en las consecuencias ecológicas que los cambios en el entorno climático pueden acarrear.

Los glaciares son centinelas

Así los llama Helena, experta investigadora sobre temas ambientales. Los glaciares nos están ayudando a entender mejor el cambio climático. Son unas masas de hielo gigantescas que internalizan los cambios y variaciones en el clima de manera muy rápida tanto en  grosor como en longitud.

Aparte de que hay estudios que se hacen con cilindros. Los científicos perforan el glaciar y extraen unos cilindros. Dentro de ellos vienen burbujas de oxígeno que quedaron capturadas hace más de 8 mil años cuando cayeron las primeras nieves y formaron el glaciar.

Gracias a esas burbujas podemos saber cuál era el nivel de bióxido de carbono de la atmósfera, cuánto metano había, cuánto llovió ese año, si hubo erupciones volcánicas, si hubo grandes cambios geográficos en la zona. Los glaciares nos aportan información privilegiada, por necesaria, para entender el planeta, su pasado y para comprender cómo funciona, cuáles son los mecanismos y para dónde vamos.

“Además –explica Helena- los glaciares conservan el 70% del agua dulce del planeta. Muchos de los ríos –esto ocurre con países latinoamericanos aunque Venezuela no es el caso- dependen de los glaciares para sobrevivir millones de personas; y no solo estamos hablando de propósitos agrícolas u hogareños, sino que también los ecosistemas dependen de esas aguas dulces que guardan niveles de algas  y microorganismos muy específicos. Si esa agua deja de fluir por allí, muchos animales endémicos, que solo existen allí que, sencillamente, van a desaparecer”.

Es triste decir que toda esa información que aportan los cilindros extraída de los glaciares se perderá con el derretimiento.

“Es una pérdida gigantesca –subraya- y uno de los síntomas del cambio climático. No es el único pero es uno de ellos. También es una pérdida para los montañistas que nos encanta el hielo y subir a las cumbres. Lo vamos a perder.  Hay culturas para las cuales el asunto es más serio pues los glaciares son parte de su identidad y pasarán por el trauma de verlos desaparecer”.

En un trabajo de Jeanfreddy Gutiérez Torres y María Fernanda Rodríguez, aparecido en noviembre pasado en el portal Mongabay, se lee: “Los Andes tropicales concentran en tan solo el 1 % del área del planeta, unas 45 000 especies de plantas —20 000 de ellas endémicas, es decir, especies que no habitan en ninguna otra parte del mundo— y 3400 de animales vertebrados”.

“En la porción que alberga Venezuela, que son los 500 kilómetros de la Cordillera de Mérida, se han identificado 16 especies endémicas y seis de ellas son mamíferos, como el venado del páramo de Mérida. Hay que sumar a la biodiversidad del área las diez especies de mariposas Redonda y 11 especies de fauna amenazadas y en peligro crítico.

Y esta es solo una parte de lo que se puede perder.

Durante años, los científicos de la ULA -Universidad de Los Andes- dedicaron innumerables horas de trabajo para armar una colección bacteriológica extraída completamente de los glaciares”.

La humanidad es muy terca

Habría manera de detener el proceso “pero la humanidad es muy terca –insiste Helena-. Si bien es cierto que nos encontramos en un período interglaciar con tendencia a calentar, también es cierto que no tenía por qué ser a este ritmo y a esta velocidad, ni a estas magnitudes. Es totalmente anormal lo que ocurre. Hay muchas cosas que podríamos hacer pero los cambios tendrían que ser estructurales y sistémicos”.

Indica que podríamos llevar a cabo cambios individuales como consumir menos carne, gastar menos electricidad, manejar menos autos contaminantes, reducir el consumo de plásticos. Pero, de fondo, si los gobiernos y las grandes empresas no adoptan esos cambios estructurales como políticas, es poca la incidencia que podríamos tener los particulares.

“Fíjate –precisa Helena- un vuelo Caracas-Miami produce la misma cantidad de dióxido de carbono que puede producir una persona, en todo el año, en más de treinta países del mundo. Un solo vuelo!. Eso te da una idea de la cantidad y envergadura de cambios estructurales que debemos adoptar para revertir o frenar lo que está sucediendo. Y la realidad es que no lo estamos haciendo y no nos damos cuenta de lo grave que es”.

Son cambios en la vida de las empresas, gobiernos y personas, muy difíciles de ejecutar y hasta, siquiera, de plantear.

Los hieleros

Para un reportaje muy especial se buscó a gente anciana que viviera en esos valles y recordara los glaciares, relata Helena Carpio. A través de un programa de radio que se transmite por todas las aldeas de Los Andes se requirió a personas que recordaran los glaciares y pudieran dar testimonio de cómo se vivía con ellos. Apareció un señor llamado Francisco Castillo, con más de 90 años de edad, viviendo en una aldea de apenas cuatro casas. Sus familiares subían al Pico Bolívar, picaban el hielo con machetes, lo bajaban y lo vendían en Mérida.

Ese hielo se usaba para conservar los alimentos en tiempos sin artefactos eléctricos como neveras y congeladores. Igualmente servía para hacer “raspados”, hielo picado muy pequeño que bañaban con néctares de diversos sabores y vendían en conos de papel o vasos de carton fino, muy famosos en toda Venezuela, especialmente en zonas y épocas de calor.

Los hieleros eran verdaderos escultores que cincelaban el grueso panel congelado del glaciar con un machete y la ayuda de un martillo, a fin de poder cargarlo y descender a la ciudad.

Desde esas hermosas y pretéritas estampas andinas (años 1.800) , ya se percibía un cierto derretimiento en los glaciares evidenciado en “los huequitos” de que daban fe aquellos escaladores, conocidos y recordados como los hieleros.

Las famosas “Cinco Águilas Blancas” son los cinco picos que alberga la Sierra Nevada de Mérida: el Bolívar (4978m); el Humboldt (4942m); el Bonpland (4883m); El Toro (4758M) y El León (4720M).  Son, en sentido figurado, las águilas de las que habló Don Tulio Febres Cordero (*) en su obra del mismo nombre. En esa  hermosa leyenda, cantó a la imponente cordillera andina.

Aún cuando se divisa nieve cubriendo estos picos, el Humboldt es el único que conserva una masa glaciar que bordea el 1 %, según un reporte de la Nasa del 28 de agosto de este año. Una sola de las cinco águilas blancas resiste los embates del deshielo, augustos glaciares de los cuales ya no va quedando sino el recuerdo.

(*)Tulio Antonio Febres-Cordero Troconis, fue un escritor, historiador, profesor universitario y periodista .-

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