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¿Nuestro destino está escrito?

I LOST MY BODY
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José Ángel Barrueco - publicado el 24/12/19
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‘¿Dónde está mi cuerpo?’, filme de animación sobre pérdidas, porvenir y reencuentros   

En La mano (Oliver Stone, 1981), aquella película de serie B en la que destacaba un grandioso Michael Caine, éste interpretaba a un dibujante de cómics que sufría la pérdida de una extremidad en un accidente de tráfico. Dicha mano desaparecía de la escena para reaparecer convertida en una especie de monstruo maligno, atacando a las personas e incluso intentando estrangular al hombre al que perteneció.

Parece como si los artífices de ¿Dónde está mi cuerpo? (J’ai perdu mon corps), también conocida por el título inglés, I Lost My Body, el sorprendente y premiado filme de animación de Jérémy Clapin, hubieran cogido la premisa de Oliver Stone para darle una vuelta de tuerca al argumento en su película (basada, por otra parte, en la novela de uno de los guionistas: Guillaume Laurant, quien escribiera Amelie junto a Jean-Pierre Jeunet).

Aunque I Lost My Body comienza también con la amputación de un miembro durante un accidente laboral, aquí, al contrario que en el filme de los 80, esa mano no alberga intenciones malignas y sólo quiere juntarse de nuevo con su antiguo dueño, Naoufel, un muchacho huérfano que trabaja repartiendo pizzas.

Esa mano debe recorrer París para regresar al edificio donde vive el cuerpo del que fue cortada, igual que lo haría un perro abandonado en la cuneta por sus dueños: la memoria siempre vuelve a los lugares donde hay cobijo, cariño y alimento.

Ese periplo de la mano en busca de su cuerpo se divide en tres tiempos narrativos:

La travesía por la ciudad, en la que el miembro amputado tiene que sortear las dentelladas de ratas, perros y hormigas, además de los transportes propios de la ciudad y otros peligros urbanos; aquí se representa a la mano como si fuese una especie de animal con vida propia, que ve, siente y padece.

Los flashbacks que nos remiten a la infancia del muchacho, plagada de recuerdos relacionados con esa mano: como si la extremidad en cuestión tuviera también memoria de los días felices (tocar la arena de la playa, querer atrapar una mosca, manejar manillares de bicicletas, tenderse al sol, tocar las teclas de un piano…), pero también de las tardes amargas (la pérdida de su madre en un accidente de tráfico, la soledad, los sueños que no se cumplen…). Esos recuerdos, asociados a los cinco dedos de la mano derecha, están dibujados y filmados en blanco y negro.

Y el tiempo previo a la pérdida de la mano, los días en los que Naoufel conoce a una chica, Gabrielle, de la que se enamora: para conocerla, estará dispuesto a cambiar de trabajo y de domicilio, y a preguntarle, llegado el momento de intimidad, si cree en el destino. Para Naoufel el destino es sólo una ilusión, pues argumenta que podemos cambiar lo que está escrito haciendo, en el último momento, algo impredecible e irracional, algo inesperado que varíe la trayectoria.

Naoufel dice que puedes variar tu rumbo, haciendo algo improvisado que no deberías hacer, que no debiste hacer, pero hiciste bien porque te llevó a otro lado. Una vez esquivado ese destino, sostiene, hay que alejarse de él.

Los tres tiempos narrativos están hábilmente ensamblados para ofrecernos algunas preguntas y también algunas posibilidades del porvenir. Lo que le sucede al protagonista significa que cada parte de nuestro cuerpo es tan importante como el todo: si perdemos una mano o incluso sólo un dedo, habrá miles de recuerdos asociados a esos miembros (todo lo que tenga que ver con el tacto, las habilidades psicomotrices, el aprendizaje, las caricias a quienes queremos…).

¿Dónde está mi cuerpo? es un filme entrañable y poético sobre lo que significa una vida, con sus ilusiones, sus amarguras, sus pérdidas y sus encuentros, contada además con la ayuda de una banda sonora instrumental magnífica (y premiada en algunos festivales), a cargo de Dan Levy, que dota a la película de una calma espiritual o de un sosiego que beneficia a las andanzas de la mano y a los recuerdos afectuosos.

Distribuida por Netflix, y con una duración de menos de una hora y media, es otra muestra de cómo se puede seguir innovando en la animación con un producto para todos los públicos y muy alejado ya de las cansinas o un poco agotadas fórmulas de Disney y compañía.     

Ficha Técnica

Título original: J’ai perdu mon corps

País: Francia

Director: Jérémy Clapin

Guión: Jérémy Clapin y Guillaume Laurant

Música: Dan Levy

Género: Animación / Drama / Fantasía

Duración: 81 min.

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