Llega a Netflix una película triste pero optimista sobre algo tan dramático como es la ruptura de matrimonio
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El ser humano es imperfecto y como tal a veces comete errores imperdonables. Cuando un matrimonio decide que no puede seguir unido se produce una de las más grandes fracturas vitales que uno pueda concebir. Sufren todos, el marido, la mujer y por supuesto, los niños que suelen haber en medio.
Historia de un matrimonio es una producción de Netflix pero que se ha situado, de la noche a la mañana, como una de las grandes apuestas del momento. A día de hoy continua arrasando allí por donde se estrena y en los festivales por los que pasa, gane o no gane, se rinden a sus pies. Sin ir más lejos, está nominada a seis Globos de Oro (considerados la antesala de los Oscar) en algunas de las categorías más importantes, película, guion, sus tres actores principales y de guinda, la banda sonora.
Y lo cierto es que no es para menos. De entrada es muy difícil hacer un drama que te enganche desde el minuto uno e Historia de un matrimonio lo consigue.
El film de Noah Baumbach arranca con una descripción de los personajes de boca del contrario. Es decir, él la describe a ella y ella lo describe a él. Pero lo hacen bajo el titular de “qué me gusta de…”. Lo cual ya es de por sí un inicio interesante. Sobre todo porque en la película de Baumbach estos pocos minutos al inicio del film serán de los pocos momentos en los que veremos a Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson) convivir como un matrimonio normal. A partir de entonces, la unión de ambos ya estará dada por muerta.
No es de extrañar, bien mirado, que Baumbach haya terminado dando la nota. Era cuestión de tiempo. Le precede una filmografía repleta de apuntes aunque ninguna película sea redonda como prácticamente le sucede a Historia de un matrimonio. Por tener, tiene hasta un interesantísimo documental sobre Brian De Palma, que no era ninguna maravilla fílmica pero sí un encanto cinéfilo.
Y por si fuera poco, Baumbach se había dejado ver, al menos en un par de ocasiones, con uno de los directores más pintorescos y frescos del panorama actual, Wes Anderson.
Pues bien, creo que la unión de todo esto ha explotado en Historia de un matrimonio. Un verdadero drama como los de antes con sorprendentes apuntes de comedia que no sería de extrañar, pueden pillar a más de uno despistado. Pero sobre todo, y aquí reside su gran logro, es la insólita historia de un amor con desamor. Charlie y Nicole no pueden seguir juntos pero continuarán su vida en común, aunque sea de forma separada.
La película está repleta de guiños de afectos éticos y morales. En el film de Baumbach se habla de casi todo, de amor, de lealtad, de sacrificio, de esfuerzo, de cariño, de desprecio, y todo convive con inusitado equilibrio en una película prácticamente perfecta.
Hay de hecho un momento en el que Charlie, un director de teatro experimental, se arranca a cantar en un bar mientras toma algo con los amigos. Es un momento que comienza como una anécdota pero poco a poco se va convirtiendo en algo más, incluso diría que es la clave de la película. Su letra dice así:
Que alguien me atiborre de amor
Que alguien me fuerce a entregarme
Que alguien me obligue a dar la talla
Yo siempre estaré ahí, tan aterrado como tú
Para ayudarnos a sobrevivir, a estar vivos
Lo increíble de todo esto es que a final a uno le queda buen sabor de boca después de haber visto Historia de un matrimonio. No tiene un final predecible pero hay gestos, detalles que delatan el amor del uno por el otro, un amor que sigue ahí pese a que no puedan o quieran estar juntos. Cerrar una puerta corredera al mismo tiempo, cortarse el pelo el uno al otro o sobre todo, atar los cordones de unas zapatillas. Detalles que denotan amor.