¿Sabes caminar hacia el futuro que deseas?
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Que cada vez existen más patologías relacionadas con el estrés no es nada nuevo. Que las prisas tienen efectos concretos en las relaciones personales, la alimentación o la salud tampoco.
Sin embargo, no se suele hablar de cómo afecta el estilo de vida a nuestra capacidad de mirar al futuro con esperanza, de tener altura de miras, de decidir con libertad o de ver más allá.
Si el niño toma la Primera Comunión, se le compra un móvil; si llega la Navidad, lotería por un tubo; si el niño no puede ir a la universidad, se acaba el mundo.
¡Son tantas las situaciones en la vida en las que se decide “con el piloto automático”! ¡Tantas las veces en las que no sabemos ir más allá!
Pero también hay personas a nuestro alrededor que, a pesar del ajetreo, – o quizás porque saben vivir de otro modo- tienen una especie de capacidad visionaria. Podría llamarse también serenidad para captar lo esencial de lo que sucede.
El ángel es el que sabe transmitir la información clave, que nadie más parece conocer. A José le dice en Mt. 1,18-24: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Y estos ángeles no son solo cosa del Evangelio. También en la vida real hay quien acerca y quien aleja de Dios; quien acerca o quien aleja de lo esencial.
Capacidad de escucha o disposición hacia la verdad son actitudes necesarias para poder decir “no” y no seguir la tendencia de turno, ya sea en cuestión de moda o de hábitos.
Escucha con humildad y el corazón abierto para acoger lo que nos puede resultar difícil. Es la disposición con la que se debería recibir la crítica cariñosa de una maestra ante el balance regular del trimestre de un hijo. Unas palabras que muestran que lo más importante para el futuro de ese pequeño no es el rendimiento en matemáticas o lengua, sino el tener hilo directo con sus padres y saberse acompañado por ellos.
Saber mirar y ver el futuro en clave de esperanza es fundamental para vivir el presente. Pero para aprender a mirar es necesario echar el freno y también dejarse guiar por aquellas personas que brillan con una luz especial. Solo hay que estar un poco vigilantes para descubrir quiénes son y dónde están.