Milagrosa es hoy una mujer de 19 años que ama profundamente a su familia. Ha olvidado que quisieron matarla. Ella misma explica cómo logró perdonar.
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“Me pincharon 3 inyecciones”. El cuarto día abortó. Era el 12 de abril de 2000. Eloísa era menor de edad y había quedado embarazada, pero al contarlo a su madre, Perpetua, esta se opuso brutalmente: le gritó, dijo que no iba a cuidar de ella y la golpeó con palos. La obligó a abortar.
Con el aborto, salió la placenta entera. Era un feto que en aquel momento tenía 4 meses y 3 semanas. Perpetua, la abuela, quiso deshacerse rápido de “la masa” que había salido expulsada del vientre de su hija. La metió en una bolsa y salió a la calle, pero en aquel momento -como ella misma relata- rompió a llover con fuerza y tuvo que dejar la bolsa y refugiarse de nuevo en casa.
A la mañana siguiente, fue a vaciar la bolsa (con el feto y algunas ropas) en el vertedero pero notó que algo se movía en el interior: pensó que serían ratones.
El feto estaba vivo
No. No eran roedores. Era el bebé. Su corazón latía con fuerza. Perpetua vio claramente que el feto tenía vida.
Botellas de agua caliente para hacer de incubadora
Todo cambió entonces. Perpetua decidió que iba a pòner todos los medios para que el bebé de su hija saliera adelante. Para ello, reunió botellas de vidrio y las llenó de agua caliente. Puso el feto entre ellas para que le dieran calor y funcionaran como incubadora. Cada dos horas, el agua perdía temperatura y ella volvía a calentar más litros para cambiar las botellas.
Fue así como al feto le aparecieron la boca, las orejas… y enseguida supieron que era una niña.
Una niña nacida de puro milagro
Después de todo lo que había sucedido, Perpetua y Eloísa decidieron que a aquella criatura la iban a llamar Milagrosa, porque todo lo que había ocurrido era un milagro de Dios.
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Testimonio de amor y perdón
Hoy Milagrosa sigue viviendo en su tierra, Guinea. Es una muchacha de 19 años, que ha podido ser educada y habla 3 idiomas. Lo más importante es que ha perdonado. Ama a su madre y a su abuela a pesar de que quisieron acabar con su vida.
Eloísa y Perpetua, madre y abuela, vivieron aquellos momentos terribles y fueron culpables de aquel intento de asesinato, pero a pesar de todo no perdieron la fe en Dios.
Se perdonaron y, cuando la niña tenía 12 años, explicaron a Milagrosa lo que había ocurrido con el embarazo, el aborto y el modo en que sobrevivió. También Milagrosa las perdonó a ellas. “Le perdoné porque yo quería que esté feliz. Le perdoné con todo mi corazón”, asegura. Y continúa: “El, mejor regalo que puedo darle es perdonarle”.
Ese camino de perdón es uno de los testimonios de la película “El mayor regalo”, que reunió el director de cine José Ramón Cotelo a través del proyecto “Infinito más uno”.
Sin embargo, Cotelo consideró que la experiencia de Milagrosa merecía ser contada de forma más extensa, en un vídeo de 12 minutos. He aquí el relato:
Las palabras de Milagrosa son hermosas y sencillas: “Nadie puede creer que una niña como yo pueda sobrevivir y Dios me ha salvado la vida porque Él es un Dios que hace cosas buenas y Él es el mejor”.
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