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Zaqueo no sólo ve pasar a Jesús. Ese día es un día de gracias. Jesús ve a Zaqueo. Ocurre el milagro:
El que quiere ver, acaba siendo visto. El que busca a Jesús acaba siendo encontrado. Es la paradoja de la vida.
Quiero encontrar a Dios y es Él el que me encuentra. Quiero lograr llegar alto y es Jesús el que me sube.
Zaqueo cambió su vida
Así lo hace con Zaqueo. Lo mira dese lejos, desde abajo y lo llama. Y entonces Zaqueo se convierte al conocer a Jesús.
Esa llamada cambia su vida porque Jesús lo ha visto y llega a su casa a comer con él. Leía el otro día:
Zaqueo se convierte en anfitrión, en hospitalario. En dueño de casa que abre sus puertas.
Por qué no aislarse
Cuando vivo encerrado en mis miedos y egoísmos me quedo solo. Mi casa vacía me recuerda la dureza de mi corazón. Aislado y protegido no puedo querer al que toca mi puerta.
Pero si abro, el que me molesta se acaba convirtiendo en quien me salva. Esa aparente contradicción es la que me cuesta creer una y otra vez. Dudo.
Yo estoy bien, protegido, seguro. No necesito que nadie venga a mi casa a salvarme. Pienso que cualquier molestia en mi vida me saca de lo que deseo.
A Zaqueo le salvó su apertura. Decía Victoria Braquehais, una misionera en África:
Siempre opinando
Jesús quiso comer en casa de Zaqueo y esa comida lo cambió todo. Jesús comió con un pecador y arriesgó su fama. No estaría bien visto:
Hoy cualquiera puede opinar de todo. En los foros públicos de internet uno puede verter su opinión sin miedo. Puede decir impunemente cualquier cosa.
En una ocasión, una persona que no había visto una película opinaba sobre la misma sin pudor.
Al recriminarle que no la había visto, contestó: "En esta vida se puede opinar de todo. Aun sin haber visto la película tengo mi opinión". Quedó resonando la respuesta en mi alma.
Hoy todos opinan de todo, y de todos. En este caso opinan de Jesús. Come con pecadores.
La lección de Jesús
Y no saben que Él viene a salvar a los pecadores, no a los justos. Viene a buscar a los enfermos, no a los sanos.
Yo miro a Jesús y lo juzgo. Puedo llegar a pensar que exagera. Un publicano. Un hombre que no quiere cambiar de vida.
Yo me fijo en las apariencias y opino. Y pienso que tengo razón: "Piensa mal y acertarás", me digo a mí mismo. Me vuelvo a equivocar una y otra vez cuando me dejo llevar por las apariencias.
Hoy miro a Zaqueo y me conmuevo. Zaqueo se dejó tocar y cambió su vida. Era un buscador casi sin saberlo. Bastó una mirada. La de Jesús desde el pie de la higuera. Una mirada, una voz.
Lo llamó por su nombre. A él, que era un publicano, un pecador público.
Salvación
Su hospitalidad es lo que le salva. O le salvan esa mirada y esa voz. Tal vez ese deseo de ver a Jesús. O le salva su higuera, el lugar en el que le toca vivir.
Jesús come en su casa. Quiere compartir la vida a su lado. Quiere estar con Zaqueo en su intimidad familiar. Y ese encuentro, que no pasa desapercibido para nadie, cambia la vida de Zaqueo:
La salvación hecha carne llega a esa casa. Zaqueo se convierte y decide empezar de nuevo. Un nuevo camino. Una nueva historia.
Es posible cambiar
Hay un dicho que siempre me da paz: "Todo santo tiene su pasado. Y todo pecador su futuro".
Es la oportunidad de Zaqueo para cambiar y soñar con ser santo. Tal vez ahora pueda hacer mejor las cosas. Depende de él, de su actitud.
Jesús ya ha venido a su casa y se ha quedado para siempre. La visita de Jesús al alma la cambia para la eternidad. Comenta el papa Francisco en el encuentro mundial de jóvenes en Cracovia:
Jesús me llama por mi nombre que es precioso para Él. Quiere comer en mi casa, en mi vida. No me pide nada, su amor es gratuito. Quiere venir a mi casa tal y como es.
Deja entrar a Dios en tu interior
Me siento pequeño como Zaqueo. Me subo a un árbol. Dejo que Jesús me llame y se invite a vivir conmigo desde mi higuera, desde la realidad que a veces no me gusta. Sólo ese encuentro cambiará mi vida allí donde yo estoy.
Viene a mi pecado, a mi vida indigna, a la realidad que no acepto. Él puede cambiarme si le dejo entrar. Yo solo no puedo. No dejo que me vea. Tengo las puertas de mi alma cerradas.
Hoy quiero dejar que entre. Darle de comer en mi alma. Que venga a mí y me salve.