Muchas personas sufren en soledad durante el proceso de nulidad matrimonial al encontrarse rechazados o, al menos mal mirados, por miembros de sus propias comunidades, parroquias, familias…
Con frecuencia recibo consultas de personas que han pasado por una ruptura matrimonial y tienen muchas dudas sobre la posibilidad de iniciar un proceso de declaración de nulidad.
Pero, antes que con dudas, vienen con temores: les asusta lo que han oído y no saben qué es realmente la nulidad del matrimonio. Esas dudas y temores aumentan por los comentarios que reciben de personas cercanas: “¿Vas a pedir la nulidad? Allá tú y tu conciencia”, expresado en cierta medida como amenaza, dando por bueno que quien inicia este proceso está bajo sospecha.
De hecho, soy testigo de que muchas personas viven estos procesos sufriendo en soledad al encontrarse rechazados o, al menos mal mirados, por miembros de sus propias comunidades, parroquias, familias… que, ante una situación que desconocen, dan un paso atrás y prefieren desentenderse y alejarse “hasta que arregles tu situación” o “se aclaren las cosas”.
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El desconocimiento
¿Por qué sucede esto? Porque no sabemos qué es realmente la nulidad del matrimonio y aceptamos como válidos algunos mitos sobre el proceso: “¿No se miente siempre en estos casos?”; “¿No es lo mismo que el divorcio?”; “¿Cómo puede, entonces, un católico plantearse un proceso de nulidad?”
Lo cierto es que no. No se miente por sistema ni es “el divorcio de la Iglesia”. La mayoría de las personas que inician un proceso de nulidad lo hacen, precisamente, movidos por una decisión tomada en conciencia: exponer a la Iglesia lo que han vivido, generalmente una unión que ha causado mucho sufrimiento, para que Ella les diga si eso era o no realmente un matrimonio.
Y para poder afrontar el futuro desde esa respuesta, desde la verdad de su situación personal. Por otro lado, ¿quiénes somos nosotros para poner etiquetas y hacer el vacío a una persona que ha pasado por una ruptura y que está en una situación difícil, sea una separación, un divorcio, una nulidad?
¿Cómo dejar de lado a una persona cuando más vulnerable se encuentra y necesita la cercanía de su familia y su comunidad?
Creo que muchas veces estas actitudes de distancia, sospecha, rechazo, se deben a que nos da miedo lo que no conocemos y no sabemos bien qué dice la Iglesia sobre separación, divorcio, nulidad. Sería bueno preguntar y responder a lo que desconocemos y, tener presente que la prioridad es siempre la atención a las personas.
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