José Antonio Fernández recorrerá en solitario y sin apoyo logístico 25.000 kilómetros en pleno invierno siberiano hasta llegar a Oymyakón.“Llevo un mes y medio despertándome por las noches”, dice José Antonio Fernández, más conocido como JAF. Sus viajes de aventura en vespa lo han hecho famoso en el mundo motero y más allá.
En 2017 se convirtió en el primer hombre que llegaba al Cabo Norte en vespa. Luego recorrió 10.000 km en solitario hasta llegar a Dakar. En 2018 superó un trayecto de 26.000 km para viajar hasta Mongolia. Pero eso no es lo más importante: son viajes solidarios. Con ellos ha logrado recaudar fondos en favor de la medicina tropical.
71 grados bajo cero
Esta vez, JAF decidió emprender un camino digno del récord Guinness: llegar (en la vespa, cómo no) y sin apoyo logístico al punto habitado más frío del planeta, que es Oymyakón. Se trata de una pequeña población que no llega a los 500 habitantes en la región de Sakha, en Siberia (Rusia). Ahí se han llegado a registrar los -71,2ºC.
Su causa: los bebés de madres seropositivas
Lo hace esta vez con la mirada en Costa de Marfil, en favor de madres seropositivas y sus bebés, concretamente para conseguir leche en polvo con que puedan alimentarlos y evitar el contagio del VIH. La ayuda estará canalizada a través de la Fundación Fabre.
Aunque hay un componente fuerte de aventura, la preparación del viaje a Oymyakón no es de hoy para mañana. “Llevo un mes y medio despertándome por las noches”, dice JAF. Hay que pensar en todo: la equipación, la ruta, cómo ordenar lo que lleva… En una vespa ha de caber todo para un mes y medio, y ha de estar preparado para dificultades que no hubo en los anteriores viajes.
“Esta vez las temperaturas son un escollo fuerte. En la zona de Oymyakón hay una media de -50ºC. Hay que tener en cuenta que se pueden congelar la grasa de los rodamientos y el aceite si baja de esa temperatura, así que he puesto una placa de silicona en la base del cárter”. Así va explicando una por una las soluciones que ha ido aplicando: unas botas que localizó en Canadá, comida que no desprenda olor que atraiga al lobo siberiano, una vela para calentar la tienda de campaña por las noches sin que arda la tienda…
JAF está casado y tiene un hijo. “Mi mujer -explica- me apoya en estos proyectos. Preferiría que no fuera solo en los viajes, pero lo aprueba. El resto del año… procuro compensar”, afirma con humor. Y aunque el viaje es toda una hazaña, asegura que él lo hace por pasión: “Son viajes que ya tengo programados, pero si puedo aportar algo a la sociedad, encantado“. Lleva recaudados 263.000 euros por las anteriores salidas y espera ayudar ahora a esas mujeres y niños de Costa de Marfil.
Superar los miedos
Partirá de Pamplona, donde vive, a finales de noviembre con una ruta que le hace atravesar Europa hasta Letonia y después viajar al Este por Rusia hasta que llegue a Oymyakón. En pleno invierno del hemisferio Norte. “¿Preparación? Hace dos años fui a Mongolia pensando ya en el viaje de ahora. Llevo 3 años aprendiendo ruso. Lo más difícil es superar los miedos: por eso me despierto por las noches. Miedo, por ejemplo, a los lobos siberianos”.
Pero en el caso de este viaje sabe que hay un punto de conexión con la nieve, porque este hombre nacido en Orense (Galicia) asegura: “Empecé a esquiar antes que andar y me gusta mucho ese entorno. Fui a estudiar a la Universidad de Navarra (UNAV) y allí organicé un club de montaña”. Hoy gestiona el Centro de Estudios Olímpicos de la UNAV.
“Todos podemos hacer algo por mejorar el mundo”
JAF es católico y en 2017 tuvo oportunidad de saludar al Papa Francisco en la plaza de San Pedro (vespa incluida) antes de ponerse rumbo a Dakar. “Quería darle difusión internacional. Y sigo pensando que todos podemos hacer algo por mejorar el mundo. Lo primero en el trabajo y la familia, claro. Haciendo lo que a ti te gusta, si lo haces con pasión y le das una vuelta, eso suma. Lo que sea: tocar la guitarra… lo que sea. Para mí es rodar, viajar en vespa”.
¿Y por qué en vespa pudiendo emplear otra moto?. “La vespa no corre pero llega”, lo dice con más de 250.000 km a sus espaldas. “Es una moto sencilla, que muchos hemos usado a lo largo de nuestra vida. Es algo muy social”.
El proyecto solidario de JAF lleva siempre el nombre de Vespa Extreme y quien desee ayudar económicamente puede hacerlo clicando aquí. Para seguir su viaje, se puede acceder a su perfil en Twitter, Facebook e Instagram.
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