No importa la edad, sea a los 35 o a los 5 años, el saberse amado produce el mismo resultado: el corazón late con fuerza y el espíritu se eleva. Si tenemos amor, tenemos la oportunidad de cambiar el curso de un día entero o el de toda una vida.
Sabiendo que la experiencia del amor puede marcar positivamente la vida de nuestros hijos, estamos llamados a vivirlo de manera práctica, dejándoles un legado que permanecerá con ellos para siempre, porque el amor se mantiene fiel y cuando es real jamás desaparece.
Decirles que los amamos
Demostrarles amor con hechos a nuestros hijos es importante, pero comunicarlo verbalmente también lo es. Es fundamental afirmarlos en el amor con palabras. Aunque lo repitamos mil veces al día y ellos lo sepan, no es posible malcriar a un niño con palabras afectuosas.
Incluso cuando sean mayores, será importante que escuchen "te amo", "te quiero", "eres muy especial para mí". Esas palabras les dará la confianza de que siempre serán recibidos y acogidos y, con el tiempo y cuando tengan que caminar solos o se encuentren lejos, se convertirán en una poderosa verdad.
Amarlos por igual, pero tratarlos de manera única
El amor requiere conocer a cada uno de los hijos de manera personal. Cada vez que puedes darle a un hijo toda tu atención y dedicarle un tiempo de exclusividad para conocerlo, provocas una impresión permanente en su corazón. Un recuerdo para toda la vida.
Cuando saben que son amados por ser quienes son, y no por lo que han hecho, comienzan a darse cuenta del verdadero valor de sus vidas. Y las personas que son conscientes de ese valor inherente que tiene la vida cuentan con más oportunidades de aprovecharla al máximo.
Enseñarles a poner amor en todas las cosas
Nuestro mayor esfuerzo tiene que ser el de enseñarles que las cosas que hacemos, incluso las más pequeñas, cobran sentido cuando se hacen con amor. El amor es la base sólida que les dará las herramientas necesarias para madurar y la sabiduría ante la realidad que les toca vivir porque el amor es paciente, todo lo soporta y se renueva cada día.
Cuando nuestros hijos sean capaces de incorporar el amor en su vida diaria no solamente podrán hacer una diferencia con sus estudios o su trabajo, sino que también abrirán muchos canales para extender ese amor a los demás y compartirlo: un valor añadido que nuestro mundo necesita más que nunca.