Homilía hoy con motivo de la Jornada Mundial de Migrantes y Refugiados“Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”.
Los cristianos están llamados a construir un “mundo más justo” donde todos puedan tener la igualdad de oportunidades, dijo el Papa Francisco desde la Plaza de San Pedro el 29 de septiembre de 2019. El pontífice celebra la misa con motivo del día de los migrantes y refugiados.
Demasiado ocupados buscando preservar nuestro bienestar, advierte el Papa en su homilía, “corremos el riesgo de no vernos” de aquellos en dificultades. Sin embargo, “no podemos permanecer indiferentes” ante la tragedia de la pobreza, la soledad “más oscura”, el desprecio y la discriminación de quienes “no pertenecen a nuestro grupo”. Frente a ellos, “no podemos no llorar”, dice el Papa con fuerza antes de hacer un largo silencio.
Por lo tanto, cada hombre y mujer de Dios está llamado a amar a su prójimo como a sí mismo, es decir, “esforzarse sinceramente por construir un mundo más justo”. Un mundo donde todos puedan acceder a los bienes de la tierra, donde todos tengan la oportunidad de realizarse como individuos y familias, donde se garanticen los derechos y la dignidad fundamentales.
Amar al prójimo significa acercarse a uno mismo, “tocar las heridas”, compartir la historia y “manifestar concretamente la ternura de Dios hacia él”. También significa rescatar a todos los “malos” en las carreteras del mundo, para aliviarlos y llevarlos al lugar de bienvenida más cercano.
Esta “preocupación amorosa” por los menos afortunados es una “característica distintiva” del Dios de Israel, según el Papa, que se requiere de todos los que quieran pertenecer a su pueblo. “Por eso debemos prestar especial atención” a los extranjeros, así como a las viudas, los huérfanos y todos los que hoy son rechazados.
“Restaurar su humanidad”
En el mensaje de este 105º Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, un tema “vuelve como un estribillo”, enfatiza al pontífice: “No se trata solo de los migrantes”. “Y es verdad”: se trata de todos los habitantes de las “periferias existenciales” víctimas de la cultura del descarte. El Señor, asegura el sucesor de Pedro, pide “restaurar su humanidad, al mismo tiempo que la nuestra”, sin excluir a nadie.
Al final, también nosotros corremos el riesgo de convertirnos en ese hombre rico del que nos habla el Evangelio, que no se preocupa por el pobre Lázaro «cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico» (Lc 16,20-21). Demasiado ocupado en comprarse vestidos elegantes y organizar banquetes espléndidos, el rico de la parábola no advierte el sufrimiento de Lázaro. Y también nosotros, demasiado concentrados en preservar nuestro bienestar, corremos el riesgo de no ver al hermano y a la hermana en dificultad.