Reflexión pastoral del obispo de Belleville, Edward K. Braxton
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El obispo de la diócesis de Belleville (al sur del Estado de Illinois, Estados Unidos), Edward K. Braxton, ha escrito una muy oportuna reflexión sobre lo que él llama “la mortal epidemia de la violencia armada en Estados Unidos”, tras los tiroteos masivos que sacudieron a la nación norteamericana durante el mes de agosto.
Para el obispo Braxton esta “crisis nacional” es producto de diversas causas. Parte por el abuso de armas de fuego que hace un pequeño número de propietarios de ellas; parte, también, por la disponibilidad con que se ofrecen en el mercado y parte, también, por la incapacidad de responder de la sociedad y el gobierno a lo que se ha convertido en un hecho cotidiano.
La solución no es fácil, “pero como cristianos, estamos obligados a ser parte de la conversación y los esfuerzos prácticos para abordar esta crisis mortal”, escribe en su carta pastoral el obispo de Belleville. “Debemos escuchar, aprender, pensar, rezar y actuar. estamos obligados a ser parte de la conversación y los esfuerzos prácticos para abordar esta crisis mortal”.
Las raíces del odio
El obispo Braxton señala en su reflexión la creciente evidencia de que las plataformas de redes sociales como 4chan y 8chan “se están utilizando para crear comunidades internacionales de personas de ideas afines que refuerzan el odio étnico y racial de los demás”.
Para el prelado estadounidense –como para cientos de especialistas que han estudiado el fenómeno de los crímenes de odio y el racismo– los niños y los adultos jóvenes son particularmente susceptibles a este tipo de páginas que alimentan con maldad la “solución final”, por ejemplo, contra hispanos o afroamericanos.
Si bien el problema del extremismo racial puede ser visto como un desequilibrio mental, el obispo de Belleville piensa que las redes sociales extremas pueden ser un impulso mucho más probable a la violencia nacida del odio que los videojuegos violentos o las enfermedades mentales.
Pensamientos y oraciones: ¿es todo?
Después de que han ocurrido episodios de tiroteos masivos, las parroquias y los obispos de Estados Unidos se unen con sus pensamiento y oraciones por las víctimas inocentes, por sus familias y por todos los que habiendo sobrevivido, quedarán con un trauma por el resto de sus días. ¿Es esto todo lo que se puede hacer?
“Las palabras de consuelo no son suficientes”, subraya el obispo Braxton. Y, por lo mismo, da una serie de propuestas para sacerdotes,
administradores, diáconos, religiosos y religiosas, directores, padres y líderes de la comunidad de Belleville a considerar como puntos de partida, como provocadores de pensamiento y acciones.
Estas propuestas van desde crear oportunidades para que los fieles se reúnan para orar (por ejemplo, adoración del Santísimo Sacramento) “específicamente para la conversión de corazones y la disminución de la violencia armada a través de una legislación apropiada y
constitucionalmente permisible”, hasta estudiar la legislación sobre armas a nivel estatal y federal.
Lo importante, enfatiza en su carta pastoral el obispo Braxton, es reforzar en los católicos el conocimiento “sobre la dignidad y el valor de cada vida humana, y la vocación de cada cristiano de ser un instrumento de la paz de Dios”.
Hacer todo lo que se pueda
En parte final de su exposición, el obispo Braxton llama a la acción. Por ejemplo cuando invita a los fieles a conocer y debatir las declaraciones de congresistas, mujeres y senadores que representan a su parroquia en reuniones en las cuales se pueden programar acciones y reflexiones que vayan mucho más allá que la simple queja o el arrebato.
“Estas reuniones darán poco fruto si solo personas de ideas afines están en los grupos (…) Un espíritu de oración, cooperación y respeto será esencial. ¡El objetivo es una conversación centrada en Cristo, no una pelea!”, subraya el prelado estadounidense.
Al final de su carta pastoral el obispo de Belleville recuerda las palabras de Santa Teresa de Calcuta: “Cuando encontramos dolor y sufrimiento en el mundo, nuestros corazones se conmueven con compasión. Estamos frustrados cuando no podemos curar todas las heridas. Podemos sentir la tentación de rendirnos y no hacer nada. ¡Pero todos pueden hacer algo! ¡Debemos hacer lo que podemos!”