“Por aquellos que trabajan con sus manos, que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar a sus hijos y jugar con ellos”, rezó el papa Francisco en la cantera de Mahatazana
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El papa Francisco insistió este domingo, 8 de septiembre de 2019, en que los pobres son ejemplo al ganarse el pan con la dignidad de un trabajo, durante su visita a la cantera de Mahatzana en una colina de Madagascar donde cientos de hombres y mujeres, padres y madres de familia, hacen un trabajo difícil, matador, a cambio de salarios bajos, en lugar de la miseria de reciclar en el mayor vertedero de la capital del país buscando objetos que vender.
Francisco ha visitado el pueblo de Akamasoa, fundado por el padre Pedro Opeka en 1989, que no se resignó a la miseria en Madagascar y decidió buscar formas de que los pobres pudieran ganarse la vida.
Durante 30 años, la cantera de Akamasoa ha producido las piedras con las que se construyeron las viviendas, carreteras, escuelas y clínicas que ahora se admiran en la ladera de Antananarivo.
La alternativa de estos trabajadores era un sueldo bajo o la miseria total de recoger basura. Así, la cantera de granito les ha dado una vida algo más digna – el Pontífice se encontró precisamente con estos trabajadores para dejarles una oración llena de esperanza.
En la cantera Francisco, con su oración, pidió a Dios Padre por estos trabajadores, para que les conceda la fortaleza del alma y la salud del cuerpo a fin de que no sean esclavos del peso de su oficio.
Además, pidió por los que trabajan con sus manos y lo hacen con un enorme esfuerzo físico. Por esta razón imploró: “Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo, que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar a sus hijos y jugar con ellos”.
Además, imploró que Dios haga “que el fruto del trabajo les permita asegurar dignamente la subsistencia de sus familias”. Y que “encuentren en ellas, cada noche, calor, descanso y aliento”, y que juntos, reunidos bajo su mirada, “conozcan la auténtica alegría”. A lo que añadió:
“Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse el pan es plena cuando ese pan se comparte; que nuestros niños no sean forzados a trabajar, puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios, y sus maestros ofrezcan tiempo a esta tarea, sin necesitar de otras actividades para el sustento cotidiano”.
Cerca de 700 personas trabajan en la cantera empleando martillos y mazas para extraer trozos de granito, mientras que otros trabajan como carpinteros o asisten a clases de formación. Unos 14.000 niños han pasado por sus escuelas. Cabe recordar que Madagascar es uno de los países más pobres del mundo pese a disponer de enormes y únicos recursos naturales.
A continuación, la oración completa del Papa por la dignidad de los trabajadores que se ganan el pan con tanto cansancio por amor a sus familias:
Dios, Padre Nuestro, creador del cielo y de la tierra,
te damos gracias por habernos reunido como hermanos en este lugar, ante esta roca rota por el trabajo del hombre,
te pedimos por todos los trabajadores.
Por aquellos que trabajan con sus manos,
y con un enorme esfuerzo físico.
Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo,
que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar a sus hijos y jugar con ellos.
Concédeles constantemente la fortaleza del alma y la salud del cuerpo para que no sean esclavos del peso de su oficio.
Haz que el fruto del trabajo les permita
asegurar dignamente la subsistencia de sus familias.
Que encuentren en ellas, cada noche, calor, descanso y aliento, y que juntos, reunidos bajo tu mirada,
conozcan la auténtica alegría.
Que nuestras familias sepan que la alegría de ganarse el pan es plena cuando ese pan se comparte;
que nuestros niños no sean forzados a trabajar,
puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios,
y sus maestros ofrezcan tiempo a esta tarea,
sin necesitar de otras actividades para el sustento cotidiano.
Dios de justicia, toca el corazón de los empresarios y los dirigentes: Que hagan todo lo posible
por asegurar a los trabajadores un salario digno,
y unas condiciones que respeten la dignidad de la persona humana.
Hazte cargo con tu paternal misericordia
de los que no tienen trabajo,
y haz que el desempleo —causa de tantas miserias—
desaparezca de nuestra sociedad.
Que cada uno conozca la alegría y la dignidad de ganarse el propio pan para llevarlo a su casa y mantener a su familia.
Crea entre los trabajadores un espíritu de auténtica solidaridad. Que sepan estar atentos unos a otros,
que se animen mutuamente, que apoyen a los que están agobiados, levanten a los que han caído.
Que, ante la injusticia, sus corazones no cedan a la ira, al rencor, a la amargura, sino que mantengan viva la esperanza
de ver un mundo mejor y trabajar para alcanzarlo.
Que sepan, juntos, de manera constructiva, hacer valer sus derechos,
y que sus voces sean escuchadas.
Dios, Padre Nuestro, tú has dado como protector de
los trabajadores del mundo entero a san José,
padre adoptivo de Jesús, esposo valiente de la Virgen María. A El le confío a todos los que trabajan aquí, en Akamasoa, así como a todos los trabajadores de Madagascar, especialmente los que tienen una vida precaria y difícil.
Que el los guarden en el amor de su Hijo
y los sostengan en sus vidas y en sus esperanzas.
Amén.