“Es hora de que los católicos cuenten nuestras propias historias”, dice un experto en la revista americana “Crisis”“Es hora de que los católicos cuenten nuestras propias historias”. Así intitula una profunda reflexión en la revista web “Crisis”, Jason Surmiller, graduado en Humanidades por la Universidad de Texas en Dallas.
Surmiller, quien ha estudiado también historia del arte, comienza diciendo que “no es ningún secreto que prácticamente todo Hollywood es hostil al catolicismo: a la Iglesia, la fe, el sacerdocio y, especialmente, las enseñanzas morales por las que los católicos serios se esfuerzan por vivir”.
A pesar del éxito de películas como Ben-Hur, La Misión o la Pasión de Cristo, películas derivadas “del extraordinario drama de la tradición cristiana”, la industria cinematográfica estadounidense, dice Surmiller, lo tiene muy claro: “sin importar el mérito artístico, sin importar los márgenes de ganancia, ya no quieren tener nada que ver con estas historias”.
Llegar a otros públicos
Hay varios canales en la televisión internacional –de manufactura estadounidense– que han tratado de introducir películas y series decentes, como la cadena Hallmark (“un entretenimiento romántico relativamente casto, pero está dirigido a las mujeres”), o Foxfaith (“pero su programación está dirigida a los evangélicos”).
En ambos casos, y aún en cadenas católicas, piensa Surmiller, “no hay sutileza, ni arte, ni intento de hacer pensar al público”, por lo que la alternativa es, según el autor de esta columna, crear entretenimiento explícitamente católico.
“Esto no es tan descabellado como puede parecer. La historia está repleta de artistas católicos que atienden a los católicos, con el pleno apoyo moral y financiero de los líderes de la Iglesia. En el pasado, nuestros obispos entendieron el valor de llegar a millones de católicos por otros medios que no sean el púlpito”, afirma.
¿Que efectos tendría el entretenimiento católico?
Primero y ante todo, piensa Surmiller, una red católica o una aplicación de transmisión, permitiría a la Iglesia “recuperar el control de sus historias” de aquellos que desprecian la fe pero explotan a los santos y héroes de la historia del catolicismo.
“Estas vidas inspiradoras también son, claramente, bastante rentables”, dice el autor de la columna y pone, como ejemplo, los comentarios de la conocida calificadora de películas, Rotten Tomatoes, para There Be Dragons o For Greater Glory.
Los críticos que no descartan las películas por ser “demasiado católicos” (y hay muchos) elogian las historias convincentes y el carácter sincero. Cuentan la vida de hombres y mujeres reales, santos reales. Muchos de ellos son completamente contrarios a las sensibilidades seculares y modernas. Y sin embargo, incluso los no católicos no pueden evitar sentirse conmovidos por su trabajo y sacrificio”, recalca Surmiller.
Un canal católico
Al cerrar su artículo, Surmiller habla de “la fuerza real en el mundo creativo” que pudiera significar (para Estados Unidos y para buena parte del mundo occidental) un canal de distribución y producción tanto televisiva como cinematográfica decididamente católico.
“Si los fieles apoyan y desarrollan una programación de alta calidad, ya sea drama o comedia, debería atraer a las masas. Esto significa que los programas o películas creados no tienen que atraer a todos los espectadores todo el tiempo. Tal canal tendría una clara ventaja en el mercado para piezas de época o producciones de fantasía, como The Tudors o Game of Thrones, solo que sin toda la desnudez gratuita”, explica el autor en su artículo de “Crisis”.
Los católicos han producido arte, literatura, arquitectura genial cuando han sido imaginativos y han pensado “en algo grande”, concluye Surmiller. “Por supuesto, esta segunda primavera del entretenimiento católico no resolverá los múltiples problemas del catolicismo. Solo Cristo puede hacer eso. Pero tal vez es un paso en la dirección de Cristo”.