Está ubicado en Argentina y guarda un vínculo con el ahora papa Francisco. Te invitamos a recorrerlo y también conocer el testimonio de la hermana Raquel
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Pese a que las tradiciones que en él se viven son centenarias, el Monasterio Católico Bizantino de la Transfiguración de Cristo, ubicado en la sierra bonaerense, único bizantino de Sudamérica, es muy reciente. Su historia, que ante todo es la de sus monjes, no tiene más de 30 años. Son vocaciones nativas de Argentina que fueron desandando una vocación en la que mucho tuvo que ver el hoy Papa Francisco. Por el momento, tres masculinas, y una femenina.
Una vocación que se nutre de antiquísimas tradiciones, pero que se renueva en la solicita voluntad de quienes la siguieron por servir y anunciar a Cristo. La apertura a compartir sus riquezas espirituales con los vecinos de Pigüé, localidad en la que providencialmente se ha erigido el monasterio, y con los distintos periodistas que consultan, dan cuenta de que entienden su tradición como un regalo para el mundo, y no como un refugio de él.
“Nuestro ideal se inició en 1996 en el Seminario Mayor ‘San José’, de La Plata, Argentina. A través del estudio de los Santos Padres del desierto y de la iconografía descubrimos nuestra vocación, y con la lectura de la Carta Apostólica ‘Orientale Lumen’ comprendimos el modo de realizar la misma: un monasterio fiel a la tradición espiritual bizantina y abierto a todos aquellos que desearen compartir esta vida espiritual”, relata a Aleteia el hieromonje Dionisio, uno de los fundadores del monasterio. En la carta que cita, san Juan Pablo II llamaba a que “todos los católicos conozcan y aprecien las riquezas del Oriente Cristiano”.
Ya en el seminario, con el permiso de sus superiores, comenzaron a aprender iconografía oriental y a alimentarse espiritualmente de oraciones de esa tradición como el akathistos, himno litúrgico dedicado a la Madre de Dios.
Dionisio recuerda que buscando una referencia entre las Iglesias Orientales, tanto católicas como ortodoxas, se apoyaron primero en el Rector de la Misión Católica Rusa y Rumana de Buenos Aires, única en América Latina, fundada en 1948. Por aquellos años, junto con el hoy padre Sergio, comenzaron a vivir en comunidad en pro de formar el monasterio. En un encuentro con Jorge Mario Bergoglio, quien además como arzobispo de Buenos Aires tenía a su cargo el Ordinariato Oriental del que dependía la Misión, les dio su aval y les recomendó seguir afiliados a la Misión Rusa.
Inicialmente, Dioniosio y Sergio, entonces Diego y David, se trasladaron a la diócesis de Zárate-Campana. Ya en 2002 Sergio fue ordenado sacerdote y recibió la birritualidad, en este caso para celebrar el rito bizantino. En 2004 recibieron una donación que permitió el traslado a las sierras de Pigüé, donde erigieron el monasterio a partir de 2006. Antes, en 2005, fue Dionisio quien recibió la ordenación sacerdotal y recibió la birritualidad.
Con el apoyo del entonces obispo eparca para los ucranios en la Argentina Miguel Mykycej, FDP, comenzaron a viajar a Ucrania para proseguir la formación. Mientras tanto, en 2010 recibieron la visita canónica del Higúmeno Venedykt Aleksijchuk, equivalente en el rito a un Abad, quien afirmó “que en éste existe una vida monástica bizantina auténtica”.
Recibidos en la Eparquía Ucrania por el Administrador Apostólico eparquial, Mons. Sviatoslav Shevchuk, éste creó con sede en el monasterio una parroquia para los fieles que se asocian a su desempeño: “El número de fieles crece constantemente, la relación con la Arquidiócesis local progresa, en particular con los sacerdotes y el arzobispo, las actividades que se realizan en el monasterio comprenden también, además de formación espiritual, áreas de promoción humana. A modo de colofón, desde su llegada, el actual eparca Mons. Daniel Kozelinski, ha apoyado claramente y con todos los medios posibles nuestra pequeña fundación, y nos ha pastoreado paternalmente hasta el día de hoy, lo cual agradecemos a Dios nuestro Padre del Cielo”, asegura Dionisio.
En la nutrida agenda de actividades que hacen con la comunidad se percibe una abierta relación con el mundo, que explican, no altera su dedicación a la oración. El padre Dionisio explica a Aleteia: “El secreto está en la fuente. Es la forma en que se alimenta la fe en el Oriente, desde la Liturgia, a como se desarrollan esas ‘comunicaciones’, que de suyo acabarían con la vida espiritual, pero que por la acción contemplativa-unitiva de Dios abraza todo lo que se hace en los brazos de aquel para quien se hace. Es verdad que somos muy sociables, pero de uno en uno, que difundimos técnicas y terapias, sin dejar de señalar a Dios; que recibimos a cualquiera que viniere, sin dejar de ser nosotros lo que somos”.
Votar orando por la patria
En el monasterio están al tanto de los avatares del país y en el mundo, explica. Incluso, ante la pregunta, aclaran que van a votar, y lo hacen “orando por la patria”: “Estamos plenamente al tanto de las cosas más importantes en cada campo, tanto en noticias como en ciencias, en las fronteras del conocimiento. Más que buscar noticias, nuestras mismas acciones buscan ser una respuesta de Dios en este momento de la Iglesia. No debatimos, hacemos. Vamos a votar orando por la Patria, salimos del monasterio y andamos por donde fuera menester, procurando preservar nuestra unión con Dios a partir de introducir a otros en ella”.
La vida en el monasterio
En el monasterio siguen las normas monásticas que estableció en el siglo IX Teodoro Estudita. Entre otras diferencias con el rito latino, rezan mirando al oriente. Cuentan con su huerta de la cual obtienen sus alimentos y utilizan hierbas medicinales que preparan ellos mismos. Usan el castellano pero también el eslavo eclesiástico, su lengua oficial. Se alimentan de su propia huerta y se sanan usando la “medicina de Dios”, con hierbas medicinales que hallan en las montañas. Además de Dionisio y Sergio, habita el monasterio desde 2013 Jonathan, quien se encuentra en Ucrania completando su formación.
En el monasterio, como describió en una reciente nota en La Nación el periodista Leandro Vesco, la actividad comienza durante la semana antes de la salida del sol. Para la oración en los distintos turnos usan canto bizantino. Los fines de semana abren el monasterio al público, al que acuden desde un radio de 150 kilómetros, y son convidados con un ágape.
La Iglesia Greco Católica Ucraniana es una de las 24 iglesias en comunión con el Papa sui iuris, iglesias con capacidades de ordenar sus propios asuntos. Su espiritualidad, como muestran y enseñan estas vocaciones argentinas fiel a sus tradiciones, y como invitaba san Juan Pablo II, son un regalo para la Iglesia.
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Iniciando el monasterio femenino
A continuación compartimos el testimonio de la hermana Raquel, que descubrió su vocación en el monasterio de Pigüé, se encuentra formándose en Ucrania, y está sirviendo al proyecto de poder establecer un futuro monasterio bizantino femenino en Argentina:
“Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”* (Mc. 10, 17). Cuando comencé a sentir en mi corazón el llamado del Señor, realmente me preocupaba encontrar la forma de vida y el lugar que Dios tenía preparado para mí a través del cual podría encontrar la salvación de mi alma.
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá” (Mt. 7, 7). Para saber cuál es la Voluntad de Dios siempre es importante ponerse a la escucha del Señor. Orar y pedirle lo que deseamos con sinceridad y humildad. Vivir en presencia del Señor, cumplir los mandamientos, seguir el camino de las Bienaventuranzas. Colaborar en algún apostolado de nuestra parroquia. No puede haber vida cristiana si no es en comunidad. Ni tampoco se puede pretender dar pasos certeros e importantes en la vida cristiana sin la guía de un padre espiritual.
“El Hijo de Dios se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios” (San Ireneo de Lyon). No puede haber vida matrimonial o monástica fuera de la Iglesia. La Iglesia es el lugar de la divinización del hombre. Dios es Amor, y el fin tanto del laico como del monje en esta vida es aprender a amar. Dios es la fuente de amor. El amor de Dios es el que nos salva y nos deifica. La Iglesia es el lugar en el que este amor se nos comunica. ¿Por qué ir a buscarlo en otra parte? Es a través de los sacramentos que se nos comunica esa vida divina, y es a través de sus ungidos, de sus sacerdotes que la recibimos, que nos deificamos.
“La fe es el inicio de la vida divina en nosotros” es la primera enseñanza que recuerdo de mi padre espiritual. En la fe todo aparece transfigurado, todo es signo de su Presencia, tanto en los acontecimientos dolorosos, como en los agradables. Sólo en la fe puede percibirse el sentido profundo, el designio de Dios que a través de la prueba, nos diviniza. No es muy fácil encontrar un buen padre espiritual. Recé mucho para encontrar uno. Y el Señor me regaló casi a la vez, encontrar no sólo mi vocación a la vida monástica bizantina sino también a mi padre espiritual, el Hieromonje Dionisio, uno de los monjes del Monasterio Católico Bizantino de la Transfiguración del Señor. Con sus charlas espirituales y enseñanzas no sólo crecía en mi vida de fe, sino también, en esa obediencia, iba descubriendo la Voluntad de Dios para mi vida. Así fue confirmando cada inspiración y bendiciendo cada paso que yo iba tomando: emanciparme de mis padres, mudarme a Pigüé para vivir el rito bizantino y así poder crecer en esa matriz espiritual por algunos años, mientras me mantenía con mi trabajo, cooperaba con el monasterio, aprendía idiomas, y trabajaba. Cuando mi padre espiritual creyó que había llegado el momento, fui puesta bajo la protección paternal de nuestro Obispo, Mons. Daniel Kozelinski, Obispo-Eparca de la Iglesia Greco Católica Ucraniana en Argentina.
El Eparca, me tomó bajo su responsabilidad y me envió a formarme a un gran monasterio femenino de regla estudita en Leópolis (L’viv), Ucrania, llamado Pokrovsky. Alli, Madre Serafima y toda la comunidad fueron mi nueva familia, donde me nutrí humana, cultural y espiritualmente, pude hacer carne esa identidad que ya sentía mía, maduré como mujer y cristiana bajo el cuidado de las madres, para llegar a ser madre algún día yo también. Cuatro años de vida comunitaria, caridad, ciencia espiritual, ascesis, liturgia…además del regalo de contar con la gracia de tener al célebre Starets Oleksander, como padre y mentor espiritual. Tantas peregrinaciones, gracias especiales, amistades entrañables, experiencias fundantes, desafíos, logros…todo bajo la amorosa mirada de la Madre de Dios, patrona del monasterio. Tras mi voto monástico como rasófora, regresé a la Argentina a la espera de nuevas indicaciones del obispo, padre generoso, si los hay. Él designó al Higúmeno del Monasterio de la Transfiguración, el Hieromonje Sergio, para que me proveyera de todo lo necesario mientras estuviera en el país.
Entonces, mi humilde consejo para aquellas que se sientan llamadas por Dios a ser monjas es en primer lugar buscar un padre espiritual. Abrirle de par en par el corazón, obedecer lo que se le es indicado a una y discernir activamente qué le dice el Señor en su corazón.
Para aquellas que ya están insertas en el rito bizantino, simplemente acercarse a un monasterio bizantino, ponerse en contacto con los monjes y monjas. Y si allí, en el contacto concreto con ellos, comienzan a sentirse como pez en el agua, entonces quizás, el Señor las esté llamando a la vida monástica bizantina.
Y para quienes quieran discernir si son llamados a la vida monástica bizantina en concreto, procurar el contacto con el rito bizantino a través de una parroquia o un monasterio bizantino. La Divina Liturgia (Santa Misa) es el centro de la vida espiritual en el Oriente Cristiano. Mi vocación comenzó participando de una Divina Liturgia de Navidad en el Monasterio Bizantino de Pigüé. Conocer con la guía de mi padre espiritual, la Oración de Jesús, también llamada Oración Continua u Oración del Corazón (a través de “Relatos de un Peregrino Ruso” y otros autores espirituales de la “Filocalia”), no sólo enriqueció mi vida de oración, sino que se convirtió en el hilo que unía cada tarea, cada acto diario ofrecido a Dios, y que me ponía en su Presencia constante.
El futuro monasterio bizantino femenino en Argentina será establecido en las cercanías del monasterio bizantino de varones, dedicado a la oración, al autosustento a través de huerta orgánica, artesanías, iconografía bizantina, acogida de peregrinos, retiros espirituales. El Señor a través de su Providencia y a la Intercesión de la Toda Santa, la Theotokos, la Madre de Dios, le irá dando forma. Me encomiendo humildemente también a las oraciones de todos Uds. (los lectores). Las comunidades monásticas bizantinas de Pigüé seguimos la regla de San Teodoro Estudita.
Hermana Raquel”
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