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Lectura compartida con niños, ¿en libro impreso o en e-book?

Ignasi de Bofarull - publicado el 21/08/19

La industria lo repite machaconamente y las escuelas y los padres lo aceptan acríticamente. La investigación social, lingüística, pediátrica no dice lo mismo

Existe lacreencia infundada que comparten muchos padres que casi todo lo digital es aprendizaje. Y muchos padres y madres creen sin apenas dudas que: “La tecnología de los smartphones y las tabletasha llegado para quedarse y hemos de adaptar nuestros hijos a esta realidad presente para que estén preparados para el futuro”.

No es necesaria tanta tecnología desde pequeños. Y además se va demostrando que este aprendizaje digital no es ni mucho menos urgente si tenemos la paciencia de consultar alguna vez las guías pediátricas sobre el consumo de los mediay los niños que publican institucionalmente las asociaciones profesionales de países como US, UK, Australia o Canadá.

Esta unanimidad de los padres tecnófilos debería ser contrastada con la investigación y comprobar, con estas guías,que hasta los dos años, por ejemplo, las pantallas de los media son entre indiferentes e incluso perjudiciales. Y además con menos de dos años no suponen pasos en aprendizaje.

Y a partir de los 2 años hasta los 8 es importante la presencia paterna, o de la maestra. Es lo que se denomina el co-visionado de los media en aras a su comprensión, su monitorización, con vistas a la aclaración de conceptos en una charla niño-madre enriquecedora. Y la calidad de los contenidos y su duración también son importantes.

Pues bien, esta introducción es relevante para reflexionar sobre la lectura (o prelectura) compartida de libros con niños desde el primer año de vida hasta los 9 años. La lectura compartida con niños, ¿es mejor en libro impreso o en e-book? Creemos que es mejor con un libro impreso pues la co-lectura y el co-visionado es más ágil.

El acompañamiento es vital y con la charla en feed-back el niño descubre mundos nuevos pues la madre (o el padre) explican imágenes, aclaran palabras, resiguen las letras, traen recuerdos familiares que se hacen relevantes en ese mismo momento y que sirven para conectar la fantasía del cuento con la realidad de la vida.

La literatura científica ha señalado que esta co-lectura es de excepcional valor para lo que podríamos llamar la temprana alfabetización del hijo. Desde el sonido de las letras (fonemas), hasta la conciencia de cómo estas cuentan con su correspondiente grafía, desde el vocabulario hasta la sintaxis de las frases, desde la prosodia y la entonación hasta la comprensión de los contenidos más sutiles del relato. Todos estos planos se subrayan en una co-lectura atenta.

Y esta interacción afinada prepara para la escuela: para las bases de la lecto-escritura, para pensar, para entender los contenidos escolares en el plano de las ciencias naturales, de las ciencias sociales, las matemáticas.Todo, o casi todo, es buenoeducativamente en la co-lectura (primero prelectura, progresivamente lectura) entre padres e hijos.

Y desde el punto de vista psico-afectivo la lectura subraya el apego seguro y progresivamente va consolidando unas relaciones de confianza, apoyo, auto-eficacia, autorregulación, en el niño, etc.

En los últimos 15 años se hacomenzado a comparar el libro impreso y el e-book dado el incremento de este último en todos los ámbitos. Y se ha recomendado abiertamente el e-book (o la tableta con el libro digital en una app) para niños. Se ha hecho en el plano doméstico, y algunas veces escolar,sin muchas preguntas: recuerden la unanimidad (infundada) de que cada paso digital es un paso en aprendizaje.

La industria lo repite machaconamente y las escuelas y los padres lo aceptan acríticamente. La investigación social, lingüística, pediátrica no dice lo mismo. Compara las dos co-lecturas (libro impreso y e-book) y lo primero que descubren es que a los padres les gusta esta co-lectura en papel cuando la tienen muy experimentada y calibrada y los niños, con tal de ser atendidos por los padres, se apuntan. Y luego los niños disfrutan un montón pues se sienten importantes.

Cuando se profundiza un poco las diferenciasentre el libro impreso y digital ganan en matices. En el e-book los mejoramientos, los links, las explicaciones que guiñan el ojo desde cada rincón, abundan pero son distractivas. Aclaran conceptos y ofrecen imágenes ilustradoras pero son a veces tan constantes que no permiten la focalización de padres e hijos en el hilo conductor de la historia. Y además también pueden desmontar el feed-back conversacional entre padres e hijos.

Son mejoramientos, links que invitan insistentemente a ser consultados y que con su parloteo pueden confundir al niño sobre todo si es pequeño. Si el niño tiene más de 6 años y lee bien estos mejoramientos pueden ser gestionados en el contexto de la trama. Pero cuidado pues la lectura se puede convertir en un videojuego y entonces ya no estamos en el mundo de la lectura.

Las interacciones han de ser oportunas, sutiles, no invasivas y de altísima calidad y exigen unos co-lectores muy atentos y capaces de rechazar los links más inoportunos. También puede suceder que el padre se sienta “bien” sustituido por el hipertexto y que entonces abandone al niño a una lectura (o videojuego) en solitario.

Entonces el niño, que ya no tiene a su padre o madre leyendo con él, es fácil que se abandone o quizá se pierda el ritmo del relato. Con el texto impreso las interrupciones no existen casi. Solo comentarios breves de voz por parte del progenitor que orienta ante las dudas a su hijo.

Y sobre todo el niño se siente más protagonista, más creativo. El niño tiene más cancha y le gusta escuchar a su padre y también le gusta que su padre le escuche. Los recuerdos familiares son posibles, las explicaciones son siempre más ajustadas a las necesidades concretas del niño.

El niño, digámoslo en una frase contundente, se siente entonces más reconocido por su padre que por una máquina. Quizá porque ya ha experimentado los mil sobresaltos del iPad y los jueguecitos del smartphone. Y le suena mejor las palabras cálidas de papá o mamá que la voz impersonal, y a veces incomprensible, de la máquina. La investigación no se pone de acuerdo en este tema.

Unos postulan, no sé si patrocinados por la industria, que los e-books favorecen la comprensión, otros estudios dicen lo contrario: la libertad y la naturalidad del papel, de las imágenes reseguibles con la vista, con los dedos, la creatividad de los comentarios, la intimidad del ritmo propio que imponga la díada padre-hijo es fundamental para la comprensión profunda del texto.

Un último apunte: qué fácil le resulta a un niño de cuatro años tomar un libro de “su” propia biblioteca y decirle a su padre o madre: “Lo volvemos a leer, esta vez te lo cuento yo a ti, que ya me lo sé”. Entonces el padre toma el libro y se lo da a su hijo y le escucha atentamente en silencio. Y cuando acaba el relato le aplaude. Y ahí empieza a fomentarse lo que se denomina gusto por la lectura. Y los libros entonces son amigables, y se ven en la escuela, cada uno con sus tapas, con sus títulos, con sus ilustraciones encantadoras.

Y los niños también descubren que existen librerías con libros impresos y desde luego bibliotecas a las que, tengo oído, algunos padres asisten cada sábado para dejar los libros de la semana pasada y tomar prestados los de la siguiente. ¡Qué fácil con los libros impresos!

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