La Policía Nacional de Filipinas acusó a los obispos, sacerdotes y religiosos de, entre otros cargos, sedición
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Las diatribas del gobierno de Filipinas en contra de la iglesia católica han llegado a un tono mayor al acusar la Policía Nacional a algunos sacerdotes, religiosos y obispos de ese país de conspirar para derrocar al presidente Rodrigo Duterte.
La acusación a los miembros de la jerarquía y a sacerdotes que realizan su ministerio en el tercer país con mayor número de católicos del mundo no ha quedado en meras baladronadas, sino que incluye cargos por sedición,
Los obispos filipinos y los sacerdotes acusados, así como los religiosos, han tenido que presentar su declaración jurada en el Departamento de Justicia un día antes del inicio de las investigaciones preliminares de julio pasado.
Cargos y más cargos
La Policía Nacional de Filipinas acusó a los obispos, sacerdotes y religiosos no solamente de sedición, sino también de libelo cibernético, difamación y obstrucción de la justicia contra 36 personas, incluidos el vicepresidente del país y miembros de la oposición.
Las acusaciones incluyen al arzobispo Sócrates Villegas de Lingayen-Dagupan, el obispo Honesto Ongtioco de Cubao, el obispo Pablo Virgilio David de Kalookan, el padre del Verbo Divino Flaviano Villanueva, el padre jesuita Albert Alejo, el padre Robert Reyes y el hermano lasaliano Armin Luistro, ex secretario de educación.
Los cargos se derivan del lanzamiento de un video muy difundido en varias plataformas de redes sociales a principios de 2019 y que mostraba a un hombre encapuchado que afirmó que Duterte y su familia estaban involucrados en el tráfico ilegal de drogas.
La dinastía Duterte en la mira
Los insultos de Duterte a la Iglesia y a los obispos no han tenido punto de reposo. Desde que tomó la presidencia de Filipinas ha manejado una tensa y violenta relación con los miembros de la jerarquía, acusándolos de todo tipo de iniquidades.
La denuncia contra Paolo Duterte, hijo del presidente, fue realizada por Peter Joemel Advincula, conocido como “Bikoy”, durante una conferencia de prensa a principios de este año.
En esa conferencia de prensa “Bikoy” acusó al hijo de Duterte, y al ayudante presidencial Bong Go de estar involucrados en sindicatos de drogas. Más adelante se retractó y dijo que la Iglesia estaba detrás del complot para derrocar a Duterte.
Investigar a otros
El obispo David de la diócesis de Kalookan había dicho, tras su declaración, que los cargos en su contra y en contra de las otras 35 personas supuestamente implicadas en el complot, eran “injustos” y “atroces”.
“Lo que motiva al supuesto testigo (Bikoy) a dar falso testimonio es lo que de hecho deberían estar investigando”, dijo en un comunicado monseñor David.
“La intención es obvia: puro acoso y un esfuerzo por parte de (la policía) para no cumplir con su deber jurado, sino lo que creen que será agradable para las autoridades superiores”, agregó el prelado filipino,
Rezar por ellos
Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), la organización benéfica internacional de la Iglesia Católica que apoya proyectos de ayuda pastoral para personas pobres y perseguidas, emitió una declaración el 9 de agosto llamando a los católicos a rezar por la seguridad de los obispos.
Jonathan Luciano, director de AIN en Filipinas, dijo que la organización estaba “entristecida por las acusaciones infundadas” contra los obispos. “Tales cargos en su contra constituyen persecución de la iglesia”, dijo.
“Los obispos acusados injustamente de sedición son ejemplos de un servicio humilde dedicado al bienestar de los filipinos, así como a muchas causas humanitarias … prueba de su innegable amor por el país”, agregó Luciano. Cosa que Duterte ni entiende ni entenderá jamás.
*Con información de UCANews*