La gran fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, que congrega a cientos de miles de personas en Salta, en el norte argentino, es el 15 de septiembre. Pero para dar cabida al creciente interés popular, con la entronización de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro ya comenzó el denominado Tiempo del Milagro, la Pascua Salteña. Del 20 de julio al 15 de septiembre, Solemnidad del Señor del Milagro, será prácticamente incesante el peregrinaje y la actividad en la Catedral de Salta.
Cientos de escuelas, entidades civiles y de bien público, parroquias, entre otras, peregrinarán durante lo que queda de julio y agosto precediendo la Novena que comenzará recién el 6 de septiembre. El puntapié fue, como es habitual, el descenso de las imágenes del altar en el que se encuentran hasta una estructura de madera que permite la mayor cercanía de los peregrinos. Antes de la celebración quedó latente el carácter universal de esta celebración, ya que se leyó la historia del Milagro además de en español, en inglés, francés e italiano.
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Se trata de un tiempo especial de misericordia con más de 50 días peregrinación hacia el Pacto de Fidelidad, que comenzó recibiendo, como expresó el arzobispo presidiendo la celebración, Mario Cargnello, a la “primera resucitada, la mujer que nos reviste de los sentimientos de su hijo, la que abre sus manos como puerta del cielo siempre abierta y deja que nos asomemos a los secretos del corazón traspasado del señor”, la Santísima Madre del Milagro. Esplendorosa, engalanada en sus ornamentos de plata y su pulcro manto, fue colocada en su sitial de honor a la derecha del altar, y rápidamente honrada con flores mientras los fieles la saludaban con pañuelos blancos.
Poco después, descendió, con la misma solemnidad y ante la misma emoción, el Señor del Milagro, como expresó el relator, “tu eres nuestro y nosotros somos tuyos”.
El año pasado fueron más de 1100 las entidades y organismos de la sociedad las que peregrinaron durante la Pascua salteña, y este año, ante la creciente solicitud, hubo que incorporar días e iniciar antes el tiempo, para que todos puedan peregrinar ante las milagrosas imágenes.
Es un tiempo privilegiado para el recogimiento y la serena oración ante el Señor y la Virgen, cosa que en septiembre, con la novena en marcha, se dificultará mucho. Tiempo especial además para que crezcan en el amor las nuevas generaciones de salteños, los más niños y jóvenes, que tendrán su espacio propio para renovar celebrar el Milagro y tener su pacto de fidelidad, el 30 y 31 de agosto, con distintas celebraciones para niños de jardín de infantes, niños de colegio y catequesis, y jóvenes.
Este año el lema de la Fiesta del Milagro es “Caminemos juntos, como Iglesia peregrina, hacia adelante”, temática sinodal que se viene dando en el peregrinaje de gran parte de las diócesis del país, y sobre el que profundizó el Arzobispo en la Eucaristía que siguió a la entronización, la primera de esta Pascua salteña. “La imagen de nuestros peregrinos constituye una fuerte provocación a todos los devotos del Señor y de la Virgen porque nos invitan a descubrir el mensaje que el Señor viene dándonos y nos hace pensar que en el caminar juntos ha sido la actitud permanente de la Iglesia a lo largo de su historia”, explicó, y completó: “El tiempo del Milagro es un tiempo para que nosotros también compartamos y crezcamos, caminando juntos el regalo inmenso de ser creyentes como Abraham. Eso es un Sínodo, un caminar juntos, esa es la Iglesia, el Pueblo que camina en comunión unos con otros, atravesando la historia y procurando en cada tiempo y cada circunstancia encontrar y vivir la voluntad del Padre en beneficio de todos los hombres”.
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La historia del Señor y la Virgen del Milagro
Aunque el arribo de la imagen fue de por sí milagroso, ya que la caja con el Señor del Milagro enviado para la Iglesia de Salta por el primer Obispo de Tucumán apareció flotando cerca de las costas del Perú, no es ese el gran Milagro por el que se lo venera tanto. Porque esa imagen estuvo casi olvidada durante cien años hasta que con los temblores de 1692 fue sacada en procesión para llevar la calma a la ciudad, decisión tomada siguiendo la mirada la mirada de la imagen Virgen, tumbada en el piso, sin destrozos. En 1844, otro terremoto sacudió durante varios días al pueblo de Salta, que volvió a encomendarse ante el Señor y la Virgen del Milagro, dando forma a un pacto de fidelidad que desde entonces es anualmente renovado, cerrando con él la Fiesta del Milagro.
Son esos los grandes milagros, los más conocidos. Pero en cada corazón de cada peregrino, que en torno a la fiesta serán más de 700.000, como es habitual, anidan otros tantos favores y gracias que hablan de una de las devociones más preciadas de la Iglesia en Sudamérica.
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