La dura carta del cardenal estadounidense al presidente Donald Trump sobre las políticas migratorias
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En el vidrio trasero de algunas pick-ups se puede ver una pegatina con el mapa de Centroamérica y la leyenda “Go home” (“Váyanse a su casa”). Es una señal del clima de desprecio al inmigrante que ha cundido en Estados Unidos.
La política migratoria del presidente Donald Trump ha intentado disuadir a las personas, independientemente de su situación o del peligro que corren sus vidas, para no emigrar de Guatemala, Honduras o El Salvador.
Miles de “unidades familiares” han sido detenidas en la frontera y las acciones que se anticiparon esta semana por el ICE (la agencia de Inmigración y Control de Aduanas) han obtenido una repulsa generalizada entre los católicos de todo el país.
Reconsidere esta política
Quizá el mensaje más contundente contra estas nuevas disposiciones haya sido la carta abierta emitida por el arzobispo de Houston-Galveston y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), el cardenal Daniel D. DiNardo.
Para DiNardo, las acciones anunciadas por el ICE “separan a las familias, causan el sufrimiento inaceptable de miles de niños y sus padres y crean un pánico generalizado en nuestras comunidades”.
El prelado estadounidense –que conoce muy bien las dificultades que enfrentan los inmigrantes, pues Houston, la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos, conformada por 40 por ciento de hispanos— condenó el enfoque que le está dando a la inmigración el gobierno de Trump.
Erróneo e inconcebible
Desde luego, el cardenal DiNardo, quien habla a nombre de todos los obispos de la Unión Americana, descubre la “evidente intención de estas acciones” que no es otra sino disuadir a los centroamericanos, quienes huyen de la violencia y la miseria, de buscar refugio en los Estados Unidos.
“Esto es erróneo e insostenible. Es contrario a los valores estadounidenses y cristianos pretender evitar que las personas emigren aquí cuando huyen para proteger sus vidas y procurar la seguridad de sus familias”, escribe DiNardo en una carta que recoge a la perfección el espíritu que anima al episcopado estadounidense.
Para el presidente de la USCCB la nueva regla de la Administración sobre la elegibilidad para obtener asilo o refugio “agrega más barreras a la capacidad de los solicitantes (…) para acceder a la protección para salvar vidas, elude nuestro deber moral y evitará que Estados Unidos asuma su papel principal en la comunidad internacional como proveedor de protección de asilo”.
Comprender la dignidad de cada persona
Además de las dudas legales que ha generado el proyecto de que solamente podrán solicitar asilo o refugio aquellos que hayan sido rechazado en un tercer país, o que muestren que son víctimas de trata de personas, está, también, el revés a la historia de Estados Unidos, una nación hecha de inmigrantes.
“Insto al presidente a que reconsidere estas acciones, la nueva regla y su enfoque de cumplimiento obligatorio. Solicito que se permita a las personas que huyen por sus vidas buscar refugio en los Estados Unidos y que se les dé el debido proceso a todas las personas que enfrentan procesos de deportación”, enfatiza el cardenal DiNardo en su misiva.
Y termina diciendo: “Todos los que se encuentran junto a nuestras fronteras o dentro de ellas, deben ser tratados con compasión y dignidad. Más allá de eso, una solución justa a esta crisis humanitaria debería centrarse en abordar las causas fundamentales que obligan a las familias a huir y promulgar una reforma humanitaria de nuestro sistema de inmigración”.
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