La escena no podría ser más aterradora. Sucedió en un establecimiento ganadero del Chaco paraguayo, en la localidad Mariscal Estigarribia, Departamento de Boquerón.
Según las crónicas locales de medios como Última Hora, en la tarde noche del 9 de julio ocurrió el asesinato a sangre fría del dueño de la estancia Alcibiades Desiderio Ayala Coronel, su esposa, Francisca Nidia Núñez Romero, y sus dos nietos menores de edad. Los abuelos recibieron disparos con una escopeta calibre 12.
En el caso de los nietos, prosigue la crónica, la niña fue baleada pero no murió al instante, sino que sucedió con un segundo tiro en la espalda que atravesó su corazón. Mientras que su hermano, testigo de la muerte de su hermana y abuelos, falleció con un disparo en la nunca mientras intentaba huir al monte. Una vez ocurrido esto los cuerpos fueron enterrados en una cámara séptica, uno encima del otro.
Sin dudas una verdadera masacre que ha generado conmoción en Paraguay en los últimos días. De fondo, la violencia del caso y el robo de animales conocido como abigeato (se llevaron más de 80 cabezas de ganado), el móvil que se desprende del este asesinato múltiple en base a las investigaciones realizadas.
En cuanto a los autores, en las últimas horas trascendió que el caso está “prácticamente cerrado” y es ahí donde aparece la figura del capataz de la estancia como autor material, entiende el Ministerio Público, así como la complicidad de su pareja, entre otros.
“La violencia que nos duele a todos”
Lo acontecido en Paraguay, escena aterradora que interpela y no deja a nadie indiferente, ha sido motivo de conversación desde hace varios días.
La propia Conferencia Episcopal de Paraguay (CEP) emitió un comunicado recientemente titulado “La violencia que nos duele a todos” y en el que además de condenar el cuádruple asesinato y ofrecer condolencias y oración, clama de forma enfática por la paz y el cese de la violencia en Paraguay.
“Como Iglesia estamos consternados por lo sucedido, sobre todo por la alevosía y ensañamiento con el que actuaron los victimarios, que alerta la tranquila y armónica vida de los pobladores de la zona”, se expresa en el comunicado.
“Estos son hechos que convulsionan a nuestro país y a nuestra gente, pero también es una oportunidad para llamar a la unidad y rezar por la paz y tranquilidad. Cada uno desde nuestras Diócesis, parroquias, vicarías, comunidad eclesial y sociedad en general”, indican los obispos.
“Pedimos elevar una oración por la pérdida de vidas inocentes, por la paz y el cese de la violencia en nuestro país”, concluyen.
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Es que la paz y el grito desde el alma contra este tipo de sucesos urge en Paraguay y en el resto de América Latina, continente donde “la violencia y la impunidad caminan de la mano”, tal cual reveló un reciente informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal (CCSPJP) sobre homicidios y ciudades más violentas (ver nota de Aleteia a continuación).
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