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Varias iglesias en el mundo tienen curiosas figuras esculpidas en sus paredes: desde un astronauta hasta el mismísimo Darth Vader. Pero en la Catedral de Calahorra, en La Rioja (España), hay un móvil.
Claro, todas estas figuras no son puestas allí por pura casualidad, todas tienen una razón de ser.
Corrían los años 90 cuando a la llamada “puerta del fosal” de esta Catedral requería de una urgente restauración porque la piedra de la parte baja se encontraba muy deteriorada por un proceso de arenización.
Este templo con tres naves se empezó a construir en el año 1484 y fue levantado sobre el lugar de martirio de los patronos de la ciudad, San Emeterio y San Celedonio. Como su construcción original tardó más de 200 años, en su arquitectura se pueden apreciar distintos estilos: desde el barroco hasta el neoclásico.
Para la restauración no se planeó nada extravagante ni ninguna telefonía fue patrocinadora, simplemente se quiso recrear en piedra tallada los motivos decorativos que se encontraban antes. Sin embargo, como el material era bastante similar al original, el cantero cumplió con aquello de “marcar fecha” para indicar a los visitantes y feligreses que se trataba de una actualización.
“Fue una ocurrencia del cantero”, dijo Ángel Ortega, archivero de la Catedral. “La explicación que dio fue que lo mismo que en Salamanca pusieron a un astronauta, con la misma autoridad, por qué no puedo poner yo un instrumento que utilizo a todas horas”.
Y así fue como esculpió su querido móvil en la pared (uno de los diseños de la marca Nokia más populares) y le colocó la fecha, 1996, para macar una clara diferencia entre “lo antiguo” y “lo nuevo” (aunque ya hoy los niños quizá lo vean también como una antigüedad).
Sin embargo, hay quienes creen que ya esto de que el restaurador le coloque su sello personal a su trabajo se está yendo de las manos, afectando la integridad de la obra original. Algunos historiadores y defensores del arte aseguran que por más que el material se parezca, que es la justificación más utilizada, se puede apreciar la diferencia y no hay necesidad de colocar un elemento estrambótico, sobre todo cuando se está tratando justamente de conservar algo histórico, no innovar,
Pero para otros, estas figuras curiosas (que además suelen estar en el exterior) atraen a la gente y hacen que estas edificaciones sean visitadas, invitando a conocer su -en algunos casos olvidada- historia.