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El Papa en Rumanía: Sin alegría permanecemos paralizados

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 31/05/19
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Francisco lleva palabras de esperanza a la minoría católica y recuerda a la Virgen: “María se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros”. “María camina, encuentra y se alegra porque llevó algo más grande que ella misma: fue portadora de una bendición”, dijo el papa Francisco en la Misa presidida en la catedral católica de San José en Bucarest, Rumanía, este viernes 31 de mayo de 2019. 

El Papa llegó a confirmar en la fe a los católicos rumanos, alrededor de 7%, en un país con una mayoría ortodoxa, “pequeña grey” que también fue perseguida hace más de treinta años por la dictadura comunista de Nicolae Ceaușescu (1967 al 1989). Rumanía desde 2007 forma parte de la Unión Europea. 

“Como María, tampoco nosotros tengamos miedo a ser los portadores de la bendición que Rumanía necesita. Sean los promotores de una cultura del encuentro que desmienta la indiferencia, la división y permita a esta tierra cantar con fuerza las misericordias del Señor”, dijo en su homilía en la misa en la fiesta de la Visitación de la Virgen María. 

El papa Francisco culminará el domingo su viaje apostólico, cuando beatificará a siete mártires griego-católicos que murieron bajo la terrible persecución comunista que hubo entre 1950 y 1970.

En este contexto, el Obispo de Roma explicó que María es ejemplo de certeza, que canta y exulta de alegría. “María se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros”. 

Francisco insistió que “ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo”,  pues, “sin alegría permanecemos paralizados, esclavos de nuestras tristezas”.

“A menudo el problema de la fe no es tanto la falta de medios y de estructuras, de cantidad, tampoco la presencia de quien no nos acepta; el problema de la fe es la falta de alegría”, dijo en la Catedral construida a partir de mediados del siglo XIX, donde reposan las reliquias del beato Vladimir Ghika, sacerdote y mártir, y de san Juan Pablo II. 

La fe vacila cuando se cae en la tristeza y el desánimo. Cuando vivimos en la desconfianza, cerrados en nosotros mismos, contradecimos la fe, porque, en vez de sentirnos hijos por los que Dios ha hecho cosas grandes (cf. v. 49), empequeñecemos todo a la medida de nuestros problemas y nos olvidamos de que no somos huérfanos: tenemos un Padre en medio de nosotros, salvador y poderoso”. 

María viene en ayuda nuestra, porque más que empequeñecer, magnifica, es decir, “engrandece” al Señor, alaba su grandeza”, afirmó, “este es el secreto de la alegría”. 

“María, pequeña y humilde, comienza desde la grandeza de Dios y, a pesar de sus problemas —que no eran pocos— está con alegría, porque confía en el Señor en todo”.

“Nos recuerda que Dios puede realizar siempre maravillas si permanecemos abiertos a él y a los hermanos. Pensemos en los grandes testigos de estas tierras: personas sencillas, que confiaron en Dios en medio de las persecuciones”. 

“No pusieron la confianza en el mundo, sino en el Señor, y así avanzaron. Deseo dar gracias a estos humildes vencedores, a estos santos de la puerta de al lado que nos marcan el camino. Sus lágrimas no fueron estériles, fueron oración que subió al cielo y regó la esperanza de este pueblo”.

En el marco de su 30° Viaje Apostólico Internacional a Rumanía, de la capital viajará el sábado al santuario mariano de Sumuleu-Ciuc, que es el mayor lugar de peregrinación católico de Transilvania.

Para el Papa se cerró hoy la primera jornada con el pequeño rebaño de fieles católicos en Bucarest, llamada la “pequeña París” por los edificios del centro diseñados bajo la influencia del art nouveau. 

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