El crimen ha generado indignación en la Iglesia católica y en el pueblo fiel salvadoreño
Tenía 35 años de edad cuando el padre Cecilio Pérez fue víctima –como tantos otros hombres y mujeres en El Salvador—de las pandillas o maras. En su habitación parroquial fue asesinado a balazos en la madrugada del sábado pasado.
Lo llora su parroquia y sus parroquianos de San José la Majada, municipio de Juayúa y departamento de Sonsonate, en la zona occidental del pequeño país Centroamericano.
El padre Cecilio era de extracción humilde, originario del caserío los Riyitos, carretera Sonsonate – Santa Ana y cuya familia residía en el término municipal de Sonzacate.
¿El móvil del asesinato? Lo que ya viene siendo una feroz costumbre en El Salvador: intento de extorsión, quizá “venganza” porque el padre Cecilio se habría negado a pagar “derecho de piso”, o le habrá negado algún servicio religioso a los maras… Era un sacerdote bueno y alegre.
Así lo definió su obispo, Constantino Barrera, titular de la diócesis de Sonsonate: “Estaba haciendo una gran labor y había tenido una respuesta muy positiva del pueblo”. Cosa que, con la dinámica de violencia extrema que caracteriza a las maras, ya no significa absolutamente nada.
En el sitio hay un escrito donde se lee “no pagó la renta MS-13”, sin embargo no se encontró ninguna entrada forzada por los pandilleros, por lo que también pudo haberse tratado de un grupo contrario a la MS-13.
El gobierno salvadoreño ha condenado lo que llamó, en un comunicado de prensa, un “vil asesinato”, parte de la cifra negra que enluta, día con día, a uno de los países más violentos de América y del mundo, con tasas por encima de 50 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
El crimen ha generado indignación en la Iglesia católica y en el pueblo fiel salvadoreño. La voz del padre Edwin Baños, de la diócesis de Santa Ana, resume a la perfección el dolor y la indignación de un pueblo agraviado:
“Han asesinado al Padre Cecilio Pérez, de la Diócesis de Sonsonate. Corre la sangre de inocentes, es un sacerdote, un sacrilegio. ¡Dios mío! ¡Hasta cuando! Pedimos a las autoridades investiguen y se haga justicia”.
En poco más de un año es el segundo sacerdote asesinado en El Salvador. En marzo de 2018 fue ultimado, en circunstancias similares el sacerdote Walter Osmir Vásquez Jiménez en la localidad de Lolotique (oeste) cuando se trasladaba en su automóvil a un acto religioso en la localidad de Santiago de María.
El sepelio del padre Cecilio se llevó a cabo el día de hoy lunes 20 de mayo en su parroquia de San José en La Majada.
El domingo, refiriéndose al asesinato del padre Cecilio y su posible conexión con las extorsiones de los maras, el cardenal Gregorio Rosa Chávez, dijo: “Hay casos que sabemos, otros tal vez no, nadie está exento; es un gran dolor saber de este crimen, cuando se trata de gente tan sencilla … es algo que parece no tener solución, pero tenemos que enfrentar este drama”.