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Papa Francisco: No al nacionalismo que construye muros, produce racismo y antisemitismo

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 02/05/19
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El Pontífice recibió en audiencia a los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. El papa Francisco advirtió que el nacionalismo que construye muros produce solo racismo. Lo dijo este jueves 2 de mayo al recibir en audiencia a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales del Vaticano. “El Estado nacional no puede considerarse como un absoluto, como una isla con respecto al contexto circundante”.

La admonición del Papa, llega tras las vestiduras rasgadas por parte de grupos conservadores católicos, especialmente en Estados Unidos, por la donación de medio millón de dólares del fondo del óbolo de San Pedro por parte del Papa, para que la Iglesia de México pueda seguir asistiendo a los inmigrantes que se encuentran bloqueados en ese país en su ruta hacia los Estados Unidos.

“Desafortunadamente, tenemos ante nuestros ojos situaciones en las que algunos Estados nacionales mantienen relaciones en un espíritu de oposición en lugar de cooperación”, dijo el Papa. 

Además, afirmó, “hay que constatar que las fronteras de los Estados no siempre coinciden con las demarcaciones de poblaciones homogéneas y que muchas tensiones provienen de una excesiva reivindicación de soberanía por parte de los Estados”. 

Francisco sin mencionar el tema de la seguridad, tan amado por los ideólogos del nacionalismo exacerbado, constató que el tema de la soberanía se usa a menudo “precisamente en áreas donde ya no son capaces de actuar de manera efectiva para proteger el bien común”. 

El pueblo explicado por Santo Tomás

El Pontífice subrayó que  el concepto de pueblo no es algo estático y citó a “Santo Tomás” que  tiene una “hermosa noción de lo que es un pueblo”:

“Al igual que el Sena, no es un río que se determina por el agua que fluye, sino por un origen y un lecho precisos, siempre se considera el mismo río, aunque el agua que fluye sea diferente, del mismo modo un pueblo es el mismo no por la identidad de un alma o de los hombres, sino por la identidad del territorio, o todavía más, de las leyes y el modo de vida, como dice Aristóteles en el tercer libro de la Política” (Las criaturas espirituales, a. 9, ad 10). 

 al amor a la patria, no a exclusión y odio  

En su discurso, confirmó que la Iglesia “siempre ha exhortado al amor del propio pueblo, de la patria, a respetar el tesoro de las diversas expresiones culturales, de  usos y costumbres, y del justo modo de vivir enraizados en los pueblos”. 

Al mismo tiempo, sostuvo que la Iglesia ha advertido sobre las “desviaciones” de este apego al propio pueblo y patria, “cuando deriva en exclusión y odio hacia los demás”. 

De ahí, que indicó se convierte “en un nacionalismo conflictual” que construye muros, crea obstáculos también de “racismo o  antisemitismo”.

Corrientes agresivas contra los extranjeros 

“La Iglesia observa con preocupación el resurgimiento, en casi todo el mundo, de corrientes agresivas hacia los extranjeros, especialmente los inmigrantes, así como el creciente nacionalismo que descuida el bien común”, sostuvo. 

Así, sostuvo, “se corre el peligro de comprometer formas ya consolidadas de cooperación internacional”, se socavan “los objetivos de las organizaciones internacionales como espacio de diálogo y encuentro de  todos los países basado sobre el respeto mutuo”. 

En otro momento, sostuvo que la “forma en que una nación recibe a los migrantes revela su visión de la dignidad humana y de su relación con la humanidad”. 

Migrantes miembros de la humanidad 

Francisco insistió “toda persona humana es miembro de la humanidad y tiene la misma dignidad. Cuando una persona o  una familia se ve obligada a abandonar sus tierras, debe ser acogida con humanidad”. E insistió en los cuatro verbos: “acoger, proteger, promover e integrar”. 

Migrante tiene el deber de integrarse 

“El migrante no es una amenaza para la cultura, las costumbres y los valores de la nación de acogida”, añadió. 

“Él también tiene un deber,  el de integrarse en la nación que lo recibe. Integrar no significa asimilar, sino compartir el tipo de vida de su nueva patria, mientras sigue siendo, como persona, portador de su propia vivencia biográfica”. 

De esta manera, sostuvo, “el migrante puede presentarse y ser reconocido como una oportunidad para enriquecer al pueblo que lo integra”. 

Tarea de la autoridad pública: proteger a los migrantes 

“Es tarea de la autoridad pública proteger a los migrantes y regular los flujos migratorios con la virtud de la prudencia, así como promover la acogida de modo que  las poblaciones locales estén capacitadas y alentadas para participar conscientemente en el proceso de integración de los migrantes que reciben”, expresó. 

Migración dato permanente de la historia

Entretanto, planteó que “la cuestión migratoria, que es un dato permanente de la historia humana, reaviva la reflexión sobre la naturaleza del Estado nación”. 

“Todas las naciones son fruto de la integración de oleadas sucesivas de personas o grupos de migrantes y tienden a ser imágenes de la diversidad de la humanidad aunque estén unidas por valores, recursos culturales comunes y sanas costumbres”. 

“Un Estado que suscitase los sentimientos nacionalistas de su pueblo contra otras naciones o grupos de personas fracasaría en su misión. Sabemos por la historia donde conducen desvíos similares, pienso en la Europa del siglo pasado”, añadió. 

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