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Juan Bautista de La Salle (1651-1719) es el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, dedicados a la enseñanza. Fue nombrado, por Pío XII en 1950, patrono universal de los educadores cristianos.
El santo francés fue el primero de diez hijos, de los cuales tres se volvieron sacerdotes y una religiosa. Después de la ordenación sacerdotal consiguió el doctorado en teología.
Su vida estaba encaminada a la enseñanza académica. Pero una serie de coincidencias lo introdujeron al ambiente de la escuela para muchachos pobres, donde cayó en cuenta de dos realidades importantes para él.
Primero que nada, la importancia de dar una formación integral a todos los muchachos, especialmente a los más pobres.
Y luego preparar maestros a la altura de su misión, tanto desde el punto de vista intelectual y pedagógico como el perfil espiritual.
Una nueva manera de educar
Gradualmente entre miles de dificultades e incomprensiones surgió en él una idea. La de formar una nueva congregación de laicos consagrados a Dios en el apostolado de la educación escolástica.
Encontró a un grupo de doce maestros dispuestos a seguirlo en esa aventura. Y nació el primer núcleo de Hermanos de las Escuelas Cristianas que instituyeron las primeras escuelas populares.
El santo educador tuvo el valor de introducir la enseñanza usando el idioma actual en lugar del latín.
Y después de las "pequeñas escuelas" parroquiales, fundó también las escuelas profesionales, abiertas a quien quisiera aprender un oficio.
Para formar a los profesores fundó también las escuelas para los maestros, anticipándose mucho a los actuales institutos magistrados.
Para reunirse con ex presidiarios y otros desadaptados sociales, creó escuelas de rehabilitación y cursos vespertinos y dominicales.
Las palabras de La Salle sobre cómo ayudar a las almas del purgatorio
El santo patrono de los educadores, respecto a las almas del Purgatorio escribió cosas muy profundas.
Lo hizo en una de sus predicaciones del 2 de noviembre dedicada precisamente a la conmemoración de las ánimas del Purgatorio, y dice:
Dios, de hecho, debido a sus pecados, según san Juan Bautista de La Salle, "no está dispuesto a recibirlas mientras estuvieran en esta tierra".
Para el santo es "una especie de obligación para nosotros rezar a menudo a Dios por las almas que sufren en el Purgatorio".
En segundo lugar, prosigue, "nosotros estamos unidos con estas almas santas por un vínculo exterior".
Al ser todos miembros suyos (cfr. Rm 12,5), concluye el santo, "debemos unirnos a ella para ofrecer a Dios nuestra oraciones y el sacrificio de la misa, para obtener más fácilmente de Dios, en nombre de esta íntima unión y de las insistentes oraciones y sufragios, la pronta liberación de estas almas que sufren, que podrán a su vez -cuando estén en el cielo- obtener para nosotros, con sus oraciones, muchas gracias y hacernos gozar de las alegrías celestiales".