El gesto del Pontífice en el Viernes Santo, en el único día del año que no se oficia misa, ni se realiza la consagración. El Predicador pontificio: “En la cruz, Jesús de Nazaret se convierte en el emblema de toda esta humanidad «humillada y ofendida”. El papa Francisco presidió el rito de la Pasión del Señor este Viernes Santo, 19 de abril de 2019, en la Basílica Vaticana.
El Sucesor de Pedro entró en silencio al templo, mientras se escuchó apenas el eco de sus pasos, llegó delante al altar mayor y se postró en el suelo de cuerpo entero. Dos personas ayudaron al Papa latinoamericano de 82 años a tumbarse sobre un tapete, mientras llevaba el peso de los paramentos rojos y de sus zapatos negros ortopédicos.
Allí, tendido en el suelo, en signo de penitencia, el Papa ha orado en silencio por dos minutos en la nave central. La cruz cubierta del altar mayor estaba tapada con una tela color sangre.
Los presentes se arrodillaron y, en silencio, cardenales, obispos y fieles rezaron. Luego, de pie Francisco profesó en latín el Reminiscere miserationum tuarum.
El Viernes Santo es el día en que la Iglesia conmemora la pasión y la muerte de Jesucristo en la cruz. En este día Jesús entregó su cuerpo y derramó su sangre por el perdón de los pecados y para la salvación de los hombres. Los presentes en la Basílica Vaticana escucharon la narración bíblica de la Pasión y la Crucifixión. Hoy la Iglesia no celebra la Eucaristía y ningún sacramento, solo la Unción de los Enfermos y de la Reconciliación.
Francisco siguió las lecturas y como todos los presentes se arrodilló por largo tiempo en el momento de la narración de la muerte de Cristo en la colina del Gólgota.
La homilía fue pronunciada por el religioso Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia y se centró en Jesús “despreciado y rechazado por los hombres”.
“En la cruz, Jesús de Nazaret se convierte en el emblema de toda esta humanidad «humillada y ofendida”, dijo el predicador pontificio.
Asimismo, recordó que Jesús fue una inspiración para Martin Luther King, a través del escritor y teólogo afro-americano, Howard Thurman, que lo consideraba su maestro de la lucha no violenta por los derechos civiles.
“Este no es el único significado de la pasión y muerte de Cristo y ni siquiera el más importante. El significado más profundo no es el social, sino el espiritual y místico. Aquella muerte redimió al mundo del pecado, llevó el amor de Dios al punto más lejano y más oscuro en el que la humanidad se había metido en su huida de él, es decir, en la muerte”, dijo Cantalamessa, fraile capuchino.
Por la noche, el papa Francisco presidirá desde la colina del Palatino, que se encuentra frente al anfiteatro Flavio, el Coliseo romano, el tradicional Vía Crucis.
Esa ceremonia fue instaurada en 1741 por el papa Benedicto XIV y, tras décadas de olvido, volvió a celebrarse en 1925. Luego el Papa Pablo VI ha querido volver a celebrar en el Coliseo el rito en memoria de la persecución a los primeros cristianos.
Este año, Francisco ha confiado la preparación de los textos para el Via Crucis del Viernes Santo en el Coliseo a Sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata y presidente de la Asociación “Slaves no more”. El sufrimiento de tantas personas, víctimas de la trata de seres humanos, será parte central de las meditaciones.