Al parecer, los grandes símbolos de la fe vencieron las llamas
Después de ver las impactantes imágenes de la aguja de Nuestra Señora de París derrumbarse durante el incendio (un añadido de la catedral hecho por Eugène Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX), la escultura de bronce en forma de gallo que coronaba la punta de su cruz se daba por perdida.
Pero siguen llegando las buenas noticias… ¡Uno de los miembros del grupo de restauración de monumentos históricos encontró entre las ruinas al famoso gallo! (y, por las imágenes, pareciera rescatable). Esta información fue confirmada con mucha alegría por el jefe de la Federación Francesa de Construcciones, Jacques Chanut, a través de su cuenta de Twitter.
Si bien es cierto que el gallo es símbolo de Francia, éste en particular era aún más especial porque en 1935 el arzobispo de París, el cardenal Verdier, colocó tres reliquias en su interior: una de San Dionisio, otra de Santa Genoveva (ambos patrones de la ciudad) y un fragmento de la corona de la Pasión de Cristo precisamente para proteger al edificio y a sus feligreses de cualquier daño.
No obstante, todavía no podemos cantar victoria. Aunque se informó la aparición del gallo, no se dijo nada sobre su contenido, ya que como está hundido y golpeado, no se ha podido verificar si las reliquias siguen en su interior y, de ser así, en qué estado. Recemos porque estas tres reliquias estén intactas, ya que sería, como muchos han expresado, ¡un verdadero milagro!
Para los franceses, el gallo es un emblema nacional desde hace siglos. Tiene que ver con un juego de palabras del término latín gallus que significa gallo y galo al mismo tiempo.
Pero también recordemos que el gallo es el animal que anuncia el amanecer, la llegada de la luz, una bonita analogía si analizamos que hoy es el primer día de la reconstrucción de Notre Dame que, casualmente, coincide con el Martes Santo y como señala el Evangelio en el texto de San Juan:
Simón Pedro le dijo:
«Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde».
Pedro replicó:
«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
«¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».