Pésaj, la pascua judía, "Pasar de largo", como memorial perpetuo de la décima plaga de Egipto, cuando el Ángel del Señor causó la muerte de todos los primogénitos de las familias egipcias, perdonando a los de los judíos.
Y en Jerusalén, esos días tienen una apariencia todavía más particular, para quien ha elegido vivirlos dentro de los límites de la bíblica Palestina.
Son muchísimos los peregrinos que han elegido ir a pasar la fiesta de Pésaj en la Ciudad Santa, para rezar en esta 'fiesta de la memoria', un símbolo que, más que cualquier otro, mantiene vivo el recuerdo de Dios. Y también para vivir Pésaj con toda la familia.
La analogía entre las dos fiestas es evidente en la lectura de los evangelios, donde Jesús es llamado 'Cordero de Dios'.
Distintas conmemoraciones, y sin embargo muy parecidas en su significado, porque ambas recuerdan una sola cosa: Dios no dejó solo al hombre, lo salva de la esclavitud: primero, de la esclavitud de los hombres; luego, de la esclavitud de la muerte.