Recién se recuperaba de la peor falla eléctrica de toda su historia, cuando se queda Venezuela nuevamente sin luz, un hecho que pone en jaque las ya vulnerables vidas afectadas por la crisis humanitaria. Desde la 1:22 de la tarde del lunes 25 de marzo colapsó una vez más el servicio eléctrico, que también deja sin agua, comunicaciones, Internet, puntos de venta y banca electrónica a toda la nación.
No falla solamente el fluido eléctrico, sino todos los servicios asociados: el transporte, por ejemplo, tanto el masivo: trenes y subterráneos, como el privado, el cual se detiene ante la imposibilidad de surtir combustible.
Se trata del segundo mega apagón nacional tras el ocurrido el pasado 7 de marzo, cuando quedó sin luz casi toda Venezuela durante una semana, afectando mortalmente a pacientes y neonatos que dependían del fluido eléctrico.
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A diferencia del primer apagón, en esta oportunidad los venezolanos en la capital dejaron completamente solas las calles cuando transcurrieron las primeras horas sin luz.
Como si de tratara de un “toque de queda”, las peregrinaciones iniciales dieron paso a una desolación casi absoluta motivada por los temores y la incertidumbre en una de las ciudades más peligrosas del mundo.
Venezuela amanece una vez más detenida y a oscuras, con sus comercios cerrados y sin acceso a servicios básicos. Salvo por algunos trueques, los pocos comercios que intentan funcionar para vender algo de su mercancía -mucha, perecedera-, lo hacen en dólares en efectivo, en el país que sufre la más alta hiperinflación de todo el planeta.
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La administración Maduro, denunciado por la Asamblea Nacional como usurpador por continuar el mando tras elecciones fraudulentas, se demostró incapaz de resolver el problema y acusó una vez más al hecho de “ataques terroristas”.
Hasta este miércoles se extendió la suspensión de actividades laborales y educativas anunciada inicialmente para el martes, aunque se prevé continuará, dada la imposibilidad de restaurar de forma estable el fluido eléctrico.
De acuerdo con Nicolás Maduro, “el sistema eléctrico nacional sufrió dos arteros ataques terroristas de manos de violentos”, en línea con su versión de “sabotaje”, ya desmentida por la Asociación de Energía Eléctrica, que lo acusa de corrupción y falta de mantenimiento.
Un ataque, detalló Maduro en Twitter, ocurrió a la 1:29 pm del lunes en el área de generación y transmisión de la hidroeléctrica El Guri, ubicada en el Oriente del país, cercano a la frontera con Brasil y que surte al 80% de Venezuela.
El otro se habría registrado a las 9:47 pm, cuando los trabajos de recuperación habían alcanzado “los más altos niveles de generación” desde el 7 de marzo. Mientras que el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, difundió imágenes de las instalaciones eléctricas afectadas por el fuego.
Por su parte, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, expresó que “no hay versión oficial creíble”, pues “ellos tienen militarizadas cada una de las instalaciones eléctricas”, lo que impediría el supuesto sabotaje.
Reconocido como presidente interino de Venezuela por unos sesenta países, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, mostró la data de NetBlock, según la cual, al menos 9 de cada 10 teléfonos estarían sin conexión o acceso a datos en todo el país tras el apagón.
La preocupación es mayor en los centros de salud, que ya en el pasado han mostrado su fragilidad para responder a los apagones. Aunque apoyados por plantas eléctricas, dependen de un combustible cada más escaso en el alguna vez rico exportador de petróleo.
De lo más de 10 mil pacientes renales del país, al menos 3.500 dependen de diálisis, el proceso mecánico a través del cual les purifican la sangre, algo que no es posible realizar sin electricidad.
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Sólo este hecho habría apagado la vida de más de 15 pacientes renales únicamente en el primer apagón, según constataron entonces las ONG Codevida y Médicos Unidos de Venezuela.
Situación similar ocurre con los centros maternos e infantiles. Uno de los afectados es el J.M. de Los Ríos. “Parece un arbolito” (de Navidad), con iluminación “intermitente”, lamentó Katerine Martínez, directora de Prepara Familia en contacto con Aleteia.
Además de Caracas, el apagón afecta a 21 de los 23 estados, según reportes de los usuarios en las redes sociales, convertidas durante la emergencia en prácticamente la única vía de comunicación en Venezuela.
Desde el primer apagón, el 7 de marzo, por medio de contundentes comunicados desde las distintas regiones del país, la Iglesia Católica ha confirmado balances que recuerdan los “partes de guerra”.
Mientras que en Twitter se leen los mensajes desesperados de quienes no han podido organizar ni siquiera los actos fúnebres de familiares fallecidos en medio de la crisis.
En este marco, Susana Raffali -pieza clave en la atención de la desnutrición infantil a través de Cáritas- ha dejado claro que “el hambre no espera” y que los niños lloran clamando luz, en procura de auxilio humano y divino.
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