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Hildegard Burjan: modelo cristiano de ayuda a los demás

BURJAN
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Sandra Ferrer - publicado el 26/03/19
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Su entrega y su amor al prójimo le valieron el reconocimiento de la Iglesia Católica

Hildegard Burjan se convirtió al catolicismo gracias al ejemplo de unas religiosas que cuidaron de ella en uno de los momentos más críticos de su vida. En ellas se inspiró para hacer realidad sus ideales de ayuda a los más necesitados y dedicó toda su vida a cuidar de los marginados de la sociedad. 

Hildegard Freund nació el 30 de enero de 1883 en Görlitz, en el seno de una familia acomodada de origen judío. Estudiante ejemplar, tras graduarse en la escuela secundaria de Basilea, Hildegard se convirtió en una de las primeras mujeres en incorporarse a las aulas universitarias de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En Zúrich, donde se matriculó en filosofía, Hildegard conocería en 1907 a Alexander Burjan, un ingeniero húngaro de origen judío con el que se casaría dos años después. Instalados en Berlín, la pareja continuó con sus estudios y Hildegard terminó su doctorado.

Pero su vida tranquila se vio truncada cuando en 1909 un problema en el riñón la situó al borde la muerte. Ingresada en un hospital berlinés, Hildegard observó admirada la labor incansable de las religiosas que trabajaban cuidando a los enfermos día y noche. Las monjas no solo atendían las necesidades físicas de sus pacientes, también velaban por su bienestar emocional y espiritual y rezaban por ellos. Y a Hildegard dedicaron sus plegarias cuando los médicos la dieron por desahuciada. Días después, su salud mejoró milagrosamente. Hildegard decidió entonces unirse a la fe de aquellas mujeres admirables y se bautizó convirtiéndose al catolicismo.

A pesar de que Hildegard salió del hospital curada de su enfermedad renal, su cuerpo no se recuperó del todo por lo que cuando se quedó embarazada poco tiempo después los médicos le recomendaron que abortara para evitar una muerte casi segura de ella y del bebé. Hildegard no quiso oír hablar de aquella posibilidad y siguió adelante. Meses después nacía su hija Lisa.

El ejemplo de vida de las religiosas por las que Hildegard se convirtió al cristianismo fue también modelo a seguir en todos los proyectos políticos y sociales en los que se embarcaría. En 1912 fundó la Asociación de trabajadoras cristianas a domicilio con el objetivo que mitigar las duras condiciones de trabajo de las empleadas del hogar, con jornadas interminables y salarios ínfimos. La asociación mejoró su protección en situaciones de embarazo o enfermedad.

Durante la Primera Guerra Mundial, Hildegard Burjan colaboró con distintas asociaciones para hacer llegar comida y bienes de primera necesidad a algunas de las zonas más devastadas del agónico Imperio Austriaco.

En 1918, cuando Austria se estrenaba como república, se convirtió en la primera mujer elegida en su Consejo Nacional por el Partido Socialcristiano. Desde su posición política, Hildegard se volcó en luchar por los más desfavorecidos haciendo hincapié en reivindicaciones feministas como la desigualdad entre hombres y mujeres, el sufragio femenino o la falta de educación de las mujeres.

Su labor en el ámbito político terminó apenas dos años después. A pesar de que se había convertido al catolicismo, sus raíces judías la marcaban como sospechosa en aquella Europa en la que el antisemitismo empezaba a colarse en todos los ámbitos de la sociedad. Pero lejos de abandonar su lucha, continuó con su labor social cuando a principios de la década de los veinte fundó Caritas Socialis, una institución femenina religiosa con la que creó una amplia red de ayuda a mujeres, familias y jóvenes necesitados.

Hildegard Burjan fue una mujer volcada en la ayuda a los demás que trabajó de manera incansable toda su vida para mejorar las condiciones laborales y personales de los marginados de la sociedad. Pero su cuerpo continuaba muy debilitado y en 1933, pocos meses después de cumplir los cincuenta años, falleció.

Treinta años después se inició la causa para su beatificación que culminó el 29 de enero de 2012 de la mano del papa Benedicto XVI.

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