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¿Dónde prepararse para los sufrimientos futuros?

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 20/03/19
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Jesús lo hacía en el monte

Me gusta pasar del desierto a la montaña. Subir de golpe de la sequedad del desierto a la frescura de los árboles y arbustos del monte.

Me gusta subir a lo alto de una montaña. No me quedo en el llano. Hago el esfuerzo. Veo cómo se van quedando atrás las piedras y los desniveles.

Camino rápido al comienzo, con el paso del tiempo mi ritmo es más tranquilo. Lucho hasta el extremo en un último paso, en una piedra más, vierto una gota más de sudor.

Lo hago lentamente o con grandes zancadas. Lo importante es dejar la falda de la montaña y tocar la cima después de muchos pasos. Piedras, arbustos, tierra. El sol quemando mi rostro. La dureza de la montaña.

No es tan fácil llegar a la cima. A veces dudo y prefiero quedarme atrás, antes de aventurarme más allá de lo conocido.

La importancia del esfuerzo

Me gusta el valle. Es más cómodo. Pero allí la vida tiene mucho de rutina. Me da miedo caer en lo que describe José Luis Martín Descalzo:

Me puedo conformar con el valle, donde nada es tan costoso. Pensar en subir la montaña me abruma. Demasiado esfuerzo. ¿Merece la pena?

¿Merece la pena luchar por los ideales, aspirar a las altas cumbres, tener ante mis ojos el ideal que inflama mi alma?

¿Cómo lo hizo Jesús?

A Jesús le gustaban los montes.

Comenta el padre José Kentenich:

Toda la vida de Jesús fue buscar montes. Desde donde predicar. Desde donde dejarse transfigurar por la luz de Dios. Montes en los que poder preparar el corazón para la cruz.

Buscaba el silencio lejos del valle. Deseaba el encuentro con su Padre.

Necesito ascender

Yo necesito salir de los valles de mi rutina. De los valles de mi mediocridad y desidia. De los valles en los que los problemas parecen sin respuesta. De los valles en los que el ruido y la presión agotan mis fuerzas.

Necesito apartarme del ruido y subir al monte. Escalar las montañas de los ideales. Buscar la soledad de la montaña para ver a Dios.

Desde lo alto del monte los problemas son pequeños y la mirada se ensancha. El horizonte enamora. Me gusta subir al monte. ¿Cuáles son los montes que me gusta escalar? Me renuevo en mis ideales. Vuelvo a creer.

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