Con esta medida indulta técnicamente a 737 reos que esperaba ser ejecutados
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La decisión del gobernador de California (Estados Unidos), Gavin Newsom, de suspender la pena de muerte en su Estado, mientras él lo gobierne, ha desatado una oleada de adhesiones por parte de la comunidad católica de esa importante entidad de la Unión Americana y en todo el país.
El arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, y la Conferencia de Obispos de California, expresaron su alegría por esta determinación. “Por muchos años –escribió el arzobispo angelino en un comunicado de prensa—mis hermanos obispos y yo, hemos hecho un llamado para que se acabe con la pena de muerte, no solo en California sino a lo largo de Estados Unidos. Por ello, este es un buen día para California y un buen día para nuestro país”.
Cierto es que en California no se ha ejecutado a ningún reo desde el 17 de enero de 2006; sin embargo, la moratoria decretada por el gobernador Newsom da un enorme respiro (un indulto legal) a 737 personas condenadas y que esperaban su ejecución en el llamado “Corredor de la Muerte” en la antigua cárcel de San Quintín, que se encuentra en San Francisco.
Justamente, el arzobispo de San Francisco, Salvatore J. Cordileone, señaló al respecto de la moratoria: “Apreciamos este reconocimiento de que el Estado tiene los medios adecuados para defender la dignidad humana y la seguridad pública sin recurrir a la pena capital”.
En ese sentido, el arzobispo Gómez adelantó: “Poner fin a la pena de muerte es solo un primer paso”, dijo, y pidió que se aborden las desigualdades en el sistema de justicia penal, se mejoren las condiciones de las prisiones, se ofrezcan alternativas al encarcelamiento “por delitos no violentos” y se busquen nuevas formas de rehabilitar a los delincuentes.
Por su parte, un editorial de Los Ángeles Times, en concordancia con lo que opinaron los obispos, señaló que “es bueno que el gobernador haya desconectado las ejecuciones, al menos por el momento. Ahora debemos continuar con el negocio de poner fin a la pena capital, aquí y en todos los demás estados, de una vez por todas”.
Para los obispos californianos, hay muchas e importantes razones de política pública para poner fin a la pena de muerte. Ésta no detiene el crimen violento y no trae alivio a las víctimas de crímenes violentos. Además, las ejecuciones judiciales han sido siempre un castigo impuesto con mayor frecuencia a la comunidad afroamericana, hispana y a los pobres.
“Pero las razones más importantes para terminar con la pena de muerte son morales”, escribe el arzobispo Gómez a nombre de los obispos de California. Y añadió: “Toda vida humana es preciosa y sagrada a los ojos de Dios y toda persona posee una dignidad que le viene de Dios, ésta es una verdad para el inocente y para el culpable. Es una verdad incluso para aquellos que generan un grave daño y sentenciado por los más crueles y violentos crímenes”.
Vale la pena recordar que la pena capital en Estados Unidos es legal en treinta estados, y a nivel federal en los sistemas legales civiles y militares. Su aplicación está limitada por la Octava Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos a homicidios agravados por adultos mentalmente competentes.