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Quiero sanar, pero ¿por dónde empiezo?

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Luz Ivonne Ream - publicado el 14/03/19
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4 pasos hacia la experiencia profunda del amor y el perdónEn ocasiones, nuestras heridas emocionales y espirituales nos pueden hacen débiles e inclinar a alejarnos de Dios. Es como una persona que tiene un sistema inmunológico bajo y que es más propensa a adquirir cierto tipo de enfermedades.

Esto se marca mucho en el tema de la afectividad. Si una persona tiene ciertas carencias afectivas que vienen desde su niñez obviamente eso no es pecado. Pero sí tendrá la tendencia de buscar el amor humano de una manera que la puede llevar a pecar.

La sanación interior, según Fray Nelson Medina, tiene 4 pasos principales:

1. Reconocer

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Por Lightspring

Dar el paso del reconocimiento es como decir: “sí, necesito ayuda”.

Darme cuenta de los síntomas. Si de manera continua me falta alegría o paz es que hay algo interior que sanar.

Puede llegar a ser muy difícil descubrir las heridas emocionales por soberbia y ego. Eso de reconocer que no soy tan bueno ni tan perfecto me resta puntos ante el mundo.

Reconocer las heridas requiere de un acto profundo de humildad, pero una vez reconocidas está más de la mitad del camino recorrido. Y esto cuesta trabajo porque nuestra tendencia como personas es a justificarnos.

En general, a los hombres en especial suele costarles más trabajo reconocer sus debilidades o heridas porque algunos creen que eso les resta hombría o demuestran debilidad. A las mujeres les suele costar especialmente mirarse al espejo. Alguna al verse algún defecto cree que es fea.

Entonces, así como nos cuesta mirarnos al espejo y reconocer eso que no me gusta, también nos cuesta mirarnos interiormente y darnos cuenta de que tenemos heridas. Se da como una negación de la realidad.

Incluso libera reconocer que hay en mí malos sentimientos. ¿Cómo puedo reconocerlos? Simplemente piensa en esas personas que tú preferirías no ver o por las que rezas: “Dios mío elimínalo, no perdón ¡ilumínalo!”.

Esas personas que quizá tú tienes canceladas de tu vida y a las que de alguna manera les estás dando poder sobre ti, sobre cómo te vas a sentir y tu estado de ánimo…

Cuando uno hace todo por evitar a una persona, es posible que en el fondo lo que sienta es miedo. Y muchas veces no es que sintamos miedo a la persona, sino a lo que esa persona representa o a lo que vivimos con ella.

Aquí el milagro es recordar serenamente aquello que vivimos con esa persona, que ya no nos altere. Entonces cuando uno empieza a reconocer “yo tengo un sentimiento de miedo con tal persona o de rencor con otra persona, me siento acomplejado o inferior”, esto ya es un gran paso que me lleva al principio de la sanación.

Y esto, mejor que vivirlo nada más en el plano psicológico o humano, es vivirlo de cara a Dios.

2. Dimensionar

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Significa dar el tamaño justo a las cosas.

Uno puede pensar que sus problemas son los peores, los más grandes que jamás nadie pudo haber tenido. Y sí, puede ser que las heridas que los otros nos han hecho y que también nosotros nos hemos hecho sean graves, pero hay que verlas de la medida que realmente son. Poner las cosas en su contexto.

Dimensionar también es darnos cuenta de que el pecado sí es poderoso, pero no es todopoderoso y sobre todo: no es más grande que la misericordia y el perdón de Dios. Al descubrir esto nos damos cuenta de que sí hay un remedio para nuestros males.

Ayuda mucho dimensionar las cosas a través de los ojos del Evangelio. Es decir, ver cómo actuó Cristo con los pecadores.

Otro aspecto a mencionar es darme cuenta de que lo que yo he vivido no es lo más grave: “Yo lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a alguien que no tenía pies”.

3. Recibir amor

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La esencia de toda sanación es siempre recibir amor. Nosotros fuimos creados no por necesidad, porque nadie obligó a Dios, fuimos creados por puro amor, porque nos amó. Entonces, sólo hasta que tenga ese encuentro con Dios Padre voy a experimentar y a encontrar lo que es un verdadero Padre.

Si nadie obligó a Dios a que me creara a pesar de mis defectos y mis carencias, significa que Él siempre estará dispuesto a rescatarme y a sanarme, a levantar de nuevo mi existencia y a echarme a andar porque Él tiene un plan para conmigo.

Si queremos sanar de raíz es de suma importancia abrirnos al amor de Cristo, invocando a su Espíritu Santo confiando en su gracia que sana.

Desde el amor de Jesús me daré cuenta de que todas las demás personas son tan sólo destellos de Dios porque el verdadero amigo sólo es Jesús.

Estos tres elementos están en recibir amor: entrar en la sanación es abrirnos al amor de Cristo; no idolatrar a nadie y estar dispuesto a acoger a los que Cristo acoge porque uno solo es el Cristo que nos sana a todos.

Recibir amor es abrirse a esa experiencia de gracia y de ternura que Dios nos quiere infundir por medio de su hijo, esperarlo todo de Cristo Jesús, en quien se revela el rostro de Papá Dios.

No hay que idolatrar a nadie ni esperar tanto de nadie, porque todos somos pecadores y caídos. Hay que tratar de vivir siempre una infancia espiritual y ser como niños.

El evangelio habla de cómo Jesús toma a los niños y los bendice, y eso en una época donde los niños no eran tan bien apreciados.

Es muy importante que nos demos cuenta de que abrirme al amor es aceptar a los demás, a los que me han ofendido porque también son creación de Dios, y que el Cristo que a mí me sana es el mismo Cristo que sana a mis enemigos.

¿Y cómo hago para abrirme para recibir el amor de Dios? Aquí es cuando se hace importante el reconocer y dimensionar que el médico o Cristo que me sanará es el mismo que sanará a los demás y que yo de verdad necesito sanación. Esto quiere decir que en la necesidad todos somos hermanos porque uno solo es el Cristo que nos sana.

4. Definir el camino

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Milosz_G | Shutterstock

Esto es reconocer qué tipo de cosas debo cambiar en mi vida.

El primer cambio según santa Catalina de Siena es abrirse a la oración. Por ejemplo, aquí comenzar a rezar por mis enemigos, en especial por esa persona que tanto daño me hizo.

Es muy importante definir nuestro camino porque la única manera de consolidar el bien en nuestra vida es consolidando el amor de Dios en nuestra vida porque el que no ama a su hermano que ve no puede decir que ama a Dios a quien no ve.

Cuando yo reconozco que hay algo que sanar, dimensiono mi herida y me abro para recibir el amor de Dios, me es más fácil comenzar el camino de la oración.

Esta oración también se puede hacer por los difuntos o por esas personas con las que no alcanzamos a resolver nuestros conflictos y que ya murieron.

Esta es una de las razones más importantes por las que necesitamos sanación, la necesitamos para poder sentir el amor de Dios en plenitud.

Y al mismo tiempo iremos sanando en la medida en que experimentemos en profundidad el amor y el perdón de Dios porque Él es el único que sana y salva.

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