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6 ideas para convivir con una persona depresiva

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Dolors Massot - publicado el 14/03/19

Estas sugerencias ayudan a poner remedio a una depresión temporal y a mejorar el clima familiar en todos los casos

Convivir con una persona depresiva no es fácil. Uno tiene que poner en marcha sus cinco sentidos y buscar aquellos recursos que hacen más agradable la vida en familia.

Distinguiremos, en primer lugar, entre las personas que padecen una depresión endógena y las que sufren depresión exógena.

La primera persiste en el tiempo, es algo con lo que la persona va a cargar toda su vida y hemos de pensar que lo que haremos será mejorar su calidad de vida y las condiciones del ambiente en el que se mueve, pero no se cura.

La segunda, en cambio, viene dada por causas externas y es temporal. Una desgracia familiar, un problema muy gordo puede ser la palanca que haya desencadenado la depresión. Normalmente, con más o menos tiempo, este tipo de depresión desaparece cuando ha desaparecido la causa que lo justificaba. Por ejemplo, los agobios y preocupaciones derivados de la mala situación familiar  pueden aliviarse cuando alguien encuentra trabajo y puede volver a sostener económicamente a la familia.

Ambos casos requieren medicación, pero a ella podremos añadir elementos de ayuda desde la familia y en casa. Aquí tienes algunos ejemplos prácticos de cómo convivir con una persona depresiva (y en la medida de las posibilidades, contribuir a su mejora).

Aquí puedes encontrar 6 ideas prácticas con las que podrás hacer bien a la persona que lo necesita:

Pon color a su vida

Es un detalle material, pero eficaz. Desde el Renacimiento se entiende que el color tiene efectos terapéuticos. Por eso debemos tener en cuenta qué colores rodean a la persona depresiva. No nos ayudarían los negros ni los grises. En cambio, pinta una de las paredes de su habitación de un color vivo (o todas) y verás cómo se crea un ambiente jovial.

Posibilidades: los tonos cítricos, los verdes que recuerdan a la naturaleza, los azules que invitan a respirar a conciencia y da sensación de amplitud.

Intenta que se vista con color (fuera el negro existencial). Cierto que hay que respetar los gustos de cada uno pero bastará un detalle para que cambie su aspecto.

Comienza el día con noticias positivas

A las personas depresivas les suele costar levantarse temprano o a la hora prevista. Si además lo primero que escuchan una bronca o un disgusto porque no se han levantado, se derrumban más. Es mejor acercarse a ellas con una motivación alegre: “vas a ver qué sol tan espléndido hace hoy”, “han dicho en las noticias que tendremos buen tiempo este fin de semana”.

Es mejor que nos mordamos la lengua si íbamos a hablar de sucesos lamentables, desastres naturales o accidentes con muertos. No nombres nada relacionado con la causa de la depresión, si puedes evitarlo.

A una persona depresiva no le conviene que le hablen de muertes y mucho menos si son violentas. Así que controla qué informativos vais a ver: nada de sensacionalismo. Lo mismo si va a leer el periódico.

A pesar de que tiende al “no”, sigue contando con ella

Al hacer planes, es fácil que una persona depresiva no se vea con ánimo de emprender nada. No quiere salir, no quiere viajar, no quiere ver a nadie, no quiere hacer planes el fin de semana. Las cosas que antes le gustaban se pueden volver un  suplicio. No es momento para hacer planes de futuro. Sin embargo, es muy bueno que sienta que en la familia seguimos contando con ella.

Si vamos a hacer la compra y no quiere acompañarnos, agradacerá que a la vuelta le digamos: “Te hemos traído esos yogures que tanto te gustan”.

Si hemos hecho una excursión y ella no ha querido ir porque no se sentía con fuerzas, llevémosle algún detalle -unas flores, unas piedras del río…- o mandémosle un whatsapp desde el pico de la montaña.

Hay que contar con ella en las decisiones importantes, por supuesto, y no apartarla.

Cualquier pequeña lucha merece un aplauso

Con el psiquiatra o el psicólogo es bueno que marque sus metas, por pequeñas que sean. Hora máxima de levantarse de la cama, hábitos de higiene, orden en su habitación, cumplimiento de sus deberes profesionales (a su nivel)…

A veces uno está que no puede hacer nada y se puede poner como meta el hacerse la cama cuando se levanta. Si nos encontramos con un caso así, aplaude la cama hecha aunque no esté muy bien. Lo importante es que  ha puesto lucha y da igual si la colcha queda arrugada.

Si ha perdido el apetito, elogia el esfuerzo que ha hecho por estar en la mesa con los demás y comer aunque solo sea un plato.

Su lucha es un plano inclinado y estamos a los comienzos, pero lo importante es que vaya hacia delante con pequeños pasos.

Música agradable

Las personas depresivas necesitan que a su alrededor no haya ruido excesivo. La serenidad y la calma les ayuda, pero eso no siempre implica silencio. Pueden mejorar si escuchan música que les reconforte o que les anime. Incluso a algunas personas les viene bien bailar.

No toda la música clásica levanta el ánimo ni toda la música pop es puro ruido. Selecciona con ella la que le guste, busca una buen emisora o buenos vinilos o busca vídeos en Youtube que le hagan llegar un mensaje de ánimo.

Mantén el buen humor y el respeto

No pierdas la paciencia con esta persona porque la depresión es una enfermedad y nadie la querría para sí. Si ha hecho mal algunas cosas, será mejor que reserves tu crítica para otra temporada.

Las personas depresivas tienden a ver el vaso medio vacío, pero agradecen que a su alrededor haya quien tire del ambiente hacia arriba. Cuenta chistes que rompan la monotonía. Recuerda anécdotas familiares. Y, sobre todo, nunca pierdas los estribos, aunque se enfade contigo o alguien levante la voz. Si eso ocurre y hay tensión en casa por culpa del mal genio de alguien, intenta reconducir el ánimo.

Si en la familia se vive la fe cristiana, recuérdale que no está solo en la lucha. Rezad juntos pequeñas oraciones vocales y comenzad o acabad pidiendo por vosotros.

Habrá momentos, quizá, en que hay que exigir a la persona depresiva que haga algo pautado previamente por el psiquiatra o el psicólogo: por ejemplo, levantarse por la mañana. No conviertas eso en una guerra. Busca “aliados” como por ejemplo una habitación con luz natural y así le entrará el sol; o un desayuno que le apetezca.




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