Pasar demasiadas horas en el trabajo es uno de esos “núcleos de muerte” que consumen a la persona y agotan a la pareja
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Extraño… ¿Qué mal hay en ser productivos y tener un buen trabajo?
El trabajo ennoblece al hombre, dice el proverbio; pero, al mismo tiempo, puede volverse una esclavitud que destruye a la pareja y nos aleja del amor. Conozco bien esta situación… días, meses y años siguiendo una idea, un proyecto, una fecha límite. Siempre con ansiedad, siempre con el agua al cuello (pero ¿de quién?), siempre con retraso.
Qué es
Hace algunos años, me pasaba muchas horas en el laboratorio de la universidad: trabajando sobre nuevas ideas, siguiendo a estudiantes o simplemente jugando con la computadora, cables por todos lados y una inquietud al estilo fast and furious.
Ciertamente tenía una gran pasión por mi trabajo. Pero pensándolo bien, no era una pasión simple: yo era lo que hacía. Ver la obra de mis manos, el proyecto acabado, definía mi día. Cuando algo bueno se terminaba sentía una alegría pasajera (enseguida eclipsada por el próximo desafío), pero cuando fracasaba, me sentía muy mal. Trabajar definía mi valor, mi autoestima no dependía de quien soy, sino de lo que era capaz de hacer.
Aquí no hablo del cansancio normal cotidiano del trabajo, de la precariedad, de las injusticias y el mobbing de cualquier tipo, sino más bien de una disposición mental que depende expresamente de nosotros mismos (y no de los demás). Mi alegría y felicidad estaba sometida a un resultado.
Nosotros hombres tenemos una debilidad por las obras de nuestras manos (menos que las mujeres, que están más inclinadas a las relaciones y a la acogida, a menudo desembocando en la atención al estilo cruz roja).
Cómo reconocerlo
Hombres y mujeres en una carrera de atención. La ambición es solo una máscara superficial y la realización personal es pura vanagloria. La ambición no es de por sí algo negativo, sino que debe ponerse al servicio del amor.
En el fondo de esta situación existe la incapacidad de buscar (y encontrar) la felicidad en el amor y en la relación. Nos sentimos “amados” solo si obtenemos un resultado. En el fondo no hemos experimentado el amor gratuito, sino siempre un amor condicionado:
Te amo si…
… si eres bueno, si tienes éxito, si alcanzas este objetivo, si te gradúas en derecho, medicina, astronáutica china o lo que sea. Esclavo de las expectativas, en el fondo no has vivido esta simple sensación de te amo, porque eres tú.
Punto.
Bueno, malo, incompetente, bello, feo. Lo que cuenta es que eres tú, como eres y no lo que haces.
Qué hacer
Para salir de la dinámica del demasiado trabajo, desconecta y empieza a aceptar el amor de quien te está cerca, sin pretensiones y sobre todo sin merecértelo. Dios es así con nosotros: nos ama desde siempre y para siempre. Da la vida por nosotros, sin que nosotros nos lo merezcamos… más aún precisamente sin ser merecedores.
Quizá no te das cuenta de esta situación. Quizá no logras ver todo esto en tu vida. Pero si tu tiempo está condicionado por el trabajo, si quien está a tu lado se lamenta que tu cabeza está siempre ahí… entonces ha llegado el momento de ponerse seriamente en discusión: el amor si no crece muere y vivir el trabajo de esta manera mata el amor… mata tu felicidad y la de quien está a tu lado.
Cuando estamos enfermos de trabajo, parece que todo dependa de nosotros: el éxito del producto, la promoción en la empresa, la valoración. Pero en cambio te revelo una gran alegría. El mundo gira incluso sin ti y tu alegría está en otro lado. Mi esposa dice siempre: “el trabajo principalmente sirve para comer”… a veces se me escapa.
Cuando tu corazón es amado, cuando me he llenado de amor, trabajo mejor. Me sucede que tras meses muy intensos en que viajo mucho, luego llego a casa y trabajo toda la semana entre fotos, gráficas, blogs, cursos, encuentros y vuelvo a caer en esa dinámica. Cuando me doy cuenta intento pasar más tiempo con Alessandra y los niños.
Al final me doy cuenta que trabajo menos pero logro obtener mejores resultados en menos tiempo. Para hacer florecer tu relación de amor es necesario salir de la dinámica trabajo-trabajo-trabajo. Es fundamental principalmente reconocerla y luego… ponerse en marcha para erradicar este núcleo de muerte.
Para mí la situación fue más bien traumática… pero funcionó. Era uno de esos días terribles: frío y hielo. Trabaja-trabaja-trabaja, había prometido volver a casa un poco antes para comer la pizza todos juntos.., pero nada, llegué tarde también ese día. Apagué la computadora y bajé las escaleras. Subido en la bicicleta no noté la capa de hielo que se había formado en la calle.
En el segundo cruce me caí de una manera fea y violenta – crac- me rompí el fémur. Tres meses encerrado en casa (precisamente por culpa del trabajo-trabajo-trabajo). Tres meses que cambiaron mi vida… cuando Dios te rompe la pierna, harás bien en prestar atención porque la salvación podría pasar sin que te des cuenta.
En esos tres meses – necesitaba de todo, incluso para meterme en la cama – aprendí que existe otro horizonte, un horizonte de amor que no depende de lo que haces, sino simplemente porque eres tú.
El Amor con la “A” mayúscula no se merece, se recibe.