“Les pido a todos ustedes que se acuerden en sus oraciones de mí y de mis colaboradores de la Curia romana; esta tarde comenzaremos la semana de Ejercicios espirituales”, se lee en el twitter del papa Francisco antes de salir de Roma en un autobús junto con otros prelados de camino a AricciaEl padre Bernardo Francesco Maria Gianni, monje benedictino olivetano, nacido en 1968, es el predicador elegido por el papa Francisco para guiar los ejercicios espirituales de esta Cuaresma en la Casa Divin Maestro en Ariccia, a las afueras de Roma, del 10 al 15 de marzo 2019.
Se trata de un evangelizador moderno, usa Facebook y Twitter, amante de la poesía, reconocido en Florencia, la ciudad del llamado ‘alcalde santo’ Giorgio La Pira, que el Papa nombró venerable en julio, como un religioso que ama el silencio, pero que busca de entrar en las conversaciones de los hombres de hoy.
Los ejercicios que dará están muy relacionados a su experiencia en el monasterio ubicado encima de las colinas de Florencia. Por ello, ya en sus primeras predicaciones, ha hablado de la profunda conexión con las enseñanzas de Giorgio La Pira (1904-1977), un político, intelectual que vivió con coherencia su fe en la ciudad, abierta a las naciones y las necesidades de los hombres.
Además, ha citado al poeta Mario Luzi (1914-2005), florentino, exponente de un cristianismo esencial que se manifiesta en su confianza en Dios y en la fraternidad de todos los hombres, iguales delante al amor divino.
La predicación ha tenido como fondo la “ciudad”, como un lugar donde Dios reside y vive, un tema central del pontificado y de la sensibilidad de Francisco. Un Dios que vive en los descartados, en los pequeños, en los rostros humanos de las periferias.
Una predicación que llevará al Papa y a los 63 miembros de la curia romana presentes a meditar sobre lo esencial, lo pequeño hasta llegar a lo universal. Sin embargo, el padre Bernardo dijo a Familia Cristiana que no pretende enseñar nada a papa Francisco, sino espera simplemente dejarse llevar por el Espíritu Santo.
El religioso cuando recibió la llamada del Papa para invitarlo a predicar a los líderes de la curia romana reunidos en el ya tradicional retiro de Cuaresma fuera del Vaticano, le aseguró que no tenía los títulos académicos pomposos necesarios para tan “alta misión”.
Francisco lo tranquilizó y le pidió que fuera él a realizar la meditación de cada mañana y tarde. Así, propuso el tema de la ciudad como una visión de la comunidad que se asoma a la urbe para escuchar e intercambiar con los hombres y las mujeres de hoy, bajo el signo de una iglesia en salida y de puertas abiertas que huele también a calle, a barrio, a una comunidad.
En la primera meditación invitó a mantener “una mirada de fe” en una ciudad que a menudo ofrece “cenizas, polvorientas, inertes, sin más vida que un fuego que ya no parece arder, ya no quema”.
Por lo tanto, padre Bernardo propuso mirar con ojos espirituales para no caer en las tentaciones del maligno que invita a mirar para poseer las cosas del mundo, dominarlas, apropiarse de ellas.
Al contrario, la mirada del Espíritu Santo sobre la Ciudad es de “contemplación, de gratitud, de vigilancia si es necesario, de profecía”. ¡Demasiadas veces! – Nuestras ciudades son verdaderamente un desierto”, aseguró.
Por ello, se necesita de una mirada nueva sobre la ciudad, la mirada del amor, del Evangelio, de Cristo. El abad nos invita a ver “el rostro de Jesús muerto y resucitado que recompone nuestra humanidad”. Es la imagen del rostro de la misericordia.
El monje benedictino invitó a vivir con sencillez y proféticamente en la simplicidad de las cosas, donde el “Señor está delante a los ojos, en nuestras manos, y no sirve nada más”.
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