El VIH es el virus de inmunodeficiencia adquirida que causa el SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Sin embargo, VIH y SIDA no son términos equivalentes. Hay personas con el VIH que no tienen SIDA. El SIDA es la enfermedad que el VIH provoca en el sistema inmunitario debilitándolo y se puede ser sólo portador o desarrollar la enfermedad
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En 2008 la noticia dio la vuelta al mundo. Por primera vez, un hombre seropositivo, Timothy Brown, en su momento más conocido como ‘El Paciente de Berlín’, tras ser sometido a un trasplante de células madre para superar una leucemia mieloide aguda (LMA) se curó del VIH. Brown dejó de tomar el tratamiento antirretroviral y hoy, 11 años después, el virus sigue sin reaparecer en su sangre.
Ahora la revista ‘Nature’ ha publicado el caso de la segunda persona que, tres años después de un trasplante de células madre de médula ósea, y un año y medio después de dejar de tomar fármacos antirretrovirales, siendo portadora del VIH no tiene ningún rastro detectable del virus en su organismo.
Los médicos, por prudencia, aún no quieren hablar de “curación” pero lo cierto es que es impensable que una persona seropositiva permanezca todo este periodo de tiempo sin tomar el tratamiento antirretroviral porque el virus vuelve a reaparecer rápidamente. El estudio ha sido liderado por el University College de Londres y se ha realizado en el marco del consorcio internacional IciStem, coordinado por el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa (Barcelona) y el University Medical Center de Utrecht (Holanda).
El paciente de “Londres”, así se le conoce ya que su identidad se mantiene en el anonimato, era portador del VIH desde 2003, aunque no comenzó a tratarse con antirretrovirales hasta años más tarde. En 2012, fue diagnosticado de un linfoma de Hodgkin, un cáncer de la sangre, por el que tuvo que recibir un trasplante de médula en 2016. Tras someterse al trasplante, los médicos decidieron interrumpir el tratamiento antirretroviral.
Los investigadores insisten en que el trasplante de células madre se realiza para curar el linfoma y dejan claro que no se trasplanta a pacientes para curar el VIH. La Dra. Maria Salgado, coautora del estudio e investigadora de IrsiCaixa afirma que “un trasplante es una intervención muy invasiva con una mortalidad de un 40-50 por ciento”, e insiste en que “nunca pensamos que un trasplante pueda ser aplicable a las personas infectadas por VIH. Estos dos pacientes tenían una enfermedad hematológica grave y necesitaban el trasplante para curar esa enfermedad”.
Preguntado por el caso, el Dr. Steve Deeks, especialista en sida de la Universidad de California, campus San Francisco, opina que este estudio es “una esperanza que debe procesarse con realismo ya que el VIH es un adversario astuto y los científicos y pacientes que viven con el virus conocen muy bien los fracasos del pasado en la lucha contra la epidemia”.
Sin lugar a duda, este segundo éxito debe tomarse como un paso más en una larga carrera de fondo, de ahí la prudencia de los investigadores. Pero quizás el mayor apunte haya que ponerlo en el hecho de que este avance no induzca a pensar que los pacientes infectados con el VIH puedan dejar de tomar los tratamientos antirretrovirales.
En el mundo hay 35 millones de personas seropositivas y la realidad es que los dos hombres que se cree están curados tenían el VIH y además cáncer. Ambos recibieron trasplantes de médula ósea para tratar el cáncer, no el VIH.
Aún tratándose de excepcionales y extremos, estos casos demuestran que la capacidad de regeneración del cuerpo humano es extraordinaria y se mantiene como una gran incógnita. Además, es un hecho que las nuevas terapias y la genética están avanzando a un ritmo vertiginoso y, en este sentido, no es descabellado pensar que en un futuro se encuentre un tratamiento específico para la remisión o curación del VIH como lo han logrado los trasplantes con estos dos pacientes. Se persigue llegar al mismo fin pero los caminos son diferentes.