El Grupo de Lima confirmó que al menos 18 personas han fallecido como consecuencia del apagón masivo que mantenía hasta este domingo sin luz a casi todo el país. Los venezolanos claman a Dios poder superar cuanto antes la oscuridad en que los mantiene Nicolás Maduro
“Esta mañana me llamaron los vecinos que viven en un apartamento del piso 22. La señora estaba llorando porque no tenían cocina a gas sino eléctrica y llevaban desde antier sin comer. Preguntó si podían bajar a cocinar en mi apartamento. Les dije que sí”.
“Ellos trajeron sus alimentos. Estaban agradecidos. Por cosas del destino, había agua en el tanque. Preguntaron si podían sacar un poco para asearse. Como yo ahorita estoy solo, de nuevo les dije que sí. Se bañaron todos, prepararon comida y la compartieron conmigo”.
“Dejaron todo impecable, antes de irse. Les cambió el rostro. La señora estaba conmovida. Hacía mucho tiempo que ni siquiera nos saludamos, pero la situación nos reconcilió sin necesidad de cruzar muchas palabras”.
El testimonio que comparte José con Aleteia se repetía este domingo 10 de marzo en distintas comunidades de Caracas, y de Venezuela en general, que además de sufrir la peor crisis humanitaria de su historia, ahora tuvo que afrontar un apagón masivo que mantenía sin luz a casi todo el país.
Al arribar a su cuarto día de oscuridad, el país presentaba un colapso evidente en casi todos los servicios; al tiempo que estrena la semana con una nueva suspensión de clases “a todos los niveles” y de las actividades laborales, por decisión del gobierno de Nicolás Maduro.
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¡Aislados en sus hogares!
Hasta este domingo, los hogares permanecían literalmente aislados: tanto a nivel de las comunicaciones, residenciales y móviles, con fallas continuas que impiden enviar un mensaje o realizar una llamada, así como por el hecho de no poder trasladarse de un sitio a otro, salvo caminando.
Las estaciones de servicio que surten combustible tampoco trabajaban con normalidad. Las pocas que estaban en funcionamiento mostraban colas kilométricas para colocar algo de gasolina o gasoil, que además son la materia prima de las plantas eléctricas, usadas principalmente en clínicas y las emergencias de los hospitales.
En este marco, durante un recorrido desde El Marqués hasta La Florida, Aleteia pudo constatar la aparición de trancas en las vías y la circulación de colectivos motorizados, a pesar de una mayor presencia de efectivos militares en las calles.
El poco transporte que se observaba estaba laborando en rutas cortas o no habituales, y lo hacía a precios cuatro veces mayor del normal. Mientras que las grandes cadenas y comercios permanecían con sus establecimientos cerrados.
Los que abrieron lo hicieron por períodos cortos y una evidente reducción de personal. Cobraban en efectivo, pues los pagos por vía electrónica tampoco eran posibles sin electricidad. Aunque algunos puntos de venta funcionaban con planta, presentaban continuas fallas. Tampoco había agua potable, pues hacerla circular por las tuberías exige el funcionamiento de bombas, que dependen a su vez de la electricidad.
La luz ha reaparecido, aunque de manera parcial e inestable, en algunas regiones del país y en escasas comunidades de la Gran Caracas. No obstante, en ocasiones solo dura un par de horas hasta que se marcha por completo.

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Este domingo también hubo incidentes en el Hospital J.M de los Ríos luego de que el obispo auxiliar de Caracas, Tulio Ramírez, intentara acceder al lugar.