Homilía al inicio de la Cuaresma: El cristiano emprende un viaje de regreso a lo esencial en tres etapas: la limosna, la oración, el ayunoDurante su homilía en la basílica romana de Santa Sabina, el papa Francisco recomendó aprovechar el tiempo de Cuaresma que inicia hoy, 6 de marzo de 2019, Miércoles de Ceniza, para “ralentizar nuestra vida” para ir “a lo esencial”, “ayunar de aquello que es superfluo y nos distrae”.
El papa Francisco abrió así el periodo de tiempo que, dijo, “es un despertador para el alma”. “La Cuaresma es el tiempo para redescubrir la ruta de la vida. Porque en el camino de la vida, como en todo viaje, lo que realmente importa es no perder de vista la meta”.
Sin embargo, advirtió, “cuando estás de viaje, si lo que te interesa es mirar el paisaje o pararte a comer, no vas muy lejos”. Y citó la lectura: “Conviértanse a mí”, (Jl 2,15).
La ceniza en la cabeza
Entonces, afirmó que hoy se nos ofrece un signo: “ceniza en la cabeza” que representa “nuestros pensamientos” sobre “cosas transitorias, que van y vienen”.
“La ligera capa de ceniza que recibiremos es para decirnos, con delicadeza y sinceridad: de tantas cosas que tienes en la mente, detrás de las que corres y te preocupas cada día, nada quedará”, dijo.
“Por mucho que te afanes, no te llevarás ninguna riqueza de la vida. Las realidades terrenales se desvanecen, como el polvo en el viento. Los bienes son pasajeros, el poder pasa, el éxito termina”, comentó.
El Papa criticó la “cultura de la apariencia”, hoy dominante, “que nos lleva a vivir por las cosas que pasan, es un gran engaño. Porque es como una llamarada: una vez terminada, quedan solo las cenizas”.
La Cuaresma
“La Cuaresma es un tiempo de gracia para liberar el corazón de las vanidades”. “Es hora de recuperarnos de las adicciones que nos seducen. Es hora de fijar la mirada en lo que permanece”, “la pobreza del madero, el silencio del Señor, su desprendimiento por amor”.
En su homilía destacó que en Cuaresma hay que mirar la cruz de Jesús que “nos enseña la renuncia llena de valentía”. “Pues nunca avanzaremos si estamos cargados de pesos que estorban”.
“Necesitamos liberarnos de los tentáculos del consumismo y de las trampas del egoísmo, de querer cada vez más, de no estar nunca satisfechos, del corazón cerrado a las necesidades de los pobres”.
La Cuaresma, ilustró, comienza con la ceniza, pero al final nos lleva al fuego de la noche de Pascua; a descubrir que, en el sepulcro, la carne de Jesús no se convierte en ceniza, sino que resucita gloriosamente”.
Limosna
El Papa explicó que esto también “se aplica a nosotros, que somos polvo: si regresamos al Señor con nuestra fragilidad, si tomamos el camino del amor, abrazaremos la vida que no conoce ocaso. Y viviremos en la alegría”.
En la homilía describió que el cristiano emprende un viaje de regreso a lo esencial, que es la Cuaresma, en tres etapas: la limosna, la oración, el ayuno. ¿Para qué sirven?
Oración
“La oración nos une de nuevo con Dios; la caridad con el prójimo; el ayuno con nosotros mismos”, explicó. “Dios , los hermanos, mi vida: estas son las realidades que no acaban en la nada, y en las que debemos invertir”.
“Ahí es hacia donde nos invita a mirar la Cuaresma: hacia lo Alto, con la oración, que nos libra de una vida horizontal y plana, en la que encontramos tiempo para el yo, pero olvidamos a Dios”.
Caridad y ayuno
Y, señaló, después esto nos lleva “hacia el otro, con caridad, que nos libra de la vanidad del tener, del pensar que las cosas son buenas si lo son para mí”.
Finalmente, “nos invita a mirar dentro de nosotros mismos con el ayuno, que nos libra del apego a las cosas, de la mundanidad que anestesia el corazón. Oración, caridad, ayuno: tres inversiones para un tesoro que no se acaba”.
Brújula para el corazón
El Papa explicó que el corazón necesita de una brújula para encontrar la orientación. Y la meta es el amor de Dios. No las cosas terrenales que hacen esclavo al hombre.
“La apariencia exterior, el dinero, la carrera, los pasatiempos: si vivimos para ellos, se convertirán en ídolos que nos utilizarán”, abundó. En cambio, “si el corazón se adhiere a lo que no pasa, nos encontramos a nosotros mismos y seremos libres”.
Por todo ello, la limosna, la oración, la caridad y el ayuno son etapas hacia un viaje feliz que lleva al amor de Dios que libera y no esclaviza.
Francisco pronunció su homilía, después de recorrer en procesión y ataviado con los paramentos morados propios del tiempo de Cuaresma, la corta distancia que separa la iglesia de San Anselmo de la basílica de Santa Sabina, en la colina romana del Aventino.
Posteriormente procedió al rito de la imposición de la ceniza a los cardenales, miembros del clero y fieles presentes en esta ceremonia con la que se da inicio a la Cuaresma, el tiempo litúrgico de 40 días que culminará el Jueves Santo.